sábado, 4 de abril de 2015

Una palabra de amor y exhortación



Cómo muchos de ustedes pueden notar, este blog pretende mostrar todo cuanto Dios nos enseña en forma autóctona, no menospreciando en ninguna forma lo que Dios también ha hecho y continúa haciendo por medio de muchos de sus siervos en otros lugares.

Publicar acá los escritos de muchos de ellos sería más que un honor y bendición, sin embargo muchos ya cuentan no solo con la aceptación del pueblo del Señor quienes han recibido la bendición de sus escritos, sino con muchos medios de publicación que les han dado a conocer en casi todo el mundo.  Estoy completamente seguro que su pluma no requerirá de uno más ni tan humilde como el nuestro.

Por esta razón es nuestro deseo presentarles los propios que incluyen también la de algunos de los hermanos sencillos que conocemos y crecen entre nosotros y que además ya han demostrado con sus vidas y el paso de los años un testimonio íntegro  y cómo Dios igualmente les esta usando.  Me gozo en saber que aquello que un día el Señor en su misericordia me permitió sembrar con fe, hoy ya da mucho fruto en Él. Por eso también me gozo en publicar algo de lo que oro a Él porque se incremente en el seno de nuestros queridos hermanos para hacerlo parte de este blog y bendigan así cada una de nuestras vidas.

Mientras me encontraba en la serie que recién hemos terminado, un querido hermano de estas características en quien he visto con mis propios ojos ese crecimiento en el Señor de una manera asombrosa, me envió este mensaje que consideramos oportuno compartirlo para la edificación de todos nuestros lectores. Es pequeño pero con un enorme sentimiento de amor y exhortación de parte del Señor.

Con gran bendición lo presento.  Recibámoslo del Señor.

Una palabra de amor y exhortación
Por el Hno. López

“La mansedumbre debe de ser la forma de vida mostrada primeramente a Dios y luego a nuestro prójimo.

Hermanos y hermanas, no puede ser que después de cierto tiempo en nuestro caminar con Cristo sigamos siendo los mismos hombres y mujeres carentes de domino propio con relación a nuestro carácter, acciones, sentimientos e impulsos; no debe de ser que sigamos hablando con groserías, gritos, amenazas, improperios, y en algunos casos hasta con golpes a nuestros hermanos, padres, conyugues, hijos o a nuestro prójimo. Miremos lo que dice la Escritura acerca de esto.

2Co. 3:18 (DHH) Por eso, todos nosotros, ya sin el velo que nos cubría la cara, somos como un espejo que refleja la gloria del Señor, y nos vamos transformando en Su misma imagen, porque cada vez tenemos más de Su gloria, y esto es por el resultado de la acción del Espíritu del Señor.

Todos nosotros debemos ser como un espejo que refleja la gloria del Señor, pero… ¿Qué ve la gente en cada uno de nosotros? El mismo Jesucristo un día les preguntó a Sus discípulos “¿Quién dice la gente que Soy Yo? Lc. 9:18”.

Hermanos y hermanas, nuestras vidas tienen que reflejar la gloria de Dios, es decir: Su amor, bondad, gozo, humildad, misericordia, compasión y mansedumbre. Ahora bien, no importa en qué situación te acercaste a Dios, lo que sí tiene que quedar claro es que tu vida tiene que ir pasando en un proceso de transformación a la imagen misma del Señor. Lo normal de todos los creyentes es que cada día tengamos y manifestemos más de la gloria de Dios. Hermanos y hermanas, todo esto es el resultado de nuestro sometimiento al Señor, pues somos cambiados por Su misma Presencia en nosotros; por tal motivo es indispensable para todo creyente mantener día a día una relación íntima con el SEÑOR; una vida de oración, lectura y obediencia amorosa a Su Palabra.  Amén “



Próxima serie:  Lo que pide Dios.