Lo
más leído (Top 20 de Publicaciones) PUBLICACIÓN 7 y 6
Seguimos compartiendo esta serie sobre las
publicaciones más leídas de nuestro blog. Sin duda querrá leer los temas
completos para una mejor comprensión. Le instamos a hacerlo y para ello le
facilitamos en cada título su fecha de publicación para que pueda ubicarla en
nuestro archivero. Le bendecimos y
oramos al Señor porque cada publicación le ayude a cimentar su fe.
Publicación 7
La manoseada Cobertura espiritual - 2° parte
Ubíquelo en la fecha 11-1-2014
Escrito Autóctono
Continuación…
Ahora
bien, alguien dijo erróneamente por allí que así como Cristo es Señor de todos,
también los líderes lo son en la iglesia. Pero si vemos la vida y el ejemplo de
los apóstoles, profetas y demás dirigentes de la iglesia, ellos nunca se
transformaron en señores de la grey. De hecho, sus escritos una y otra vez enseñan lo contrario. El hacer
discípulos tal como Cristo mandó, ha de ser en su estilo de servir y nunca de
servirse de ellos. Se ve claramente establecido que toda cobertura espiritual,
o mejor dicho, toda acción de cubrir o dar cobijo o protección, le concierne a
Dios y a Cristo y nunca a los hombres (Salmo 91: 1, 4; Isaías 30: 1; 32: 2; 49:
1-2; 51: 15-16; Mat. 23: 37; S. Juan 15: 5; 1° Cor. 3: 4, 21-23; Gal. 3: 29;
Col 3: 3). No llega hasta ese punto la autoridad delegada por Cristo a
ningún miembro de la iglesia por cuanto el señorío de hombres en la casa de
Dios no tiene base en su enseñanza, la enseñanza apostólica, ni el estilo de
vida neotestamentaria. El único que tiene señorío, autoridad y dominio en la
casa de Dios se llama Cristo.
Cabe
aquí preguntarse si realmente debemos de tener un “paraguas grande” como dicen
muchos. Sin embargo, si miramos la vida de los hombres que la Biblia recalca
son imperfectos, frágiles y propensos a pecar y mentir, la verdad es que sin
importar el tamaño de ese "paraguas", es humano y se llena de huecos.
Yo prefiero una “carpa”, tan grande y duradera que nada sobre la tierra ni en
el universo la supera y se llama Dios. (Efesios 4: 6)
Ahora,
¿Será que aquellos que defienden las coberturas humanas, se sienten incapaces
de presentarse ante Cristo directamente con sus vidas acusados por sus pecados?
Igual sucedía en tiempos de Moisés cuando el pueblo de Israel tenía pavor
de ser tratado directamente por Dios al encontrarse a los pies del Monte Sinaí y le rogaron a Moisés que
fuese su intermediario. Deut. 5: 25 y 27. O también cuando
el pueblo tomó la decisión de tener otro rey fuera de Dios, alguien que fuese
humano y visible. (1° Sam. 8). Como entonces, desecharon a Dios.
Si
el asunto es por el tal “dar cuentas”, para ello Dios estableció en los mismos
creyentes, la iglesia, no solo la responsabilidad de conocer todo asunto, sino
la tarea y autoridad de darle el tratamiento adecuado. Mateo 18: 15-17; 1° Cor. 5: 1-5,
12 y 13; 6: 1, 4 y 5; Gál. 6: 1; 2° Tes. 3: 14 y 15; 1° Tim. 5: 19-20.
El
problema actual con toda honestidad, más bien radica en que ningún líder tiene
la intención de que se conozcan sus debilidades ni mucho menos se ventilen sus
pecados en la asamblea, porque esto puede minar su liderazgo y restarle
credibilidad. He allí la mentira del diablo en acción.
Pero
hemos de entender también que estas directrices bíblicas no tienen cabida en la
forma de iglesia moderna como la conocemos hoy. Su aplicación tiene todo
sentido en la forma de iglesia neotestamentaria claramente planteada en grupos
pequeños de hermanos edificándose por las casas y que se conocen como una
familia de fe que son. Si tratamos de practicarlas textual y rigurosamente en
las iglesias de tipo institucional moderno, no haremos más que afectar a muchos
y muy seguramente desanimar. El llamado de la Palabra a que volvamos al original modelo tal
como Dios lo diseñó, es claro y evidente.
El
argumento de cuando los apóstoles extendieron a Pablo y Bernabé la diestra en
señal de compañerismo que se relata en Gálatas 2: 9, no quiere decir
cobertura puesto que tanto Pablo como Bernabé desarrollarían la misma función
que ellos en la parte gentil. De hecho, ni Pablo ni Bernabé trabajan para los
otros apóstoles, ni reciben ofrendas de apoyo de los apóstoles, ni ellos les
dan ofrendas como vasallos. Lo mismo sucede en el caso de Pablo y Timoteo o
Tito inclusive, en donde estos últimos son colaboradores apostólicos pero jamás
empleados o subalternos de Pablo. Más
bien Pablo se refiere a ellos como hijos en una relación paternal más que como
jefe o “cobertura”. La relación que resalta entre los hermanos y los dirigentes
en todo aspecto en el Nuevo Testamento es la del servicio y consideración
mutuos, es decir el sometimiento unos a otros. Ef. 5: 21; 1° Pedro 5: 5.
¿Dónde queda entonces la cobertura de hombres si nadie más que Cristo está por encima?
Entonces, la
autoridad en la casa de Dios no opera en forma de jerarquías, jefaturas,
gobernaciones, gerencias, señoríos, oficialidades, dominios, presidencias,
controladores o mandatarios, sino como funcionarios, colaboradores y
embajadores para el servicio y la edificación, colocando a aquellos que
recibieron esa autoridad de forma delegada, en una “posición” de servidores.
¿Dónde queda entonces la cobertura de hombres si nadie más que Cristo está por encima?
Continuará…
Publicación 6
Lo que Dios
bendice y lo que nosotros bendecimos (4º parte)
Ubíquelo en la fecha 11-1-2014
Escrito Autóctono
Continuación…
Respecto
a nosotros, cuando bendecimos, tenemos la facultad de parte de Dios de
transferir bien a las personas, ya sea en palabras y como mencionamos antes,
materialmente. Se circunscribe únicamente en esos dos planos: verbal y
material. Todo dirigido a edificar el espíritu y que nuestras acciones
produzcan o desaten alabanzas a Dios por parte de aquellos a quienes bendecimos
(2º Cor. 9: 11-13). Al
mencionar el plano material, significa atender sus necesidades prioritarias (Santiago 2: 15-17; 1º Juan 3: 17 y
18).
Pero
también la Palabra nos narra cómo Dios transformaba cosas expuestas a su toque
o Presencia como por ejemplo una montaña, un lugar, la tierra o los campos de
siembra, la vara tanto de Moisés como la de Aarón, el manto de Elías o los
utensilios y enseres del templo los cuales fueron santificados para
exclusividad del servicio en la casa de Dios. Cualquiera que los tocase sin
estar así mismo santificado para hacerlo, le significaba pecado o podía morir o
recibir juicio de Dios. Veamos algunos ejemplos: El Arca del Pacto (2º Samuel 6: 7); fuego extraño (Levítico 10: 1 y 2); copas de
oro (Daniel 5).
Personas
o cosas recibían una virtud sobrenatural extraordinaria que se mantenía en
ellos cuando Dios los bendecía. Quedaban saturados de bien, capacitados
sobrenaturalmente, sanados, protegidos, cubiertos, dedicados y/o santificados
para Dios. Igualmente si alguien tenía que ver para mal con ellos, recibía mal
en él. Por el contrario, si alguien tenía que ver para bien con ellos, recibía
bien (1º Samuel 5 (El
Arca del Pacto con los Filisteos); 2º
Samuel 6: 11 (El Arca del Pacto en Casa de Obed Edom).
De
acuerdo a esto, hay algunos cambios que se operan desde la cruz de Cristo
referente a lo que ocurre con objetos inanimados, pero que se potenció en las
personas. Dios dejó de santificar cosas inanimadas. La razón es que eso tuvo
lugar en una etapa de la historia para un fin particular y como un trato para
con un pueblo específico. Recordemos que gran parte, por no decir todo,
señalaba o representaba a la persona de Cristo.
En
la gracia -esta dispensación que vivimos- Dios bendice de gran manera a los
creyentes de toda lengua y nación con la presencia permanente de su Espíritu en
ellos, lo que no pasaba en la antigüedad previa a la cruz más que con algunas
personas y en ciertos momentos de sus vidas.
Hubo
solo una excepción que se suscitó al principio de la historia de la iglesia
sobre cosas impregnadas de virtud pero que no se transformó en un dogma jamás,
dejando claro su característica aislada y no como algo que debiésemos entender
como práctica común. Los paños o delantales de los enfermos (Hechos 19: 11 y 12). Lucas mismo
nos describe en el verso 11
mencionado, que se trató de un evento extraordinario (no normal o constante).
Si hubiese quedado como una costumbre en la iglesia, no se hubiese destacado como
extraordinario. Interesantemente no se vuelve a ver nada como eso en toda la
historia de la iglesia registrada en el Nuevo Testamento, ni recomendado, ni
practicado o experimentado por ningún otro apóstol, ni tampoco incluido en la
doctrina como para ser practicado de forma común por la iglesia.
Alguien
podría decir aquí que nos saltamos otro hecho muy importante, cuando se
menciona la sombra de Pedro que se ha interpretado por muchos como que sanaba (Hechos 5: 12). Pero la realidad
es que la Palabra no dice por ninguna parte que lo hiciera. Era más bien una
forma de referirse a que quienes llevaban a sus enfermos buscaban colocarlos
tan cerca del paso de Pedro con la intención de que por su ministración fuesen
sanados, lo que en realidad sí pasaba con prácticamente todos según lo recalca
el verso 16.
Continuará…