domingo, 19 de febrero de 2017

Conocer a Dios pero… ¿nos conoce Él? (8° parte)



Conocer a Dios pero… ¿nos conoce Él?  (8° parte)
Escrito autóctono

Continuación…

¿Hasta cuándo entenderemos que este reino no es de este mundo y funciona con los parámetros del reino celestial totalmente diferentes y extraños a los parámetros del mundo? Participar de él es una experiencia nueva, inimaginable y por supuesto hasta misteriosa.

Si lo que tienes es como un molde pero con otro nombre, si tu vivencia cristiana o de iglesia se te hace muy familiar, es prueba de que realmente no conoces el reino, porque este no es asimilable con nuestra mente ni se puede experimentar con los elementos de este mundo. No se iguala a nada que conozcas; es de otra dimensión. Si lo que conoces lo puedes describir con tu idioma o te lo pueden esquematizar en una pizarra, del reino realmente no conoces nada.

Todavía Dios, su reino, Cristo, el evangelio, la iglesia, la fe, la Vida; todo! es y sigue siendo indescriptible.  Todo ha de ser revelado por el Padre por medio de Cristo, si no, no se puede conocer.

¿Cuánto tiempo más pasará para que caigamos en razón?

Aquí es dónde vemos con toda claridad lo que se demuestra con creces y es que realmente no tenemos fe. Seguimos utilizando el método científico que ha de comprobarlo todo, si no, no es real.

El Señor decía a sus seguidores: “…a vosotros os es dado saber los misterios del reino de los cielos; mas a ellos no les es dado.” Mateo 13: 11, sin embargo ellos no lo comprendían en ese momento. Siempre el Señor se refirió al reino y aún a la Verdad de su doctrina como algo fuera de este mundo (Juan 3: 12 y 18: 36) (Sabemos que no estaba hablando como si viniera de otro planeta. Note en la Palabra todas las veces que el Señor hablaba diciendo “el reino de los cielos es semejante…”. Le era imposible describirlo concretamente pues no disponía de las “herramientas” necesarias en esta dimensión por lo que debía acudir tan solo a ejemplos que tampoco resultaban tan entendibles. (Lea las parábolas y compruebe lo que le digo)

¡Qué maravilla que Dios lo dispuso de esa manera para que estuviese oculto de los sabios y entendidos y fuera revelado a los niños!

Cualquier reino o gobierno humano se puede delimitar, se puede contextualizar porque se basa en doctrinas y estatutos humanos que son comprensibles. No se requiere ninguna revelación sobrenatural para asimilarlos. No así el reino de los cielos.

El Señor dijo de este reino que nadie podría decir: “helo aquí” o “helo allí” pues se manifestaría en otra manera.

¿A dónde se nos ocurre “aterrizarlos” en instituciones y para colmo santificarlos?

¿Quién nos engañó haciéndonos pensar que podíamos manipularlos?


Continuará…