domingo, 18 de noviembre de 2018

Ya que Dios no nos hizo Robots... (5° Parte)


Ya que Dios no nos hizo Robots... (5° Parte)
Escrito Autóctono

Continuación…

Ahora, uno de los grandes problemas del pecado es que anula la voluntad, es decir, nos quita la libertad. Al exponernos al mal, quedamos cautivos en él para siempre porque nada podíamos hacer para liberarnos por nuestros propios medios. En otras palabras, nos puso en la senda de ser destruidos sin remedio.

Pero aquí viene la Sabiduría y Misericordia de un Dios tan grande y lleno de amor. Realidad que me hace estar embelesado con el Dios bueno y Justo que llegó hasta ese punto sabiendo de antemano que tomaríamos el camino de destrucción porque tal experiencia nos era necesaria gracias a la libertad con que nos hizo.

Entonces Dios, que conocía lo que pasaría de antemano como ya dije, no lo toma por sorpresa. Proveyó inclusive antes de crearnos la solución que nos restaurara (Cristo el Cordero inmolado Apocalipsis 13: 8) para concedernos una salida real y que una vez más, por decisión propia y gracias a la libertad con que nos hizo, optáramos por Él o simplemente siguiéramos en el camino de muerte si eso es lo que decidíamos. Y la libertad con las que nos creó quedó intacta.

Comprenda esta maravilla: gracias a Cristo y su obra Redentora, el hombre (todos sin excepción) adquiere de nuevo el derecho de decidir qué hacer: si recibir el beneficio de haber sido comprado por sangre..., o no le importa y desea seguir perdido. Decisión que Dios hasta hoy continúa respetando. Él se mantiene sin cruzar la línea. Eso es algo que también le exenta de que cualquiera le culpe por perderse ya que Él le restauró su libre albedrío de poder escoger. Cualquiera que se pierda, se perdió por su propia decisión.

Ese hecho asombroso de la caída que nos era necesaria, completa nuestra experiencia de libertad y por medio de la obra de Cristo volvemos a tener voluntad propia. ¡Qué grandioso!

Es un contraste impresionante que llama poderosamente la atención acerca de cómo es nuestro Dios: nos hace libres plenamente con Él, pero dicha libertad debía ser perfeccionada con nuestra debilidad (2°Cor. 12: 9). Y permite que caigamos para que se alcance ese objetivo. 

Así que la intención de la tentación que fue dejarnos postrados y separados de Dios por consumarse el pecado dejando expuesta nuestra debilidad, en la obra Poderosísima de la Sangre del Cordero somos restaurados y hechos más fuertes de lo que antes éramos.  ¡Gloria sea a Dios! esto es así porque ahora se agrega a nuestra libertad el conocimiento del mal que tuvimos que experimentar, y ahora que lo rechazamos voluntariamente optando por el beneficio de Cristo, entonces adquirimos el estatus de más que vencedores sobre el pecado. 

Continuará…