domingo, 17 de septiembre de 2023

Doctrinas y prácticas evangélicas en el ojo del escrutinio. 51° Parte

Doctrinas y prácticas evangélicas en el ojo del escrutinio. 51° Parte

Continuación…

23- Los demonios pueden poseer a los hijos de Dios

Seamos claros... somos una casa... todos y cada uno de nosotros habitamos en este mundo un sitio. No digo el lugar en que usted o yo vivimos y que tiene una dirección que damos a quienes desean visitarnos o queremos invitar a venir a vernos. Hablo de nuestro cuerpo. Este que Dios hizo para que viniésemos a morar mientras estábamos en este mundo.

Y al igual que la que poseemos con un techo y unos muebles, también dejamos entrar en esta casa a otros que bien pueden venirse a vivir con nosotros permanentemente o por algún tiempo.

Sin embargo hubo una época en que la llave para dejar entrar a otros en nuestra morada terrenal no estaba en nuestras manos, nacimos sin ella y estuvimos vulnerables y expuestos para en cualquier momento cualquiera pudiese entrar generalmente con malas intenciones. Éramos casa de cualquiera nos pareciera o no la cosa. Es decir, no podíamos decidir, no estaba en nuestras manos.

En nuestra vulnerabilidad cualquiera podía entrar sin pedir permiso y quedarse todo el tiempo que quisiera. Y lo hicieron. Llegaron para empobrecernos, para enfermarnos, para robarnos, para destruir todo lo que encontraran, para esclavizarnos, para hacer de nosotros una calamidad. Lo peor es que nos habían convencido que eso era lo mejor, que éramos felices de estar así, que era la normalidad de cómo debíamos vivir.

Aunque usted no lo crea, esa era nuestra real situación. Y nos hubiésemos quedado en esa condición hasta morir así, si Dios no hubiese enviado a su Hijo para cambiar esa realidad.

Esos malos inquilinos eran espíritus demoníacos que nos estaban destruyendo.

Así dijo el Señor... realmente estábamos cundidos de demonios. Y como sucede en la vida real, sufríamos del síndrome de Estocolmo, es decir aquel en que nos hacíamos amigos  y desarrollábamos un vínculo afectivo con aquellos que nos hacían daño y nos tenían prisioneros.

Continuará…