Ya que Dios no
nos hizo Robots... (13° Parte)
Escrito Autóctono
Continuación…
El
poder o tamaño del vehículo no genera una ley para unos y otra para otros en
la carretera porque eso provocaría
accidentes y muertes de seguro. Todos se rigen bajo una única ley que
regula a todos por igual pues todos gozan de igual libertad.
Imagine si cada quien se hiciera una ley propia para conducir. La carretera
sería un caos así como si cada quien interpreta la ley a su propio criterio.
Tampoco funcionaría.
La libertad
(sabiéndose libre valga la redundancia) se somete voluntariamente a las reglas que
existen las cuales están allí para protegerle y salvaguardar su vida. Entonces
quienes viven en libertad y la disfrutan plenamente, las respetan para poder
seguir conduciendo en libertad. Las observan en su espíritu original de interpretación pues les favorece. Romperlas o darles mal uso es imprudencia que conduce lógicamente
a la muerte.
Se
cumple en todo.
Entonces
es bueno que existan reglas para vivir en libertad real. Hay que conocerlas
para estar consientes de los derechos justos que nos asisten pero también de
los deberes justos para el buen ejercicio del conducir en libertad total al
lado de otros en exactamente el mismo proceso.
Y si
eso es vital en el plano de las reglas humanas las cuales son imperfectas y
pueden variar en cualquier momento según las circunstancias y necesidades,
¿cuánto más deberíamos observar y someternos a las reglas perfectas y eternas
de un Dios perfecto que no cambia y nos creó amándonos y queriendo nuestra
libertad genuina? Él, que nos hizo en libertad, sabía exactamente proveernos
las mejores condiciones para que ella fuera total.
Así
que haber sido creados con libertad de decidir define responsabilidad de conocer,
observar y cumplir las reglas por nuestro propio bien, de lo contrario no
duramos y hasta nos convertimos en un peligro para los demás.
Continuará…