domingo, 25 de mayo de 2025

Doctrinas y prácticas evangélicas en el ojo del escrutinio. Parte 139

Doctrinas y prácticas evangélicas en el ojo del escrutinio. Parte 139

Continuación...

40- Jesús es Dios

Pero, ¿hay alguna duda respecto a ello o alguna doctrina extraña que se haya colado que necesitemos indagar?

Este es un tema ciertamente escabroso, porque de primera mano hay una posición generalizada que, aunque no se quiera aceptar, proviene de la tradición religiosa, no de la biblia.

Increíble, pero a dos mil años de que Jesús el Señor estuvo entre nosotros, parece que todavía no se termina de comprender. Esto representó una pugna histórica que tuvo lugar en el primer concilio de Nicea (Concilio de obispos de diferentes regiones de la supuesta iglesia del Señor) en el año 325 de nuestra era, hace más de 1600 años. Eran los comienzos de la iglesia unida al Estado promovida por el Emperador Constantino.

Sin embargo, no tomo parte de ninguna de las dos posiciones que allí se discutían pues ambas me parecen erradas.

Con todo, hablarlo hoy parece ser hasta prohibido y se le da cierto carácter herético si se cree diferente pues muchos piensan que son mayoría y mantienen una posición que es incuestionable.

¿Y cual es esa posición incuestionable?

Pues que Jesús es Dios sí o sí y no hay otra forma de entenderlo.

Muchos creen que debatirlo es restarle autoridad a la bendita persona del Señor y faltarle el respeto, pero creo que se lo toman demasiado a pecho sin permitirse el análisis sano. ¿Oh es que pensamos que ya todo se habló respecto al tema como para dedicarle tiempo a volver a escudriñarlo?

Continuará…


domingo, 18 de mayo de 2025

Doctrinas y prácticas evangélicas en el ojo del escrutinio. Parte 138

Doctrinas y prácticas evangélicas en el ojo del escrutinio. Parte 138

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Si no logramos hallar nuestro lugar en el propósito perfecto de Dios, nuestro vivir en Cristo no ha cumplido la razón de nuestro paso por este mundo.

No podemos vivir en este mundo desinteresados mientras muchos se pierden o pasan necesidad y estar como si nada.

Si el ayuno no produce ardor en nuestro corazón y un anhelo por hacer la voluntad de Dios, estamos aguantando hambre.

Jesús decía que mientras se encontraba entre nosotros como novio, no ocuparíamos ayunar porque le teníamos (y podíamos escucharle claramente hablándonos la voluntad de Dios). Pero cuando fuere quitado entonces nos sería necesario ayunar, (esto es que necesitaríamos tener una herramienta para clarificar esa voluntad del Padre en nosotros y proceder hacia algo concreto).

El ayuno nos ubica en las obras correctas, pero en las obras que Dios preparó para que anduviésemos en ellas y no en las que nosotros pensamos o nos pasamos la vida queriendo hacer para Dios, pero lejos de lo que realmente Él quiere que hagamos. Es humillarnos y hasta arrepentirnos por estar ocupando nuestro tiempo en lo que no es la voluntad de Dios.

Y otra cosa, el ayuno es privado. Nadie debería enterarse cuando ayunamos por como muchos que demudan su rostro para mostrar que ayunan convirtiéndolos en unos hipócritas y anulando de plano el objetivo del ayuno. Mateo 6: 16-18.

Y como ya compartimos, ayunar provee valentía, valentía para hacer lo que Dios dice y desea a pesar de las consecuencias que eso podría tener, en medio de un mundo religioso que inclusive nada quiere con Él.

 

Veredicto: Ayunar, sí, pero para lo que la Palabra enseña, sin religiosidad, sin misticismos, sin intereses creados. Ayunar dentro del propósito del Señor para alcanzar sus propósitos

 

Continuará…



domingo, 11 de mayo de 2025

Doctrinas y prácticas evangélicas en el ojo del escrutinio. Parte 137

Doctrinas y prácticas evangélicas en el ojo del escrutinio. Parte 137

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Los israelitas buscaban su propio gusto en el día del ayuno, (verso 3) es decir, iban tras lo que era su interés y no el de Dios. Dios les reclama esto y como oprimían a sus trabajadores. ¡Vaya contrariedad!

Si seguimos leyendo, lo hacían más para ser vistos, que los demás miraran cómo se humillaban. Completamente plástico. (verso 5)

En el verso 6 el Señor les dice qué es lo que Él quiere: “¿No es más bien el ayuno que yo escogí, desatar las ligaduras de impiedad, soltar las cargas de opresión, y dejar ir libres a los quebrantados, y que rompáis todo yugo?” Nótese que es un tema de aplicarse en la justicia, la libertad y la misericordia para con los demás.

Y hay más,

Verso 7: “¿No es que partas tu pan con el hambriento, y a los pobres errantes albergues en casa; que cuando veas al desnudo, lo cubras, y no te escondas de tu hermano?”

El ayuno del Señor tiene que ver en cómo atendemos a los necesitados más que en pasar hambre y que vean que somos muy entregados a Dios.  

De nuevo no se trata de buscar poder para ser un cristiano portentoso que haga maravillas, o que los demonios teman y huyan… (eso te lo vende la religión), sino que hagas la obra que a Dios le interesa que tiene todo que ver con cómo se encuentra tu prójimo y tu hermano y no te quedes de brazos cruzados; ¡que hagas algo!

Ayunar necesariamente requiere nuestra humillación porque nos cuesta mucho ver y comprender el deseo del corazón de Dios en medio de un mundo tan injusto y atestado de cosas que llaman mucho la atención, nos satisfacen y ocupan nuestro tiempo. Todos buscan su propio bienestar y placer y entre todo, los demás desaparecen. Necesitamos ser ubicados, porque tanto no nos deja ver el camino. Para eso sirve el ayuno.

Continuará…


domingo, 4 de mayo de 2025

Doctrinas y prácticas evangélicas en el ojo del escrutinio. Parte 136

Doctrinas y prácticas evangélicas en el ojo del escrutinio. Parte 136

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El ayuno genuino nos ayuda a humillarnos ante el Señor porque necesitamos estar centrados en lo que Él desea, por encima de lo que nosotros deseamos.

El caso de Nínive cuando se humilló ante Dios frente al anuncio de destrucción que se les avecinaba, ayunaron todos desde el mismo rey hasta el más simple incluyendo hasta los animales y eso alcanzó a satisfacer a Dios. Les llevó a estar justo en lo que Dios pretendía de ellos: su arrepentimiento.

Y es que arrepentimiento es algo de valientes porque no nos gusta reconocer nuestras faltas y que hemos faltado a un Dios que es Santo, rompiendo sus mandamientos en nuestro vivir. Nuestro corazón es engañoso, gustoso de creer que estamos bien, que no somos pecadores y no necesitamos pedir perdón por nuestros pecados que son constantes. Eso realmente es peligroso porque nos hace soberbios. Requerimos del ayuno para derribar nuestra altivez toda vez que nos sentimos santos y pulcros mirando a los demás por encima del hombro. La santidad verdadera no nos lleva a una actitud tal sino a una humildad misericordiosa para con los demás.

A Moisés, su ayuno de 40 días en el desierto lo afinó poniéndolo en la ruta de la perfecta voluntad de Dios que lo preparó para ser el vaso que Dios utilizaría para liberar a su pueblo de la esclavitud en Egipto 40 años después. Eso le llevó a poner abajo su humanidad, su propio conocimiento que era mucho, sus propias fuerzas y hasta sus propios logros que en Egipto podrían haber sido muchos. Lo hizo tocar fondo, llevarlo a cero para formarlo desde allí en el propósito del Padre.

Si leemos en Isaías 58, el maravilloso pasaje del ayuno del Señor está tan claro como el agua su intención y nada tiene que ver con buscar asuntos personales, todo está definido en centrarse en lo que Dios quiere.

Veámoslo.

Continuará…