viernes, 19 de diciembre de 2014

El uso de la autoridad (3° parte)



El uso de la autoridad (3° parte)
 Escrito autóctono

 Continuación…

Analicemos ahora la autoridad fuera del contexto de la iglesia.

Delegada a los gobiernos humanos: hablar de gobiernos humanos incluye un todo; desde la máxima  posición jerárquica (Reyes, Gobernadores, Presidentes, Primeros Ministros, Jefes de estado, etc) hasta las diferentes instituciones y ministerios gubernamentales que los conforman. Evidentemente no se excluye áreas de justicia como Magistrados, Jueces y demás; y todo lo que tiene que ver con seguridad como Policías, Tránsito; o educación (Ministros,  Maestros, Profesores, etc). (Juan 19: 10 y 11; Rom. 13: 1 y 2, Tito 3: 1; 1° Pedro 2: 13, 14 y 17).

Pero aclara la Palabra de Dios también que si bien es cierto debemos obedecer a los gobiernos humanos y colaborar con ellos en todo aspecto bueno, cuando estos se oponen al designio de Dios, nuestra obediencia se debe a Dios antes que a los hombres. (Hechos 4: 18 y 19). Más es necesario aclarar también que esto no justifica en ninguna manera participaciones en protestas rebeldes contra la autoridad, ni mucho menos violencia. Más bien la Palabra de Dios nos exhorta a interceder por los gobiernos humanos con oraciones y rogativas para lograr vivir quieta y reposadamente (1° Tim. 2: 1-3).

Delegada a la parte laboral (jefes, amos): (Efesios 6: 5-8; Col. 3: 22-24; 1° Tim 6: 1 y 2; Tito 2: 9 y 10; 1° Pedro 2: 18). También manda la Palabra a los que son amos (jefes) que traten de buena manera a quienes les sirven (Efesios 6: 9; Col. 4: 1).                                                                                             
                                                                                                                                                          
Delegada a los padres de familia: (Efesios 6: 1-3; Col. 3: 20). De la misma manera se le manda a los padres a tratar a sus hijos con toda consideración (leer Efesios 6: 4 y Col. 3: 21).

Delegada a la cabeza de hogar (esposo): (Efesios 5: 22-24 y 33; Col. 3: 18). Pero se le demanda al esposo amar y tratar bien a su mujer (Efesios 5: 25, 28-29 y 33; Col. 3: 19).

Es interesante notar que en estos tres últimos casos propios de una vida sociable, la autoridad otorgada no ha de usarse expresa o específicamente como una demanda para con los demás sino que implica de hecho una responsabilidad de buen trato de parte de aquellos que la están ejerciendo. Esto denota entonces un buen ejercicio de la autoridad, que opera conforme a Dios.

Además debemos entender que el Señor quiso dejar en claro que la interpretación de la autoridad ya en la iglesia, tendría que ser diferente a como era aplicada en ámbitos humanos, es decir debía ser la correcta (Mateo 20: 25-27; Marcos 10: 42-44; Lucas 22: 24-27).

Entonces decimos que la autoridad funciona siendo reconocida por otros, más no está contemplado bajo ninguna circunstancia dentro del significado sano de autoridad que da la Palabra de Dios, una imposición por la fuerza sobre los demás para alcanzar un objetivo. Eso más bien es tiranía, dictadura u opresión.

La sana autoridad que viene de Dios no posee esos elementos, ni tampoco manipula o controla. Todas ellas son carnales y malas adhesiones que los hombres han dado a la autoridad y que la han corrompido.

La autoridad genuina debería seguir siéndolo en cualquier ámbito en que se opere, usándose bajo los términos de Dios, llámese gobierno humano o institución, llámese iglesia, llámese familia; de lo contrario ya no es autoridad.

Lamentablemente muchos se escudan en una autoridad tergiversada para utilizar a otros y levantarse por encima de los demás y tener poder, control y dominio. Esto se ve lamentablemente también en cada uno de esos ámbitos mencionados, llámese gobierno humano o institución, llámese iglesia, llámese familia.

Muchos lo justifican tergiversando igualmente la Palabra de Dios; pero nada más errado y lejos de la verdad pues el mayor ejemplo de cómo se usa la autoridad está en el Señor mismo.

Pregunto: ¿Acaso Dios manipula?; ¿Acaso Dios domina de forma tirana?; ¿Acaso Dios fuerza a los hombres y los obliga a servirle o rendirle tributo y adoración so pena de males?

Aunque el Señor posee la autoridad, no la usa para nada de eso. ¿Cuánto más aquellos que la recibamos de forma delegada?

Aquí es donde la sujeción que viene como respuesta a la autoridad merece un capítulo aparte para el análisis.

Continuará…