domingo, 6 de marzo de 2022

Las “tres partes” del hombre 24° Parte

Las “tres partes” del hombre  24° Parte

Continuación…

Constate la pregunta que le hace Nicodemo al Señor mal comprendiendo lo que significaba nacer de nuevo “¿puede un hombre siendo viejo entrar al vientre de la madre y nacer otra vez?” Juan 3: 4. Entonces el Señor procede a aclararle que lo que corresponde al reino del cual le está hablando es para comprenderse con el espíritu; no se compagina con lo natural que le era común a Nicodemo en ese momento, esto porque lo natural que es nacer del vientre de una madre no se relaciona en ninguna forma con el hecho glorioso de nacer del Espíritu ni se basa en ello. Esto debía mínimamente saberlo un maestro de Israel que supuestamente “dominaba” temas espirituales referentes a Dios. Debía al menos entender que son esferas diferentes.

Además el Señor continúa su explicación comparándola con la dinámica del viento que se asemeja a aquellos que nacen del Espíritu; dicha dinámica se parece a la operación del Espíritu que no se puede ver por ser invisible, ni asir, manipular o atrapar con las manos, ni tampoco comprenderse con los elementos naturales con los que contamos, ni con los sentidos que utilizamos para este mundo porque es ajena a lo natural. Interesante ejemplo.

Creo que debemos desmitificar el pasaje y asimilarlo a la luz de la revelación general y global de la Escritura para que tome el sentido correcto.

Observe lo que dice el apóstol Pablo: que el hombre natural (carnal) no percibe las cosas del espíritu porque para él ni tienen sentido y por ello le representan locura (1° Cor. 2: 14) porque lo espiritual ha de discernirse espiritualmente pues lo espiritual corresponde a lo espiritual así como lo carnal (llamado animal algunas veces) a lo carnal. Este pasaje arroja luz a lo que venimos planteando pero también nos hace notar con toda sinceridad que no señala personas sino cosas tanto espirituales como carnales. Parece que insistir en algo diferente es cambiar el sentido de la Palabra.

La Palabra nos dice que Dios ha preparado obras para que anduviésemos en ellas (Efesios 2: 10). Ya que Dios es espíritu, como lo recalca la Palabra, entonces esas obras definitivamente están dirigidas a que nuestro espíritu se cultive, participe y viva en ellas, es decir, cosas dispuestas por el Señor para que hagamos y las aprovechemos como las abundantes riquezas espirituales sin duda alguna.

Continuará…