Tras la Presencia de Dios (4°
parte)
Escrito Autóctono
Continuación…
Por su parte, los hombres de
Dios también edificarían altares principalmente en el sitio en que Él les
hablaba o se les manifestaba, o bien en el lugar en que vivían (Génesis
12: 7 y 8; 13: 18; 1° Samuel 7: 15-17) para
tener cerca la facilidad de mantenerse en comunión con su Dios. Esto no como
norma por supuesto. La primera referencia bíblica donde ya se menciona un altar
edificado para Dios, es el caso de Noé (Génesis 8: 20). En dicho pasaje se
menciona formalmente el altar. Ahora ¿por qué Noé procede a edificar uno? ¿Con
qué referencia? Es obvio pensar que era una práctica común de cómo los hombres
de Dios se relacionaban con Él desde el mismo principio aunque no se registren
datos previos.
Su construcción no era nada
complicado, piedras apiladas una encima de la otra hasta formar una especie de
montículo a razón de una mesa en donde eventualmente pondrían las ofrendas de
producto o la víctima que se ofrecería en sacrificio. Existieron altares en que
nunca se hicieron sacrificios ni se presentaron ofrendas pues el altar por sí
mismo identificaba el sitio en el que se había manifestado Dios de alguna forma
sobrenatural y servía como testimonio permanente. En algunos casos era hasta
una sola piedra (no como altar valga decir) sobre la cual derramaban aceite
para señalar el sitio donde Dios les había hablado (Génesis 28: 18; 35: 14)
Cuando las ofrendas presentadas
sobre los altares eran quemadas, el humo subía como una especie de perfume
(grato olor) ante Dios, imitado de la misma forma por las demás culturas para
sus dioses paganos. Sin duda los altares a esos dioses, fueron el esfuerzo de
Satán para imitar y suplantar al altar de Dios.
Algo que figuradamente continúa sucediendo hoy en que el enemigo tiene
su versión de las cosas santas para engañar.
El sacrificio de seres humanos
en los altares edificados para Dios, no estaba contemplado, a diferencia de las
culturas paganas en los que sí lo practicaban como lo normal.
Uno de los altares más
icónicos si se quiere, es el de la historia de Abraham en Génesis (el monte en Moriah)
en donde se establece una de las figuras eternas más importantes: un padre
entregando en sacrificio a su único hijo por voluntad de Dios y como prueba de su
amor por Él (Génesis 22: 1-14). Algo que no se consumó ciertamente, porque
Dios lo evitó proveyendo otra víctima no humana que la suplantara en el último
momento, pero significó el mayor acto de fe y testimonio además de la imagen
misma del Plan de Dios un día en el mismo sitio prácticamente, proveyendo
igualmente otra víctima que tomara el lugar del hombre, esta vez su propio Hijo.
Interesantemente ese lugar de
tal acto con dimensiones eternas, es el único sitio en el Planeta que Dios “firmó”
con su nombre. Es en el que se edificaría más tarde el templo. El sitio más
sagrado para los judíos. El monte Moriah en Jerusalén.
Continuará…