domingo, 11 de octubre de 2020

El daño nefando que asesta la mala percepción de la autoridad (Parte 16)

        El daño nefando que asesta la mala percepción de la autoridad (Parte 16)

Continuación…

En la casa de Dios se funciona (funcionar-servir), no gobernamos; porque el gobierno establecido por Dios allí no es de hombres sino de Cristo quien es única cabeza de la iglesia. Esto compagina muy bien con las palabras dichas por Cristo a sus discípulos acerca de cómo era el gobierno del cielo que es el que se practicaría entre los suyos.

Por su parte en el hogar, Dios dispuso al marido y a su mujer para qué ejerzan el gobierno del cielo que se trata también de servir como lo dijo Cristo, conforme al principio del servicio por amor mostrado por Cristo para con su iglesia según Efesios 5: 25 al 29. La cabeza del hogar que es el hombre, sirve a su mujer y a sus hijos, igual como lo hace Cristo con su iglesia; nunca como si fuese un tirano gobernante de su casa (concepto desvirtuado de la autoridad que es como se aplica en el mundo). 

Maravillosa forma y tan grata noticia del gobierno de Dios en acción. ¡Es gratificante y sanador  solo si lo entendemos y lo implementamos!

Nadie lo sabe, ni en sus iglesias se los dicen porque si lo hacen, si lo llegan a comprender en toda su revelación, sencillamente se caería lo que tienen, los líderes tal como los conocemos dejarían de serlo pues se despojarían de ese tipo de gobierno mundanal que los rige y adoptarían lo dicho por Cristo y lo que leemos en Efesios. Lamentablemente lo común allí ha sido regir bajo los términos tergiversados y adulterados de los gobiernos y autoridades humanas que son practicados como lo normal (de jerarquías, dominio y control).

Si la iglesia moderna lo llegara a comprender, sencillamente desaparecería tal como la conocemos porque la iglesia institucional o tradicional no conlleva en sí misma este principio del Gobierno celestial. Pero primero -decía alguien-: “las vacas vuelan”. (risas)

No somos ni podemos ser activistas contrarios al sistema, ni alentamos “disturbios” para cambiar nada allí, pero sí podemos hacer el giro en nuestros hogares. Lo primero sería rendir nuestros corazones a Dios para que seamos transformados desde adentro cada miembro en nuestra casa y venga su reino a nosotros, el cual es un reino regido por el amor, pero el amor del cielo.

Continuará…