domingo, 6 de agosto de 2017

Tras la Presencia de Dios (4° parte)



Tras la Presencia de Dios (4° parte)
Escrito Autóctono

Continuación…

Por su parte, los hombres de Dios también edificarían altares principalmente en el sitio en que Él les hablaba o se les manifestaba, o bien en el lugar en que vivían (Génesis 12: 7 y 8; 13: 18; 1° Samuel 7: 15-17) para tener cerca la facilidad de mantenerse en comunión con su Dios. Esto no como norma por supuesto. La primera referencia bíblica donde ya se menciona un altar edificado para Dios, es el caso de Noé (Génesis 8: 20). En dicho pasaje se menciona formalmente el altar. Ahora ¿por qué Noé procede a edificar uno? ¿Con qué referencia? Es obvio pensar que era una práctica común de cómo los hombres de Dios se relacionaban con Él desde el mismo principio aunque no se registren datos previos.

Su construcción no era nada complicado, piedras apiladas una encima de la otra hasta formar una especie de montículo a razón de una mesa en donde eventualmente pondrían las ofrendas de producto o la víctima que se ofrecería en sacrificio. Existieron altares en que nunca se hicieron sacrificios ni se presentaron ofrendas pues el altar por sí mismo identificaba el sitio en el que se había manifestado Dios de alguna forma sobrenatural y servía como testimonio permanente. En algunos casos era hasta una sola piedra (no como altar valga decir) sobre la cual derramaban aceite para señalar el sitio donde Dios les había hablado (Génesis 28: 18; 35: 14)

Cuando las ofrendas presentadas sobre los altares eran quemadas, el humo subía como una especie de perfume (grato olor) ante Dios, imitado de la misma forma por las demás culturas para sus dioses paganos. Sin duda los altares a esos dioses, fueron el esfuerzo de Satán para imitar y suplantar al altar de Dios.  Algo que figuradamente continúa sucediendo hoy en que el enemigo tiene su versión de las cosas santas para engañar.

El sacrificio de seres humanos en los altares edificados para Dios, no estaba contemplado, a diferencia de las culturas paganas en los que sí lo practicaban como lo normal.

Uno de los altares más icónicos si se quiere, es el de la historia de Abraham en Génesis (el monte en Moriah) en donde se establece una de las figuras eternas más importantes: un padre entregando en sacrificio a su único hijo por voluntad de Dios y como prueba de su amor por Él (Génesis 22: 1-14). Algo que no se consumó ciertamente, porque Dios lo evitó proveyendo otra víctima no humana que la suplantara en el último momento, pero significó el mayor acto de fe y testimonio además de la imagen misma del Plan de Dios un día en el mismo sitio prácticamente, proveyendo igualmente otra víctima que tomara el lugar del hombre, esta vez su propio Hijo.

Interesantemente ese lugar de tal acto con dimensiones eternas, es el único sitio en el Planeta que Dios “firmó” con su nombre. Es en el que se edificaría más tarde el templo. El sitio más sagrado para los judíos. El monte Moriah en Jerusalén.

Continuará…