Doctrinas y prácticas evangélicas en el ojo del escrutinio. Parte 133
Continuación...
Ahora, no está mal que oremos en las noches para nada, de hecho, es un excelente tiempo por la tranquilidad que esa sección del día ofrece. Sea individualmente o acompañado por otros, es de gran provecho.
El salmista hablaba de buscar al Señor de madrugada y realmente es algo que conserva una delicia especial.
Pero de eso a hacer un culto a esas horas, dista mucho del sentido de la Palabra.
Recordemos que las noches en el pueblo y cultura israelita, se divide en 4 vigilias de tres horas cada una que comenzaban a las 6 de la tarde y terminaban a las 6 de mañana del siguiente día (doce horas en total). Luego el día en sí también contendría doce horas desde las 6 de la mañana la primera hora hasta la hora duodécima y última de su día que finalizaba a las 6 de la tarde.
Estas vigilias también se dividían en vigilias de la noche y vigilias de la mañana. Entonces realizar alguna actividad en cualquiera de ellas era vigilar.
Sin embargo, la Palabra nos habla más en el aspecto de guardar y obedecer lo dicho por el Señor, mantenerse apercibido o despierto (como de día) en la Palabra y la santidad, vigilar los tiempos y las acechanzas del diablo, hacer lo que Dios quiere que hagamos, es decir mantenernos despabilados en la parte espiritual para no ser sorprendidos, más que pasar largas noches sin sueño.
Pablo dice que somos del día, en el sentido mismo de mantenerse despiertos y en obras claras, nada absolutamente de asuntos oscuros. En otra parte dice “andemos como de día” es decir decorosamente, con honestidad y no en carnalidades. No hay en ningún pasaje una literalidad que exprese que la noche sea mala por supuesto aunque muchos utilicen la oscuridad para intentar ocultar sus malas obras.
Continuará…