Doctrinas y prácticas evangélicas en el ojo del escrutinio. Parte 111
Continuación
Muchos que conozco con todo eso, aún no conocen a Dios, aunque le sorprenda escucharlo. Sus vidas son un desastre. Solo saben ser evangélicos y son unos profesionales en ello.
Aprendieron muy bien de sus maestros y hasta los superaron. Pero son como cascarones vacíos. De hecho, son “buena gente” y aunque otros ni siquiera eso, se saben la biblia de memoria, pero la Vida nunca la han conocido.
Es triste decirlo, pero el evangelio es algo que aprendieron y lo aprendieron sumamente bien, más ser seguidores de Cristo y sus esclavos no lo entienden.
Qué pérdida de tiempo y qué engaño descomunal. Muchos intentarán recordarle al Señor como le sirvieron y hasta hicieron milagros y echaron demonios fuera en su nombre y como le decían “Señor, Señor” (Mateo 7: 21-23) pero nunca fueron conocidos por Él. Eso es fuerte.
¿Se da cuenta?
No cualquiera es hijo de Dios. No cualquiera vive a Cristo y no solo habla profesionalmente de Él. No cualquiera que parece ser, es. Ser hijo de Dios es muy diferente a lo que sabemos o hemos estandarizado como lo ideal.
No debía realmente nadie andar preocupado por mostrarse para que los demás sepan que es hijo de Dios, eso es plástico e ineficiente. De lo que estamos hablando es de algo natural que no representa ningún esfuerzo porque simplemente brota cotidianamente.
Solo es la respuesta natural de una vida que no es de este mundo, viene desde Dios, y es imposible simularla. Se nota fácil cuando alguien pretende actuarla y ella no está.
No todos los hombres son hijos de Dios, pero tampoco ningún religioso lo es. Sin embargo, le digo algo más… no todos los que nos parecen perdidos lo están. Así como no todos los que parecen salvos y proclaman a diestra y siniestra que conocen a Dios, tienen la salvación.
Continuará…