domingo, 15 de noviembre de 2020

La Dinámica del Perdón (4° parte)

La Dinámica del Perdón (4° parte)

Continuación…

Le pongo otro ejemplo.

Suponga que visita a alguien y por accidente golpea un valioso jarrón que se viene al suelo y se hace añicos o quiebra un vidrio de un ventanal y usted ni siquiera se inmuta o inclusive lo ignora deliberadamente. Es extraño ¿no le parece? Espero por supuesto que alguien aquí no crea que eso es normal o de poca importancia.

Según el pasaje leído, el que ofendió debe buscar al ofendido para reconciliarse (es decir entablar de nuevo la relación y conforme otros pasajes de la Escritura, reparar el daño).

Lo insólito que está sucediendo y tomándose lamentablemente como lo normal, es por ejemplo que “quebramos el jarrón o el vidrio del prójimo y apenados le solicitamos a él el dinero para reponérselo”. Risible ¿no?, pero eso es lo que estamos haciendo con el tan trillado “pedir perdón”. Esto si es que más bien no nos hacemos los desentendidos, le achacamos la culpa a otro o al mismo dueño de la casa por colocar el jarrón o el vidrio en la trayectoria de paso o aparentamos que fue el viento o un temblor el que se trajo el artículo al suelo. Algunos hasta correrán a esconderse. Es la clase de pésimas actitudes que mostramos cuando ofendemos.

No es placentero, pero hay que resarcir el daño como corresponde, procurando tener cuidado de no volver a quebrarle alguna otra cosa más. Si usted acostumbra a visitar a sus amigos y cada vez que les visita les quiebra algo, dudo mucho que le quieran seguir invitando a sus casas.

Ahora bien, imagine ¿cómo reaccionará la persona si además de reponerle el jarrón o repararle el vidrio, usted le repara otro que tenía ya quebrado? No solo hizo lo que debía sino que hizo más. Le aseguro que disipará la molestia inicial de esa persona y no dudará de su honestidad jamás. Creo que aquí aquello de caminar una milla más dicho por Cristo adquiere un sentido importante adicional.

Si bien el pasaje que estamos analizando no especifica ese resarcir con creces un daño provocado, le aseguro que es parte implícita en el proceso de reconciliación. Leamos el caso de Zaqueo.

Actitud de un corazón manso

Zaqueo: Lucas 19: 8 “Entonces Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: He aquí, Señor, la mitad de mis bienes doy a los pobres; y si en algo he defraudado a alguno, se lo devuelvo cuadruplicado.

9 Jesús le dijo: Hoy ha venido la salvación a esta casa

Así que tratar con Zaqueo era muy conveniente, no porque tuviera dinero sino porque mantenía unos principios muy sólidos que garantizaban cualquier trato a la hora de hacer negocios. 

Continuará…