Doctrinas y prácticas evangélicas en el ojo del escrutinio. Parte 113
Continuación...
Dice la Palabra que Dios mira el corazón y no como nosotros que nos dejamos llevar por lo de afuera, por lo físico. Por eso continuamente somos tan fácilmente engañados. Religiosos, religiosos empedernidos es lo que terminamos siendo.
De nuevo le invito a devolverse y darse una vueltita por los primeros 23 capítulos de esta serie que ya lleva 113 capítulos y leer cosas gruesas allí.
Sí, en definitiva, se requiere creer el mensaje del evangelio y proceder a bajar a las aguas del bautismo con arrepentimiento genuino confesando los pecados para ser lavado mientras se invoca el Nombre del Señor como lo dicen las Escrituras y esto abre el cielo para el que estuvo perdido.
Se requiere confesar con la boca el señorío de Jesús y creer de todo corazón que Dios lo resucitó de los muertos, de lo contrario no tiene ni idea de lo que está haciendo.
Es necesario experimentar el nuevo nacimiento que da paso a un nuevo hombre, algo que hace el Espíritu Santo y solo él.
Y en concreto, ha de ser aceptado por Dios por medio de Cristo el Señor, de lo contrario no será parte de su familia, ni lo conocerá nunca porque nunca le fue revelado. No sabrá nada de la iglesia porque ella también le ha de ser revelada. Aunque se meta en cualquiera que le digan que es la iglesia y esté allí hasta que muera aprendiendo una religión de memoria, no tendrá idea de cómo es ella. No sabrá nada de la Palabra, aunque se compre la mejor de las biblias y logre aprendérsela de memoria versículo a versículo y lea mil libros de grandes autores que pretendan explicarla. Si esta no es descodificada en usted, quedará nulo ante ella.
Y no conocerá la Vida, aunque se sienta muy vivo.
Así ha sido desde que comenzó la humanidad con aquel primer hombre hecho a imagen de Dios llamado Adán y en que Dios puso el tesoro de su vida (su simiente).
Continuará…