sábado, 29 de noviembre de 2014

El Show de Truman

El Show de Truman
Escrito autóctono

“…porque separados de mí nada podéis hacer” Juan 15: 5b

He visto esta película en varias oportunidades.

Jim Carry en una de sus mejores actuaciones (para mi concepto) es el personaje central (Truman) de dicha producción cinematográfica, y cuando digo personaje central no es meramente un decir. La trama se desarrolla presentando la vida normal de un hombre en una comunidad en la que todo marcha dentro de lo normal o lo que al menos para él es normal.

Truman, sin saberlo está rodeado de actores que trabajan en una especie de reality show en que miles de cámaras filman todo su proceso de vida. Y es que Truman fue adoptado por el director y diseñador del reality desde antes que naciera y es quien dicta absolutamente todo lo que ocurre dentro de ese gigantesco escenario que simula un pequeño mundo dentro de otro. Así, existe control total de las estaciones, el día, la noche, la lluvia o el viento. Todo absolutamente está manejado bajo las órdenes del director, aún los acontecimientos en la vida de Truman. Mientras tanto, el resto del mundo está siguiendo paso a paso el suceder diario de su vida con alto rating de sintonía.

De pronto algo comienza a suceder, siente que algo no está bien. Su deseo de toda la vida en conocer FIJI es una y otra vez impedido por circunstancias inexplicables junto a su temor por embarcarse en una travesía marina debido al trauma de la pérdida de su padre siendo un niño.

Pero su persistencia al final tiene un desenlace que nadie imaginaría.

Hace un tiempo me identifiqué de manera singular con la película, porque al igual que Truman, parece ser que todo en la vida tiene una forma de ser y existe un Status Quo que todos seguimos y respetamos. De hecho si alguien se opone, es considerado como extraño y podría hasta ser hostigado. Existe un sistema muy bien montado que decide todo cuanto somos y que nos circunda de forma tal que no lo cuestionamos. Llámelo gobierno, educación, iglesia, etc. Todo está como interconectado para programarnos de cierta manera desde que nacemos con la idea de que seamos ciudadanos productivos y “bien portados”. Pero un día algo comienza a suceder. Se activa inexplicablemente dentro de nosotros un sentir de que existe algo más de lo que hasta entonces conocimos. La Biblia le llama “conocer la verdad” para ser verdaderamente libres. No me refiero a una alteración del sistema el cual debe continuar así por orden humano. Hablo más bien de algo dentro nuestro. Nuestra búsqueda de la verdad.

Esta parece ser la eterna y gran pregunta del hombre: “¿Qué es la Verdad?”. Hace 2000 años Pilato la hizo al mismo Señor. Y la verdad no era una filosofía, sino un hombre: Jesús. No es saber de Él. No es conocer sus enseñanzas. Tampoco haber podido andar con Él físicamente o haberle tocado literalmente como pudieron muchos. Es más profundo, es interno, es un hacerse uno con Él. Un morir para que Él viva.

Probablemente los temores infundados por nuestro entorno y formación son los mayores obstáculos que debemos saldar antes de poder ser libres de este pequeño universo de creencias o costumbres que nos rodea en el que estamos convencidos de que no hay nada más.

De nuevo, no se trata de rebelarse (por pura rebelión), ni hacer la guerra al sistema, ni mucho menos a quienes están en él. Más bien es una guerra contra uno mismo. Un permitirse dejar los prejuicios y por qué no “resetearse” o mejor dicho, permitirle a Dios que nos resetee para comenzar de cero no cargando uno la información sino dejando a Dios reflejarse en nosotros y confiar en lo que Él desea revelarnos. La Palabra lo plantea como ser niños, volver a su inocencia libre de conocimientos prediseñados para que esta revelación del Señor pueda tener todo el espacio para fluir con libertad dentro nuestro.

Hay quienes creyendo ser libres viven en cautiverio como le ocurrió a Truman, y hay quienes estando en cautiverio experimentaron la libertad de verdad cuando decidieron enfrentar sus prejuicios como plantea la Película.

Claro que el desenlace inesperado parece ser inevitable, sin embargo y por encima de ello, es más bien una realidad del ser que ahora sabemos, dependiente totalmente del Señor que antes creímos vivir pero ahora es verdad palpable.

Comprendemos lo que es vivir en Él y por Él y no más por otras fuentes.