Las “tres partes” del hombre 24° Parte
Continuación…
Constate la
pregunta que le hace Nicodemo al Señor mal comprendiendo lo que significaba
nacer de nuevo “¿puede un hombre siendo viejo entrar al vientre de la madre y
nacer otra vez?” Juan 3: 4. Entonces el Señor procede a aclararle que lo que corresponde
al reino del cual le está hablando es para comprenderse con el espíritu; no se
compagina con lo natural que le era común a Nicodemo en ese momento, esto
porque lo natural que es nacer del vientre de una madre, no se relaciona en
ninguna forma con el hecho glorioso de nacer del Espíritu ni se basa en ello.
Esto debía mínimamente saberlo un maestro de Israel que supuestamente
“dominaba” temas espirituales referentes a Dios. Debía al menos entender que
son esferas diferentes.
Además, el Señor continúa su explicación comparándola con la dinámica del viento que se asemeja a aquellos que nacen del Espíritu; dicha dinámica se parece a la operación del Espíritu que no se puede ver por ser invisible, ni asir, manipular o atrapar con las manos, ni tampoco comprenderse con los elementos naturales con los que contamos, ni con los sentidos que utilizamos para este mundo porque es ajena a lo natural. Interesante ejemplo.
Y el Espíritu de Dios es relacionado en su accionar con el viento al soplar sobre huesos secos para que reciban vida en Ezequiel 37, en el aliento de Dios soplado en la nariz del hombre en génesis para que recibiera el espíritu de vida, en lo que sopló Cristo sobre sus discípulos cuando dijo “recibid al Espíritu” y en lo que se manifestó fuertemente con un viento recio cuando vino el Espíritu Santo sobre todos allá en Pentecostés.
Creo que debemos desmitificar el pasaje compartido y asimilarlo a la luz de la revelación general y global de la Escritura para que tome el sentido correcto.
Observe lo que dice el apóstol Pablo: que el hombre natural (carnal) no percibe las cosas del espíritu porque para él ni tienen sentido y por ello le representan locura (1° Cor. 2: 14) porque lo espiritual ha de discernirse espiritualmente pues lo espiritual corresponde a lo espiritual, así como lo carnal (llamado animal algunas veces) a lo carnal. Este pasaje arroja luz a lo que venimos planteando, pero también nos hace notar con toda sinceridad que no señala personas sino cosas tanto espirituales como carnales. Parece que insistir en algo diferente es cambiar el sentido de la Palabra.
La Palabra nos dice que Dios ha preparado obras para que anduviésemos en ellas (Efesios 2: 10). Ya que Dios es espíritu, como lo recalca la Palabra, entonces esas obras definitivamente están dirigidas a que nuestro espíritu se cultive, participe y viva en ellas, es decir, cosas dispuestas por el Señor para que hagamos y las aprovechemos como las abundantes riquezas espirituales sin duda alguna.
Continuará…