domingo, 20 de marzo de 2022

Las “tres partes” del hombre 26° Parte

Las “tres partes” del hombre  26° Parte

Continuación…

Llegar a conclusiones someras como esa, crea un problema teológico porque o veríamos espíritus de hombres impíos que se condenaron en tormento (lo cual no se ve tampoco por ninguna parte en la Palabra) o que la mitad inmaterial de los impíos (sus espíritus) se salvan y la otra (el alma) no. Fíjese el colapso teológico de una conclusión como esa.

Nadie en este mundo está medio salvo o medio condenado.

Usted no verá en ninguna parte de la Palabra doctrina sobre redención ni condenación de espíritus (respecto a los hombres aclaro, pues de los ángeles que se sabe son espíritus tal como lo expresa la Palabra si se habla de condena sin redención para aquellos que pecaron).

Por otra parte, sí se lee en muchos pasajes acerca de redención y condenación de las almas en que sí se refiere a los hombres.

Usted tampoco verá nunca en toda la biblia que se hable de salvación o condenación ni del espíritu ni del cuerpo actual que poseemos porque ya la Palabra nos define claramente su origen y destino.

Nunca el Señor Jesús habló de salvar espíritus, ni salvar cuerpos de nadie. Solo habló de las almas (usted, yo y todos los seres humanos)

Si partimos del hecho de que no somos espíritus ni somos nuestro espíritu porque Dios no nos hizo tales ni pensó que llegásemos a serlo jamás, entonces se aclara de una vez por todas, que nunca jamás podremos ser dioses puesto que Dios es espíritu. ¡Es imposible!; tampoco mezclarnos con la divinidad como creen muchas doctrinas erróneas como el misticismo oriental, metafísica y religiones pseudo-cristianas. Interesantemente aunque hubiese la más mínima posibilidad de llegar a ser espíritus, jamás alcanzaríamos la divinidad pues los ángeles son espíritus y no por ello son dioses ni lo pueden ser aunque muchas doctrinas paganas los han endiosado. ¡Note qué importante esto!

Cuando Dios nos dio espíritu, lo que quiso fue facultarnos interactuar con Él y que le pudiéramos conocer, pues Él es espíritu. Eso nos posibilitó poseer la herramienta o canal para acceder a su dimensión mientras estamos en esta dimensión física en la que nos puso. Es decir, que al darnos espíritu nos hizo habitantes de dos dimensiones, la material y la espiritual.

Continuará…