El uso de la autoridad (3° parte)
Escrito autóctono
Continuación…
Analicemos ahora la autoridad
fuera del contexto de la iglesia.
Delegada a los gobiernos humanos: hablar de gobiernos humanos
incluye un todo; desde la máxima posición
jerárquica (Reyes, Gobernadores, Presidentes, Primeros Ministros, Jefes de
estado, etc) hasta las diferentes instituciones y ministerios gubernamentales
que los conforman. Evidentemente no se excluye áreas de justicia como Magistrados, Jueces y demás; y todo lo que tiene que ver con seguridad como Policías,
Tránsito; o educación (Ministros, Maestros, Profesores, etc). (Juan
19: 10 y 11; Rom. 13: 1 y 2, Tito 3: 1; 1° Pedro 2: 13, 14 y 17).
Pero aclara la Palabra de Dios
también que si bien es cierto debemos obedecer a los gobiernos humanos y
colaborar con ellos en todo aspecto bueno, cuando estos se oponen al designio
de Dios, nuestra obediencia se debe a Dios antes que a los hombres. (Hechos 4: 18 y 19). Más es necesario
aclarar también que esto no justifica en ninguna manera participaciones en
protestas rebeldes contra la autoridad, ni mucho menos violencia. Más bien la Palabra
de Dios nos exhorta a interceder por los gobiernos humanos con oraciones y
rogativas para lograr vivir quieta y reposadamente (1° Tim. 2: 1-3).
Delegada a la parte laboral (jefes, amos):
(Efesios 6: 5-8; Col. 3: 22-24; 1° Tim 6: 1 y
2; Tito 2: 9 y 10; 1° Pedro 2: 18). También manda
la Palabra a los que son amos (jefes) que traten de buena manera a quienes les
sirven (Efesios 6: 9; Col. 4: 1).
Delegada a los padres de familia: (Efesios 6: 1-3; Col. 3: 20). De la misma manera se le manda a los
padres a tratar a sus hijos con toda consideración (leer Efesios 6: 4 y Col. 3: 21).
Delegada a la cabeza de hogar (esposo): (Efesios 5: 22-24 y 33; Col. 3: 18). Pero se le demanda al esposo amar
y tratar bien a su mujer (Efesios 5: 25,
28-29 y 33; Col. 3: 19).
Es interesante notar que en estos
tres últimos casos propios de una vida sociable, la autoridad otorgada no ha de usarse expresa o específicamente como una
demanda para con los demás sino que implica de hecho una responsabilidad de buen
trato de parte de aquellos que la están ejerciendo. Esto denota entonces un buen
ejercicio de la autoridad, que opera conforme a Dios.
Además debemos entender que el
Señor quiso dejar en claro que la interpretación de la autoridad ya en la
iglesia, tendría que ser diferente a como era aplicada en ámbitos humanos, es
decir debía ser la correcta (Mateo 20:
25-27; Marcos 10: 42-44; Lucas 22: 24-27).
Entonces decimos que la autoridad
funciona siendo reconocida por otros, más no está contemplado bajo ninguna
circunstancia dentro del significado sano de autoridad que da la Palabra de
Dios, una imposición por la fuerza sobre los demás para alcanzar un objetivo.
Eso más bien es tiranía, dictadura u opresión.
La sana autoridad que viene de
Dios no posee esos elementos, ni tampoco manipula o controla. Todas ellas son carnales
y malas adhesiones que los hombres han dado a la autoridad y que la han
corrompido.
La autoridad genuina debería
seguir siéndolo en cualquier ámbito en que se opere, usándose bajo los términos de Dios, llámese gobierno humano o institución, llámese iglesia,
llámese familia; de lo contrario ya no es autoridad.
Lamentablemente muchos se escudan
en una autoridad tergiversada para utilizar a otros y levantarse por encima de
los demás y tener poder, control y dominio. Esto se ve lamentablemente también en
cada uno de esos ámbitos mencionados, llámese gobierno humano o institución,
llámese iglesia, llámese familia.
Muchos lo justifican tergiversando
igualmente la Palabra de Dios; pero nada más errado y lejos de la verdad pues
el mayor ejemplo de cómo se usa la autoridad está en el Señor mismo.
Pregunto: ¿Acaso Dios manipula?;
¿Acaso Dios domina de forma tirana?; ¿Acaso Dios fuerza a los hombres y los
obliga a servirle o rendirle tributo y adoración so pena de males?
Aunque el Señor posee la autoridad,
no la usa para nada de eso. ¿Cuánto más aquellos que la recibamos de forma
delegada?
Aquí es donde la sujeción que
viene como respuesta a la autoridad merece un capítulo aparte para el análisis.
Continuará…