domingo, 21 de junio de 2020

¿Qué es la iglesia que está en la casa? 9° Parte


¿Qué es la iglesia que está en la casa? 9° Parte
Escrito Autóctono

Continuación…

15- La iglesia que está en la casa no es una democracia
Bien -dirá usted-, si el asunto no es de uno dirigiendo o tomando las decisiones solo, entonces es de la mayoría como dicta la democracia. Me temo decirle que tampoco es acertado. La Palabra aclara que debe existir la tolerancia y el consenso, es decir el acuerdo de todos -“tenían en común todas las cosas”, “...eran de un mismo sentir”, “tenían comunión unos con otros....”-. De allí que debe darse la comunicación y tener la madurez y confianza para ceder cuando hay que hacerlo sin presión o manipulación de ningún tipo. No parece ser lo más rápido a la hora de tomar una decisión pero según la Palabra es lo sano dentro del contexto de la iglesia que está en la casa porque todos son considerados importantes en la casa del Señor, nadie es ni más ni menos que nadie.


16-La iglesia que está en la casa “no tiene que ver” con la familia particular.
Dejar este punto de último, no define menor importancia. Si por ello fuera, realmente debía ser el primero. El concepto “la iglesia que está en la casa” no debe entenderse como únicamente casas habilitadas para que allí se congreguen los hermanos. Esto sería más bien lo secundario o podría decir lo de menos. Lo verdaderamente primordial es que comprendamos que nuestra casa o cualquier sitio en donde nos encontremos, se transforma en sitio de bendición por quienes estamos allí. No haciendo de nuestra casa ni ningún lugar un santuario material, sino un espacio para que allí se viva de acuerdo a los preceptos del Señor con todos en la familia, experimentándolo diariamente. Conste que en ningún momento eso significa que una casa común y corriente se transforma en la "casa del Señor", por supuesto. Sería tan errado como llamar a cualquier templo o local terrenal "casa de Dios". Tampoco eso significa que debamos tratar de hacer “cultos” con nuestra familia todos los días. Más bien aprovechar toda situación para implementar un principio de la vivencia de Cristo entre los nuestros. Se logra, pero no con poco trabajo. No estamos acostumbrados a esa pastoral familiar; a orar en familia con y por nuestros hijos y cónyuge, a tener tiempos de la Palabra con ellos, a aplicar los principios del reino de Cristo en todas nuestras cosas en la familia, etc. Es muy fácil expresar cristianismo entre los hermanos pero no así en nuestra casa particular con nuestro cónyuge e hijos de por medio. Aquí es donde adquiere verdadero valor el propósito de Dios referente a su diseño de la iglesia que está en la casa. Si podemos edificar a nuestra familia y levantar el sacerdocio de nuestro cónyuge y nuestros hijos, sabremos la envergadura de decir “yo y mi casa serviremos al Señor” (Josué 24: 15).
¡Qué claridad tiene la vida del creyente cuando la luz que muestra frente a los hombres, es una extensión de la luz que brilla en su casa! “nadie enciende una luz y la pone debajo de un almud sino que...” Mateo 5: 15
Por otro lado: ¿Cuál es la grandeza de un ministro cuyo ministerio es tremendamente visible fuera de su casa, pero no ha podido impactar su propio entorno hogareño? Verso 16
¡Qué propicio el consejo de Pedro al levantarse con el primer gran mensaje minutos después de Pentecostés!: “Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos...” Hch.2: 39; o el de Pablo y Silas al carcelero: “Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo tú y tu casa...” Hch.16: 31.
Porque como nos pasó a muchos; quisimos ganar hasta lo último de la tierra y nuestra Jerusalén estaba literalmente abandonada.

Continuará…