domingo, 13 de enero de 2019

Ya que Dios no nos hizo Robots... (13° Parte)


Ya que Dios no nos hizo Robots... (13° Parte)
Escrito Autóctono

Continuación…

El poder o tamaño del vehículo no genera una ley para unos y otra para otros en la carretera porque eso provocaría  accidentes y muertes de seguro. Todos se rigen bajo una única ley que regula a todos por igual pues todos gozan de igual libertad.

Imagine si cada quien se hiciera una ley propia para conducir. La carretera sería un caos así como si cada quien interpreta la ley a su propio criterio. Tampoco funcionaría.

La libertad (sabiéndose libre valga la redundancia) se somete voluntariamente a las reglas que existen las cuales están allí para protegerle y salvaguardar su vida. Entonces quienes viven en libertad y la disfrutan plenamente, las respetan para poder seguir conduciendo en libertad. Las observan en su espíritu original de interpretación pues les favorece. Romperlas o darles mal uso es imprudencia que conduce lógicamente a la  muerte.

Se cumple en todo.

Entonces es bueno que existan reglas para vivir en libertad real. Hay que conocerlas para estar consientes de los derechos justos que nos asisten pero también de los deberes justos para el buen ejercicio del conducir en libertad total al lado de otros en exactamente el mismo proceso.

Y si eso es vital en el plano de las reglas humanas las cuales son imperfectas y pueden variar en cualquier momento según las circunstancias y necesidades, ¿cuánto más deberíamos observar y someternos a las reglas perfectas y eternas de un Dios perfecto que no cambia y nos creó amándonos y queriendo nuestra libertad genuina? Él, que nos hizo en libertad, sabía exactamente proveernos las mejores condiciones para que ella fuera total.

Así que haber sido creados con libertad de decidir define responsabilidad de conocer, observar y cumplir las reglas por nuestro propio bien, de lo contrario no duramos y hasta nos convertimos en un peligro para los demás.

Continuará…