viernes, 5 de diciembre de 2014

El uso de la autoridad (1° parte)

El uso de la autoridad (1° parte)
Escrito autóctono


Hablar de autoridad -griego: “exousia”- significa poder o derecho para ejercer una función y su aplicación en la iglesia según la Palabra de Dios, queda a medio tratar si no tocamos el área de los gobiernos humanos que también reciben autoridad de parte de Dios según lo dicen las Escrituras.

“Si la dio a ellos que no lo reconocen ¿cuánto más a sus hijos que si?”, podríamos pensar.

Pero la autoridad sea donde sea que se aplique… ¿fue cedida o extendida?; y… ¿cómo aplicarla?

La fuente de la autoridad es Dios, le pertenece a Él. Operarla bajo términos terrenales y humanos es un error puesto que ha de obrar según la justicia  de Dios. (San Juan 19: 11; Romanos 13: 1). 

La Palabra lo establece; toda autoridad proviene de Dios y Dios la entregó a Cristo (Mat. 28: 18; Ef. 1: 21 – 23).  Pero Cristo la extiende o delega (no la entrega) a su iglesia de la misma forma que Dios la delega (no la entrega) a los gobernantes.

Su uso indiscriminado como si fuese propia, afrenta a Dios.

Es vital entender cómo funciona la autoridad delegada y cómo funciona la autoridad cedida o entregada.

Autoridad delegada funciona teniendo la claridad que viene de otro que la posee quien la usa a criterio personal. Ese es Dios. Él  la deposita en quien Él quiera pero para que le represente. Pero los hombres tienen la extensión de esa autoridad y no deben usarla a criterio personal sino a criterio de aquel que se las dio, tal como debe suceder sanamente en la iglesia.

Para captar mejor esto, pongo el ejemplo del dinero cuando usted lo deposita en un banco. Usted les delega la autoridad de su dinero. Ellos lo utilizarán, pero usted no se los está regalando, lo pondrán a producirles pero no les pertenece. Usted lo puede dejar allí todo el tiempo que quiera o lo retirará cuando lo considere necesario. Es suyo, es su dinero. Es funcional para quien deposita el dinero pues este está más seguro allí que tenerlo en casa. Es funcional para ellos porque lo ponen a trabajar. Es la dinámica del asunto.

Por su parte la autoridad entregada o cedida funciona de manera similar solo que en esta ocasión, quien la recibe puede usarla en igualdad de condiciones que quien la otorgó y decidir libremente su uso con criterio propio. Es lo que leemos en la Escritura que Dios hizo únicamente con Cristo entregándole toda potestad (autoridad).

En ambos aspectos hay un emisor como un receptor.

El apóstol Pablo lo presenta de forma simple: el cuerpo humano. La cabeza en dónde se encuentra el centro de mando (cerebro/emisor) da la orden al miembro (mano/receptor) para realizar alguna función.

No veremos jamás a la mano pensando por sí misma u operando sin que el cerebro le envíe alguna orden. Si por cierta razón algún miembro del cuerpo se mueve sin la participación del cerebro, más bien es muestra de un desorden causado por algún padecimiento que ha de ser tratado.

Veremos en la siguiente parte ejemplos bíblicos de usos correctos e inclusive incorrectos de la autoridad

Continuará…