sábado, 27 de diciembre de 2014

El uso de la autoridad (4° parte A)


El uso de la autoridad (4° parte A)
Escrito autóctono

 Continuación…

No debemos ser grandes conocedores de teología para establecer la diferencia entre los términos sujeción-sujeto y sumisión-sumiso que aparecen en variados pasajes de la Escritura. Basta con revisar cualquier diccionario de lengua española o bien de antónimos y sinónimos para darnos cuenta que la terminología que los traductores bíblicos usaron para definirnos algunas expresiones en ciertas partes de las Escrituras, a veces no calza con el espíritu que mantenían los pasajes.

Veamos el ejemplo de sujetar/sujesión-sujeto, tal como son presentados de la manera más común en uno de estos diccionarios:
“retener, asir, fijar, atar, agarrar, contener, prender, trabar, asegurar, pegar, juntar, dominar, oprimir, subyugar, sojuzgar, subordinar, esclavizar.”

A todas luces se refiere a aplicar límite a algo o alguien por la fuerza, obligándole en contra de su voluntad. Si usted es atado, dominado, contenido, sojuzgado, oprimido o esclavizado, dudo mucho que desee serlo por gusto. Si lo quisiera voluntariamente, no tendrían que atarlo, asegurarlo, o prenderlo.

Pregunto: ¿es esa la figura que nos quiere dar a entender la Palabra cuando dice que las esposas deben estar sujetas a sus maridos como la iglesia a Cristo? (Efesios 5: 24).  Evidentemente no, pues la iglesia no está amarrada a Cristo, ni está sujeta a Él como contra su voluntad. ¿Se imagina usted a Cristo esclavizando u oprimiendo a la iglesia? No va, ¿no es cierto? Por eso el término sujeción no cabe.

Muchos se excusan diciendo que deben tener a sus mujeres metidas en sus casas como si estas fuesen una prisión, y algunos las esclavizan pensando que tienen todo el aval de Dios. ¡Puras patrañas!

Estar sujeto es estar atado, como cuando se amarra a un perro bravo porque de otra manera mordería a cualquiera. Usted sujeta a un perro así ¿no es cierto? Es imposición por la fuerza para lograr un objetivo. Se sujeta al perro para obligarlo, para limitarlo. El perro no quiere estar atado, quiere estar libre para morder. No valora la “autoridad” ni respeta a nadie pues se le está obligando por la fuerza. Una vez desatado hasta podría morder a su propio dueño y a cualquier familiar cercano del amo, como a un hijo de este. De cualquier manera, su dueño debe llevarlo atado con una correa o cadena. Toda esta imagen nos enseña lo que es la sujeción. Cuando alguien se la demanda disque amparado en la Biblia, le puedo asegurar que lo que desea es que usted haga lo que él quiere probablemente hasta en forma ciega basado en un concepto falso de autoridad. Esa sujeción o atadura se realiza bajo términos de dominio en que alguien piensa erróneamente que puede mandar y controlar por alguna investidura que creer tener o le facilitaron. Entonces usa, manipula, manda, controla, domina y demanda obediencia a todo cuanto dice, se sirve de los demás, busca ser servido, etc. Una real muestra de tiranía.

Quien opera bajo sujeción, obedece por miedo, peligra su seguridad o estabilidad si no lo hace, puede peligrar hasta su vida en muchos casos.

Pero veamos en el mismo diccionario los términos más comunes que se aplican a someter/sumisión-sumiso:
“sometimiento, acatamiento, rendición, entrega, capitulación, obediencia, mansedumbre, docilidad, respeto, humildad, reverencia, dócil, manso, manejable, reverente, obediente”

Gran diferencia, ¿verdad?

No nos deja la menor duda que se refiere a una posición que se toma sin ser obligado bajo ninguna circunstancia.  Lo único que media es un respeto y reconocimiento genuino, no impuesto. No requiere cadenas, sino voluntad.  Comparándolo con el pasaje de Cristo y su iglesia, aquí sí calza perfectamente el concepto por lo que el término que debió usarse es sometimiento. La iglesia ama estar con el Señor porque este la cuida y la sustenta, la ama y dio su vida por ella y ella responde a ese trato con amor igualmente. No vemos a Cristo con un pié sobre el cuello de la iglesia maltratándola en ninguna forma. No existe tiranía sino una relación de amor y sacrificio que produce naturalmente el sometimiento de la iglesia a Él. Es una relación en que nadie está obligado a nada. Todo se sucede en amor. ¡Que maravilloso ejemplo de cómo debe generarse una sana relación en los matrimonios!

Si nos adentramos a estudiar todas las referencias de sujeción (Reina-Valera 1960), veremos que nunca se muestra como un sometimiento ciego e independiente desligado de su fuente y que lleve a un manejo o control en el cuerpo de Cristo impuesto a algunos para estar bajo el dominio de otros. Más bien es un reconocimiento mutuo en humildad (Efesios 5: 21). Reitero, no como sujeción sino como sometimiento o sumisión.

Continuará a la parte B…