domingo, 24 de junio de 2018

Lo más leído (Top 20 de Publicaciones) PUBLICACIÓN 5


Lo más leído (Top 20 de Publicaciones) PUBLICACIÓN 5

Seguimos compartiendo esta serie sobre las publicaciones más leídas de nuestro blog. Sin duda querrá leer los temas completos para una mejor comprensión. Le instamos a hacerlo y para ello le facilitamos en cada título su fecha de publicación para que pueda ubicarla en nuestro archivero.  Le bendecimos y oramos al Señor porque cada publicación le ayude a cimentar su fe.

Publicación 5
Arrepentidos pero… ¿convertidos?
Los puntos medulares en el mensaje de evangelización
Presentando al Cristo crucificado… y resucitado
Ubíquelo en la fecha 8-6-2014
Escrito Autóctono

…conviérteme y seré convertido” Jer. 31:18.

La base de nuestra predicación ha dejado cosas sin hacer o cuando mucho medio hechas. La doctrina del bautismo en agua, por mencionar una de ellas. Pero antes que esta, la forma en que presentamos el evangelio y llamamos a los perdidos al arrepentimiento.

Generalmente hablamos a la gente de la necesidad de arrepentirse de sus pecados pero haciendo énfasis en este punto como si fuese único en el proceso de evangelización. De hecho si logramos persuadir al arrepentimiento a alguien, creemos que el trabajo ya se hizo. Sentimos complacencia de que un pecador se arrepienta pues desatamos fiesta en los cielos como dijo el mismo Señor, sin embargo, creo que tenemos en las filas del pueblo de Dios a muchos arrepentidos, pero pocos convertidos. Damos por sentado que alguien se arrepintió de sus pecados porque repitió una oración de arrepentimiento prefabricada que se le pidió que hiciera. También en ello hay una falla evidente puesto que en la Palabra de Dios no se nos dice que hagamos tal cosa, pues se supone que debe ser un clamor desde lo profundo de un corazón contrito y humillado por cuyo dolor ora según así lo siente. Nuestro papel es incentivar a la persona a que sea ella quien le exprese a Dios lo que siente y clame por su perdón. Hasta aquí se lleva solo parte de lo que Dios plantea en su Palabra.

Al arrepentimiento debe seguirle la conversión necesariamente.

Sobre el arrepentimiento y la conversión, hay ponencias en toda la Biblia desde el Antiguo Testamento en que Dios hace llamados a su pueblo por medio de los profetas, basado en sus preceptos y mandamientos. Pero ocurre un interesante cambio que no se había visto antes a partir de Juan el Bautista. Él presentó una forma nueva de acercamiento a Dios: el bautismo de arrepentimiento por inmersión en agua para perdón de pecados. Esta era una antesala para que creyesen en aquel que vendría después de él por lo que lo anunciaba como quien bautizaría en Espíritu Santo y fuego. Se refería al Señor Jesús, al cual no conocía como tal aunque eran primos, sino hasta su manifestación cuando le vio venir para ser bautizado y confirmado por el Espíritu en forma visible como de paloma y la voz del cielo. Esta forma de bautismo era característica exclusiva de quien vendría preparándole el camino al Señor antes de su manifestación a Israel. Por eso era novedosa. (El uso del agua previo a esto se refería al ritual de purificación corporal para acercarse a los atrios de Dios alrededor del santuario)

Por su parte el Señor Jesús anunció: “Arrepentíos porque el reino de los cielos se ha acercado”. El reino de los cielos venía con Jesús pero todavía no estaba en ningún hombre fuera de Él. Jesús no continuó el ministerio de bautismo de arrepentimiento similar al de Juan el Bautista y sus discípulos, pero si estableció un bautismo de lavamiento de pecados en la nueva dispensación llamada Gracia; un requisito para quienes creyesen tal como lo dijo en la gran comisión. Recordemos que el agua en sí no limpia de pecados, eso lo hace únicamente la sangre de Cristo, pero este bautismo se realiza como un símbolo de dos cosas: 1- El lavado que sucede en el interior del hombre por su Sangre y 2- La muerte al pecado, sepultura y resurrección del creyente a una nueva vida en Cristo. Podríamos decir que Jesús también lo comparó al nacimiento de un bebé. Él dijo: “…el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios”. Juan 3: 5

Algunas doctrinas dicen que este bautismo del cual habló Jesús salva, pero eso no lo dice la Biblia. Confunden el pasaje de 1° Pedro 3: 21 que dice: “El bautismo que corresponde a esto ahora nos salva (no quitando las inmundicias de la carne, sino como la aspiración de una buena conciencia hacia Dios) por la resurrección de Jesucristo”. El contexto del pasaje hace referencia a Noé y su familia quienes se salvaron por agua, pero recordemos que el agua nunca representó su salvación sino el arca que los mantuvo sobre el agua. El agua fue el juicio de Dios para el mundo, pero el arca era su oportunidad de salvación. La condena pesa sobre este mundo por sus pecados, pero Jesús es la oportunidad de Salvación. Pedro recalca en el pasaje más bien que el bautismo no quita ninguna inmundicia de la carne sino “como” la aspiración de una buena conciencia hacia Dios, es decir, algo que ocurre como símbolo de lo que si sabemos sucede en el interior del hombre. Veamos el término “corresponde” que de nuevo ejemplariza de un hecho físico que ocurrió, una situación espiritual.

Pasa algo parecido con la Cena del Señor; sabemos que Jesús no está diciendo literalmente que el vino es sangre y que el pan es carne. Son símbolos que lo representan. Como cuando vemos la fotografía de una persona y decimos “ese o esa es tal”. Nadie entiende con esa expresión que dicha imagen de papel sea literalmente tal persona, ni siquiera un pedazo de ella. Eso sería ridículo.

El bautismo debe imperiosamente realizarse cuando se cree y no tiempo después. Buena cosa sería preparar de antemano un sitio donde bautizar a las personas cerca del lugar en que se va a presentar el evangelio, para que los que creen procedan de inmediato según lo dijo el Señor. Hay quien pueda decir que esto ya se salió de la razón por el tipo de vida y contexto cultural que tenemos, pero para los hermanos del primer siglo, tenía todo el sentido no solo en el ámbito judío sino por doquiera y a quien fuere que predicaran. Si esto no se pudiese hacer hoy por circunstancias verdaderamente especiales, debemos llevar al agua del bautismo a quienes creen tan pronto como sea posible.

Continuará…