sábado, 6 de noviembre de 2021

Las “tres partes” del hombre 7° Parte

Las “tres partes” del hombre  7° Parte

Continuación…

Muchos describen al alma como las emociones expresamente haciendo de ella tan solo una parte de quien se es pero no se la reconoce como la esencia propia del ser en sí. Si el alma fuera las emociones, le digo que la biblia describe emociones también en el espíritu. Observe Prov. 17: 22-tristeza-; Eclesiastés 7: 9-enojo; Lucas 1: 46 y 47-regocijo; Juan 13: 21-conmoción.

Por eso es que algunos no se ponen de acuerdo creyendo que el alma y el espíritu son la misma cosa produciendo un error, pero ya usted vio la diferencia. Esos pasajes denotan entonces que el espíritu no es una energía ni nada por el estilo. Jamás podríamos aceptar que el espíritu sea una cosa. Es un disparate porque al ser vida y provenir de Dios se entiende con la vida y funciona como tal. Salió de Dios tal como el alma. El espíritu es vida y provee vida para este cuerpo terrenal. El alma que somos nosotros, posee vida en sí mismo, y esto es así porque ambos provienen de Dios que es la Vida. Si el alma no tuviera vida, al morir quedaríamos en un vacío inconsciente. Ya ampliaremos luego esto pero como vemos tanto el espíritu como el alma muestran características vivas.

Entonces el alma no son las emociones sino que posee emociones que es diferente. Y… no tenemos alma, somos el alma que es diferente.

Esto nos lleva a otro argumento; si aceptamos la postura bíblica de que el alma es el hombre, es imposible que nos percibamos describiéndonos desde fuera de los tres conceptos con que se nos relaciona (alma, espíritu, cuerpo) como si existiera una cuarta parte (nosotros) expectante; refiriéndose a los otros aparte de sí (¿me explico?). Si el alma fueran las emociones, el espíritu un ente que Dios puso en usted y el cuerpo el estuche ¿entonces en dónde está usted? Jamás puede ser los tres ni tampoco usted tiene un poco de los 3 que lo componen.

No deja de ser preocupante que esa sea la visión que han adoptado millones como su realidad, lo cual genera problemáticas doctrinales.

Dicha posición es el legado de la tradición e inclusive de filosofías y creencias místicas y nunca de la Palabra bendita de Dios. Tal creencia es la responsable de mantener a esos millones confundidos o finalmente ignorantes de cómo están planteadas las cosas en la Palabra en detrimento de ellas mismas.

Continuará…