El uso de la autoridad (1° parte)
Escrito autóctono
Hablar de autoridad -griego:
“exousia”- significa poder o derecho para ejercer una función y su aplicación
en la iglesia según la Palabra
de Dios, queda a medio tratar si no tocamos el área de los gobiernos humanos
que también reciben autoridad de parte de Dios según lo dicen las Escrituras.
“Si la dio a ellos que no lo
reconocen ¿cuánto más a sus hijos que si?”, podríamos pensar.
Pero la autoridad sea donde sea
que se aplique… ¿fue cedida o extendida?; y… ¿cómo aplicarla?
La fuente de la autoridad es
Dios, le pertenece a Él. Operarla bajo términos terrenales y humanos es un
error puesto que ha de obrar según la justicia de Dios. (San
Juan 19: 11; Romanos 13: 1).
La Palabra lo establece; toda
autoridad proviene de Dios y Dios la entregó a Cristo (Mat. 28: 18; Ef. 1: 21 – 23).
Pero Cristo la extiende o delega (no la entrega) a su iglesia de
la misma forma que Dios la delega (no la entrega) a los gobernantes.
Su uso indiscriminado como si
fuese propia, afrenta a Dios.
Es vital entender cómo funciona
la autoridad delegada y cómo funciona la autoridad cedida o entregada.
Autoridad delegada funciona teniendo
la claridad que viene de otro que la posee quien la usa a criterio personal.
Ese es Dios. Él la deposita en quien
Él quiera pero para que le represente. Pero los hombres tienen la extensión de
esa autoridad y no deben usarla a criterio personal sino a criterio de aquel
que se las dio, tal como debe suceder sanamente en la iglesia.
Para captar mejor esto, pongo el
ejemplo del dinero cuando usted lo deposita en un banco. Usted les delega la
autoridad de su dinero. Ellos lo utilizarán, pero usted no se los está
regalando, lo pondrán a producirles pero no les pertenece. Usted lo puede dejar
allí todo el tiempo que quiera o lo retirará cuando lo considere necesario. Es
suyo, es su dinero. Es funcional para quien deposita el dinero pues este está
más seguro allí que tenerlo en casa. Es funcional para ellos porque lo ponen a
trabajar. Es la dinámica del asunto.
Por su parte la autoridad
entregada o cedida funciona de manera similar solo que en esta ocasión, quien
la recibe puede usarla en igualdad de condiciones que quien la otorgó y decidir
libremente su uso con criterio propio. Es lo que leemos en la Escritura que
Dios hizo únicamente con Cristo entregándole toda potestad (autoridad).
En ambos aspectos hay un emisor
como un receptor.
El apóstol Pablo lo presenta de
forma simple: el cuerpo humano. La cabeza en dónde se encuentra el centro de
mando (cerebro/emisor) da la orden al miembro (mano/receptor) para realizar
alguna función.
No veremos jamás a la mano
pensando por sí misma u operando sin que el cerebro le envíe alguna orden. Si
por cierta razón algún miembro del cuerpo se mueve sin la participación del
cerebro, más bien es muestra de un desorden causado por algún padecimiento que
ha de ser tratado.
Veremos en la siguiente parte
ejemplos bíblicos de usos correctos e inclusive incorrectos de la autoridad
Continuará…