domingo, 11 de abril de 2021

La Radicalidad (6° parte)

La Radicalidad (6° parte)

Continuación…

No podemos pretender ni confiar que el plano político haga una diferencia ni sea una forma de ganar la batalla para establecer la Justicia de Dios porque esta Justicia no tiene ninguna relación con las formas del mundo. Dios definió claramente nuestro rol y no es por ese medio. Cristo jamás se mezclará con, ni se unirá a belial (2° Corintios 6: 14-16).

No podemos caminar a ambos lado del trecho, aliarnos a la justicia falsa mundanal que es fría y sin vida; ¡esa no es la nuestra!

¿O pretendemos acaso doblegar al mundo por la fuerza a vivir justamente y en temor a Dios? ¿Qué ganaríamos con ello? El mundo no puede hacerlo ni le interesará hacerlo. Es como bañar y perfumar a un cerdo. O como el perro que come su vómito.

No podemos abrazar y amar al mundo ni sus cosas, pues está escrito que eso es igual a ser enemigos de Dios (Santiago 4: 4).

Reitero de nuevo y por si acaso que el versículo no hace referencia a cortar relación con los habitantes del mundo a quienes en ninguna forma la Palabra nos llama a menospreciarlos sino todo lo contrario, a amarlos. Tampoco eso abre una cláusula que nos de licencia para pecar como ellos por el supuesto ganarles.

La radicalidad que nos muestra la Palabra nos insta a orar por los gobiernos, intercediendo por los que están en eminencia, cumplir como buenos ciudadanos (1° Timoteo 2: 1-3) incluyendo por supuesto ejercer el sufragio si Dios nos permite vivir en naciones en donde tenemos tal bendición de elegir nuestros gobernantes, pero de allí a aliarnos, eso no se contempla en la Palabra. Cristo no se alió a Roma nunca en su vida, pero tampoco a los religiosos de su época, estuvo con los pecadores, vino a ellos, los amó, pero eso no lo llevó a participar de sus obras. Es la forma en que Dios nos llama también a nosotros a hacerlo.

Continuará…