domingo, 6 de enero de 2019

Ya que Dios no nos hizo Robots... (12° Parte)


Ya que Dios no nos hizo Robots... (12° Parte)
Escrito Autóctono

Continuación…

Comprendemos entonces la grandeza de su libertad, permitiéndonos la libertad de decidir. Nos crea, pero nos muestra todas las opciones disponibles. No lo hace de manera irresponsable porque sabe que haciéndonos con libre albedrío nuestra decisión nos puede llevar perfectamente a auto-destruirnos. Aunque no nos ata, nos enseña el resultado lógico o consecuencia de las decisiones que tomemos.

En otras palabras nos concede un vehículo, pero no nos impide usarlo, nos enseña cómo utilizarlo para nuestro bien explicándonos también lo que nos puede ocurrir si lo usamos mal.

¡Qué impresionante libertad!

Lamentablemente aquí saltan los ignorantes que proclaman que lo malo está bien, viven sirviéndose de los demás y tiranizando al resto obligándoles y exigiéndoles que acepten sus libertinajes con la mampara del derecho porque reclaman ser libres. Eso no es ni derecho ni libertad evidentemente, es aberración, cuyo resultado lógico es corrupción (muerte).

Mentes desubicadas y peligrosas para la libertad. El libertinaje (desorden) no hace ningún bien. El poder obtenido tiránicamente (imponiéndose sobre los demás y sirviéndose de ellos) corrompe y lleva a la destrucción.

Por su parte el poder que emerge naturalmente en el servir, construye. Servir no solo es fuente de libertad sino de felicidad. Servir a los demás procurando su bienestar (por supuesto no por imposición a servir sino por amar servir), extiende la libertad y genera ese poder sano en quienes se ejercitan en el servicio hacia los demás.

Una libertad alocada (que en realidad es libertinaje), no hace más que destruir a quien la practica;  igual al que conduce por la carretera sin respetar las señales y reglas de tránsito. Y ya que traigo el ejemplo a acotación, ampliémoslo para una mejor comprensión.

Al crear vehículos para movilizarse, el hombre pronto necesitó leyes que garantizaran el mismo derecho y plena libertad a todos de utilizarlos, obteniendo el beneficio de trasladarse pero sin afectar al resto con el mismo derecho.

Así que todos tienen exactamente la misma libertad en la carretera, total libertad para manejar, pero para ello todos se obligan a observar y respetar la misma ley y considerar a los demás en la carretera independientemente de que posean vehículos de mayor o menor tonelaje así como mayor o menor  potencia que el de los demás.

Continuará…