domingo, 17 de junio de 2018

Lo más leído (Top 20 de Publicaciones) PUBLICACIÓN 7 y 6


Lo más leído (Top 20 de Publicaciones) PUBLICACIÓN 7 y 6

Seguimos compartiendo esta serie sobre las publicaciones más leídas de nuestro blog. Sin duda querrá leer los temas completos para una mejor comprensión. Le instamos a hacerlo y para ello le facilitamos en cada título su fecha de publicación para que pueda ubicarla en nuestro archivero.  Le bendecimos y oramos al Señor porque cada publicación le ayude a cimentar su fe.

Publicación 7
La manoseada Cobertura espiritual - 2° parte
Ubíquelo en la fecha 11-1-2014
Escrito Autóctono

Continuación…

Ahora bien, alguien dijo erróneamente por allí que así como Cristo es Señor de todos, también los líderes lo son en la iglesia. Pero si vemos la vida y el ejemplo de los apóstoles, profetas y demás dirigentes de la iglesia, ellos nunca se transformaron en señores de la grey. De hecho, sus escritos una y otra vez  enseñan lo contrario. El hacer discípulos tal como Cristo mandó, ha de ser en su estilo de servir y nunca de servirse de ellos. Se ve claramente establecido que toda cobertura espiritual, o mejor dicho, toda acción de cubrir o dar cobijo o protección, le concierne a Dios y a Cristo y nunca a los hombres (Salmo 91: 1, 4; Isaías 30: 1; 32: 2; 49: 1-2; 51: 15-16; Mat. 23: 37; S. Juan 15: 5; 1° Cor. 3: 4, 21-23; Gal. 3: 29; Col 3: 3). No llega hasta ese punto la autoridad delegada por Cristo a ningún miembro de la iglesia por cuanto el señorío de hombres en la casa de Dios no tiene base en su enseñanza, la enseñanza apostólica, ni el estilo de vida neotestamentaria. El único que tiene señorío, autoridad y dominio en la casa de Dios se llama Cristo.

Cabe aquí preguntarse si realmente debemos de tener un “paraguas grande” como dicen muchos. Sin embargo, si miramos la vida de los hombres que la Biblia recalca son imperfectos, frágiles y propensos a pecar y mentir, la verdad es que sin importar el tamaño de ese "paraguas", es humano y se llena de huecos. Yo prefiero una “carpa”, tan grande y duradera que nada sobre la tierra ni en el universo la supera y se llama Dios. (Efesios 4: 6)

Ahora, ¿Será que aquellos que defienden las coberturas humanas, se sienten incapaces de presentarse ante Cristo directamente con sus vidas acusados por sus pecados? Igual sucedía en tiempos de Moisés cuando el pueblo de Israel tenía pavor de ser tratado directamente por Dios al encontrarse a los pies del Monte Sinaí  y le rogaron a Moisés que fuese su intermediario. Deut. 5: 25 y 27. O también cuando el pueblo tomó la decisión de tener otro rey fuera de Dios, alguien que fuese humano y visible. (1° Sam. 8). Como entonces, desecharon a Dios.

Si el asunto es por el tal “dar cuentas”, para ello Dios estableció en los mismos creyentes, la iglesia, no solo la responsabilidad de conocer todo asunto, sino la tarea y autoridad de darle el tratamiento adecuado. Mateo 18: 15-17; 1° Cor. 5: 1-5, 12 y 13; 6: 1, 4 y 5; Gál. 6: 1; 2° Tes. 3: 14 y 15; 1° Tim. 5: 19-20.

El problema actual con toda honestidad, más bien radica en que ningún líder tiene la intención de que se conozcan sus debilidades ni mucho menos se ventilen sus pecados en la asamblea, porque esto puede minar su liderazgo y restarle credibilidad. He allí la mentira del diablo en acción.

Pero hemos de entender también que estas directrices bíblicas no tienen cabida en la forma de iglesia moderna como la conocemos hoy. Su aplicación tiene todo sentido en la forma de iglesia neotestamentaria claramente planteada en grupos pequeños de hermanos edificándose por las casas y que se conocen como una familia de fe que son. Si tratamos de practicarlas textual y rigurosamente en las iglesias de tipo institucional moderno, no haremos más que afectar a muchos y muy seguramente desanimar. El llamado de la Palabra a que volvamos al original modelo tal como Dios lo diseñó, es claro y evidente.

El argumento de cuando los apóstoles extendieron a Pablo y Bernabé la diestra en señal de compañerismo que se relata en Gálatas 2: 9, no quiere decir cobertura puesto que tanto Pablo como Bernabé desarrollarían la misma función que ellos en la parte gentil. De hecho, ni Pablo ni Bernabé trabajan para los otros apóstoles, ni reciben ofrendas de apoyo de los apóstoles, ni ellos les dan ofrendas como vasallos. Lo mismo sucede en el caso de Pablo y Timoteo o Tito inclusive, en donde estos últimos son colaboradores apostólicos pero jamás empleados o subalternos de Pablo. Más bien Pablo se refiere a ellos como hijos en una relación paternal más que como jefe o “cobertura”. La relación que resalta entre los hermanos y los dirigentes en todo aspecto en el Nuevo Testamento es la del servicio y consideración mutuos, es decir el sometimiento unos a otros. Ef. 5: 21; 1° Pedro 5: 5.

Entonces, la autoridad en la casa de Dios no opera en forma de jerarquías, jefaturas, gobernaciones, gerencias, señoríos, oficialidades, dominios, presidencias, controladores o mandatarios, sino como funcionarios, colaboradores y embajadores para el servicio y la edificación, colocando a aquellos que recibieron esa autoridad de forma delegada, en una “posición” de servidores.

¿Dónde queda entonces la cobertura de hombres si nadie más que Cristo está por encima?


Continuará…



Publicación 6
Lo que Dios bendice y lo que nosotros bendecimos (4º parte)
Ubíquelo en la fecha 11-1-2014
Escrito Autóctono

Continuación…

Respecto a nosotros, cuando bendecimos, tenemos la facultad de parte de Dios de transferir bien a las personas, ya sea en palabras y como mencionamos antes, materialmente. Se circunscribe únicamente en esos dos planos: verbal y material. Todo dirigido a edificar el espíritu y que nuestras acciones produzcan o desaten alabanzas a Dios por parte de aquellos a quienes bendecimos (2º Cor. 9: 11-13). Al mencionar el plano material, significa atender sus necesidades prioritarias (Santiago 2: 15-17; 1º Juan 3: 17 y 18).

Pero también la Palabra nos narra cómo Dios transformaba cosas expuestas a su toque o Presencia como por ejemplo una montaña, un lugar, la tierra o los campos de siembra, la vara tanto de Moisés como la de Aarón, el manto de Elías o los utensilios y enseres del templo los cuales fueron santificados para exclusividad del servicio en la casa de Dios. Cualquiera que los tocase sin estar así mismo santificado para hacerlo, le significaba pecado o podía morir o recibir juicio de Dios. Veamos algunos ejemplos: El Arca del Pacto (2º Samuel 6: 7); fuego extraño (Levítico 10: 1 y 2); copas de oro (Daniel 5).

Personas o cosas recibían una virtud sobrenatural extraordinaria que se mantenía en ellos cuando Dios los bendecía. Quedaban saturados de bien, capacitados sobrenaturalmente, sanados, protegidos, cubiertos, dedicados y/o santificados para Dios. Igualmente si alguien tenía que ver para mal con ellos, recibía mal en él. Por el contrario, si alguien tenía que ver para bien con ellos, recibía bien (1º Samuel 5 (El Arca del Pacto con los Filisteos); 2º Samuel 6: 11 (El Arca del Pacto en Casa de Obed Edom).

De acuerdo a esto, hay algunos cambios que se operan desde la cruz de Cristo referente a lo que ocurre con objetos inanimados, pero que se potenció en las personas. Dios dejó de santificar cosas inanimadas. La razón es que eso tuvo lugar en una etapa de la historia para un fin particular y como un trato para con un pueblo específico. Recordemos que gran parte, por no decir todo, señalaba o representaba a la persona de Cristo.

En la gracia -esta dispensación que vivimos- Dios bendice de gran manera a los creyentes de toda lengua y nación con la presencia permanente de su Espíritu en ellos, lo que no pasaba en la antigüedad previa a la cruz más que con algunas personas y en ciertos momentos de sus vidas.

Hubo solo una excepción que se suscitó al principio de la historia de la iglesia sobre cosas impregnadas de virtud pero que no se transformó en un dogma jamás, dejando claro su característica aislada y no como algo que debiésemos entender como práctica común. Los paños o delantales de los enfermos (Hechos 19: 11 y 12). Lucas mismo nos describe en el verso 11 mencionado, que se trató de un evento extraordinario (no normal o constante). Si hubiese quedado como una costumbre en la iglesia, no se hubiese destacado como extraordinario. Interesantemente no se vuelve a ver nada como eso en toda la historia de la iglesia registrada en el Nuevo Testamento, ni recomendado, ni practicado o experimentado por ningún otro apóstol, ni tampoco incluido en la doctrina como para ser practicado de forma común por la iglesia.

Alguien podría decir aquí que nos saltamos otro hecho muy importante, cuando se menciona la sombra de Pedro que se ha interpretado por muchos como que sanaba (Hechos 5: 12). Pero la realidad es que la Palabra no dice por ninguna parte que lo hiciera. Era más bien una forma de referirse a que quienes llevaban a sus enfermos buscaban colocarlos tan cerca del paso de Pedro con la intención de que por su ministración fuesen sanados, lo que en realidad sí pasaba con prácticamente todos según lo recalca el verso 16.

Continuará…