domingo, 21 de noviembre de 2021

Las “tres partes” del hombre 9° Parte

Las “tres partes” del hombre  9° Parte

Continuación…

En no pocas ocasiones cuando el Señor era llevado a donde una persona que decían estaba muerta, el Señor decía que estaba dormida. Para los creyentes del primer siglo, morir era como quedar dormido. En todos los casos era similar a ese estado inconsciente en que se está o queda ajeno de este mundo.

Según la Palabra se está muerto, definitivamente muerto, cuando el cuerpo ya no contiene al espíritu y no puede por eso contenernos a nosotros.

El Señor decide pasar un proceso similar al de nosotros cuando vino al mundo. Dice la Palabra que se le preparó cuerpo (Hebreos 10: 5).

Así que Cristo requería como todos nosotros un cuerpo que tuviese vida aportada por el espíritu, permitiéndole a Él habitar como nosotros ese embrión generado en la concepción que tuvo lugar en el vientre de María.

La concepción nos provee el cuerpo con vida en forma de embrión (es decir desde ese momento ya tenemos espíritu porque el embrión está vivo) y somos puestos instantáneamente allí pero en forma inconsciente para esperar a que todos los miembros sean formados. Ya somos parte de este mundo, pero sin participar todavía de él.

Me atrevo a pensar que el espíritu es el que produce los procesos biológicos para que se formen todas las extremidades y se desarrollen plenamente los diferentes sistemas. No lo digo como un gran descubrimiento sino porque científicamente se sabe que la vida permite que se genere el crecimiento de los tejidos conforme la información genética que está contenida en las células. Un embrión muerto ya no se desarrolla. No crece ni manifiesta signos normales de vida.

Al unirse el óvulo con el espermatozoide, sucede en ese instante la presencia del nuevo ser que ya contiene la vida. Se inician los procesos que nueve meses después resultará en el bebé que nace.

La vida no la manipulamos nosotros, no podemos, ella proviene de Dios manifestada en el espíritu que Dios dio al hombre y desde luego el alma, el individuo que Dios colocó en ese cuerpo orgánico desde el preciso momento de ser concebido.

Continuará…