Ya que Dios no
nos hizo Robots... (5° Parte)
Escrito Autóctono
Continuación…
Ahora,
uno de los grandes problemas del pecado es que anula la voluntad, es decir, nos
quita la libertad. Al exponernos al mal, quedamos cautivos en él para siempre
porque nada podíamos hacer para liberarnos por nuestros propios medios. En
otras palabras, nos puso en la senda de ser destruidos sin remedio.
Pero
aquí viene la Sabiduría y Misericordia de un Dios tan grande y lleno de amor. Realidad
que me hace estar embelesado con el Dios bueno y Justo que llegó hasta ese
punto sabiendo de antemano que tomaríamos el camino de destrucción porque tal
experiencia nos era necesaria gracias a la libertad con que nos hizo.
Entonces
Dios, que conocía lo que pasaría de antemano como ya dije, no lo toma por
sorpresa. Proveyó inclusive antes de crearnos la solución que nos restaurara
(Cristo el Cordero inmolado Apocalipsis 13: 8) para concedernos
una salida real y que una vez más, por decisión propia y gracias a la libertad
con que nos hizo, optáramos por Él o simplemente siguiéramos en el camino de
muerte si eso es lo que decidíamos. Y la libertad con las que nos creó quedó
intacta.
Comprenda
esta maravilla: gracias a Cristo y su obra Redentora, el hombre (todos sin
excepción) adquiere de nuevo el derecho de decidir qué hacer: si recibir el
beneficio de haber sido comprado por sangre..., o no le importa y desea seguir
perdido. Decisión que Dios hasta hoy continúa respetando. Él se mantiene sin
cruzar la línea. Eso es algo que también le exenta de que cualquiera le culpe
por perderse ya que Él le restauró su libre albedrío de poder escoger.
Cualquiera que se pierda, se perdió por su propia decisión.
Ese
hecho asombroso de la caída que nos era necesaria, completa nuestra experiencia
de libertad y por medio de la obra de Cristo volvemos a tener voluntad propia.
¡Qué grandioso!
Es un
contraste impresionante que llama poderosamente la atención acerca de cómo es
nuestro Dios: nos hace libres plenamente con Él, pero dicha libertad debía ser
perfeccionada con nuestra debilidad (2°Cor. 12: 9). Y permite que
caigamos para que se alcance ese objetivo.
Así que la intención de la tentación que fue dejarnos postrados y separados de Dios por consumarse el pecado dejando expuesta nuestra debilidad, en la obra Poderosísima de la Sangre del Cordero somos restaurados y hechos más fuertes de lo que antes éramos. ¡Gloria sea a Dios! esto es así porque ahora se agrega a nuestra libertad el conocimiento del mal que tuvimos que experimentar, y ahora que lo rechazamos voluntariamente optando por el beneficio de Cristo, entonces adquirimos el estatus de más que vencedores sobre el pecado.
Así que la intención de la tentación que fue dejarnos postrados y separados de Dios por consumarse el pecado dejando expuesta nuestra debilidad, en la obra Poderosísima de la Sangre del Cordero somos restaurados y hechos más fuertes de lo que antes éramos. ¡Gloria sea a Dios! esto es así porque ahora se agrega a nuestra libertad el conocimiento del mal que tuvimos que experimentar, y ahora que lo rechazamos voluntariamente optando por el beneficio de Cristo, entonces adquirimos el estatus de más que vencedores sobre el pecado.
Continuará…