domingo, 14 de noviembre de 2021

Las “tres partes” del hombre 8° Parte

Las “tres partes” del hombre  8° Parte

Continuación…

Recordemos un pasaje en la vida del profeta Elías, cuando ora a Dios por que regrese el alma al cuerpo de un niño que había fallecido (el hijo de la viuda) 1º Reyes 17: 17 en adelante. Especifica que el niño había enfermado gravemente y que no quedó en él aliento (espíritu). Evidentemente murió.

Un cuerpo sin espíritu muere (léalo de nuevo Santiago 2: 26). El alma debe salir del cuerpo pues no tiene capacidad de hacerlo vivir, lo que es función o trabajo del espíritu. 

La oración de Elías nos deja ver que el niño es su alma, no su espíritu pues pide a Dios concretamente que el alma regrese al cuerpo. Interesantemente no pide que regrese el espíritu. ¿Por qué? Porque para que alguien (el alma) ingrese a un cuerpo, este debe estar capacitado con vida lógicamente. Fue lo que hizo Dios en el principio. Sopló espíritu de vida en la nariz de aquella figura de barro lo que la convirtió en un cuerpo orgánico capaz para funcionar e instantáneamente lo capacitó para tener a Adán en él. El alma que era Adán tuvo entonces un cuerpo con vida para habitar en este mundo.

La incorporación del espíritu de vida y Adán a ese cuerpo sucedió prácticamente en forma paralela e instantánea. Así como cuando se muere, salen el espíritu y el alma del cuerpo de la misma manera.

La función del alma y del espíritu en un cuerpo es algo que podemos ver claramente en situaciones que nos son muy conocidas. Por ejemplo, un cuerpo con espíritu funcional pero con el alma nula, se podría comparar a un cuerpo viviente pero dormido. Como cuando se está sedado. El cuerpo puede ser manipulado, movido, tratado por otros y la persona no percibe absolutamente nada. Su grado de consciencia es cero. Sus funciones vitales muestran un cuerpo viviente pero que no se comunica, no habla, no se mueve.  La persona dentro de ese cuerpo se encuentra en estado inconsciente; puede que esté experimentando un sueño o nada, pero lo cierto es que está ajeno de este mundo.  Esto nos reafirma como la consciencia forma parte del alma que es el hombre.

Por otro lado, un espíritu inhabilitado en las capacidades que brinda al cuerpo y con el alma plenamente consciente, es igual a alguien que sufre una parálisis en todo su cuerpo por un accidente de tránsito o por un daño cerebral; incapaz de mover ningún miembro. La persona queda como encarcelada dentro de su propio cuerpo.

Continuará…