¿Cómo se distribuían los recursos en la iglesia del Nuevo Testamento?
2° Parte
Escrito autóctono
Ya en la iglesia, según hemos
visto con claridad, el recurso total traído o aportado por los hermanos, se
distribuía equitativamente entre los mismos hermanos dando prioridad a los
necesitados (viudas, huérfanos, pobres y extranjeros).
Ahora, ellos definieron un
porcentaje (que no está registrado numeralmente en el NT para la iglesia)
para dedicarlo a sostener a los que trabajaban arduamente -y resalto “arduamente”- en la obra de Dios. Estas eran personas
bien reconocidas por todos y con las características bien definidas que si
aparecen detalladas en las cartas apostólicas en:
a- Función: 1° Pedro
5: 1-4
b- Comportamiento: Mat.
23: 5-11; Filip. 2: 3
c- Posición: Mat. 20: 25-28;
Mar. 10:42-45
d- Carácter: 1° Cor.
4: 2; 1° Tim. 3: 2-13; 5: 17-20; 2° Tim. 2: 15; Tito 1: 6-9, 13; 1° Pedro 5: 3
Aunque no lo dice la Biblia , si es que ellos
decidieran tomar el modelo que ya conocían tal como Dios lo había constituido
para los israelitas, como una forma de organizarse a la hora de distribuir ese
recurso, pensemos entonces que del total, pudieron haber extraído un 10% para
sostener a los obreros. La verdad, no me lo saco “de la manga”, más adelante
les aclararé. Eso sí, definitivamente nunca impusieron a la iglesia diezmar
ni hay un solo pasaje que lo demuestre a pesar de todo cuanto se ha dicho o
hecho tradicionalmente desde el siglo VIII* hasta nuestros días, como sí era
una costumbre judía. Más bien, el Espíritu les enseñó a regirse por el amor
antes que por una imposición legal, o lo que podríamos bien llamar “la ley del
amor” y por qué no decirlo, la mejor conocida como regla de oro (Mateo 7:12), tratando a los demás de la
misma manera que a uno le gustaría ser tratado, lo que dio lugar a eliminar de
sus corazones el egoísmo y considerar que sus recursos estaban disponibles para
lo que requiriera el reino. Lo importante aquí es que sabían que todo sería
repartido de manera equitativa para que no hubiese necesidad entre ellos como
confirma la forma en que ofrendaban y daban generosamente en todas partes según
relata el NT.
Si es que decidieron salvar el 10,
15, 20 o 30% de todo el recurso recibido
para sostener a los obreros, esto no niega lo que si es claro: otorgaron cierta
cantidad para dedicarla a ese fin (1° Cor. 9: 14; 1° Tim. 5: 18).
Pero también es claro que siempre la mayor cantidad la dedicaban a viudas,
huérfanos, pobres -necesitados- y extranjeros. Entonces solo una pequeña parte
porcentualmente hablando pero lo suficientemente grande por la enorme cantidad
de recurso que traían, lo dedicaban para
sostener dignamente a los obreros y sus familias, aunque muchos de ellos preferían
trabajar y servir paralelamente en las obra del Señor con la idea de que no se
gravara a la iglesia y más bien hubiese más para los necesitados. ¡Qué actitud
y corazón más hermosos!
No tengo la menor duda que Dios
les prosperaba muchísimo como es el caso del mismo Pablo quien, si consideramos
la titánica labor que hizo en la extensión del evangelio, podría haber hecho
uso de su derecho como apóstol, pero aún así fabricaba tiendas para su
sostenimiento y el de los que le acompañaban. Solamente recibía algunas
ofrendas de sostenimiento de las iglesias en Filipos (Filipenses 4: 15-16), y se sabe que ellos le obligaban a recibirlas.
¿Se ha puesto a pensar de dónde salieron estos derechos de apóstol a los que
Pablo se refiere (1° Cor. 9:1-15)?
Por supuesto que de un tiempo de consenso en la iglesia de Hechos de cómo debían
tratar el asunto de aquellos que estaban dedicados arduamente a servirle al
Señor, aunque no se registre un pasaje que los muestre tomando esas decisiones.
No debemos equivocarnos en pensar
que aunque se recibía mucho recurso, entonces lo despilfarraban. De ninguna
manera. Muy al contrario, lo cuidaban muchísimo. Si miramos 1° Tim. 5: 14 y 16, nos damos cuenta que
aunque las viudas eran prioridad UNO en el
sostenimiento de la iglesia, se les recomienda a las más jóvenes que mejor se
casaran y a los hermanos que tuviesen viudas que las mantuvieran para no gravar
innecesariamente a la iglesia. ¡Qué maravilla de sencillez y coordinación en el
Espíritu tenían!
Continuará…