sábado, 11 de enero de 2014

La manoseada Cobertura espiritual - 2° parte

La manoseada Cobertura espiritual - 2° parte
Escrito autóctono

Ahora bien, alguien dijo erróneamente por allí que así como Cristo es Señor de todos, también los líderes lo son en la iglesia. Pero si vemos la vida y el ejemplo de los apóstoles, profetas y demás dirigentes de la iglesia ellos nunca se transformaron en señores de la grey. De hecho, sus escritos una y otra vez enseñan lo contrario. El hacer discípulos tal como Cristo mandó, ha de ser en su estilo de servir y nunca de servirse de ellos. Se ve claramente establecido que toda cobertura espiritual, o mejor dicho, toda acción de cubrir o dar cobijo o protección, le concierne a Dios y a Cristo y nunca a los hombres (Salmo 91: 1, 4; Isaías 30: 1; 32: 2; 49: 1-2; 51: 15-16; Mat. 23: 37; S. Juan 15: 5; 1° Cor. 3: 4, 21-23; Gal. 3: 29; Col 3: 3). No llega hasta ese punto la autoridad delegada por Cristo a ningún miembro de la iglesia por cuanto el señorío de hombres en la casa de Dios no tiene base en su enseñanza, la enseñanza apostólica, ni el estilo de vida neotestamentaria. El único que tiene señorío, autoridad y dominio en la casa de Dios se llama Cristo.

Cabe aquí preguntarse si realmente debemos de tener un “paraguas grande” como dicen muchos. Sin embargo, si miramos la vida de los hombres que la Biblia recalca son imperfectos, frágiles y propensos a pecar y mentir, la verdad es que sin importar el tamaño de ese "paraguas", es humano y se llena de huecos. Yo prefiero una “carpa”, tan grande y duradera que nada sobre la tierra ni en el universo la supera y se llama Dios. (Efesios 4: 6)

Ahora, ¿Será que aquellos que defienden las coberturas humanas, se sienten incapaces de presentarse ante Cristo directamente con sus vidas acusados por sus pecados? Igual sucedía en tiempos de Moisés cuando el pueblo de Israel tenía pavor de ser tratado directamente por Dios al encontrarse a los pies del Monte Sinaí  y le rogaron a Moisés que fuese su intermediario. Deut. 5: 25 y 27. O también cuando el pueblo tomó la decisión de tener otro rey fuera de Dios, alguien que fuese humano y visible.(1° Sam. 8). Como entonces, desecharon a Dios.

Si el asunto es por el tal “dar cuentas”, para ello Dios estableció en los mismos creyentes, la iglesia, no solo la responsabilidad de conocer todo asunto, sino la tarea y autoridad de darle el tratamiento adecuado. Mateo 18: 15-17; 1° Cor. 5: 1-5, 12 y 13; 6: 1, 4 y 5; Gál. 6: 1; 2° Tes. 3: 14 y 15; 1° Tim. 5: 19-20.

El problema actual con toda honestidad, más bien radica en que ningún líder tiene la intención de que se conozcan sus debilidades ni mucho menos se ventilen sus pecados en la asamblea, porque esto puede minar su liderazgo y restarle credibilidad. He allí la mentira del diablo en acción.

Pero hemos de entender también que estas directrices bíblicas no tienen cabida en la forma de iglesia moderna como la conocemos hoy. Su aplicación tiene todo sentido en la forma de iglesia neotestamentaria claramente planteada en grupos pequeños de hermanos edificándose por las casas y que se conocen como una familia de fe que son. Si tratamos de practicarlas textual y rigurosamente en las iglesias de tipo institucional moderno, no haremos más que afectar a muchos y muy seguramente desanimar. El llamado de la Palabra a que volvamos al original modelo tal como Dios lo diseñó, es claro y evidente.

El argumento de cuando los apóstoles extendieron a Pablo y Bernabé la diestra en señal de compañerismo que se relata en Gálatas 2: 9, no quiere decir cobertura puesto que tanto Pablo como Bernabé desarrollarían la misma función que ellos en la parte gentil. De hecho, ni Pablo ni Bernabé trabajan para los otros apóstoles, ni reciben ofrendas de apoyo de los apóstoles, ni ellos les dan ofrendas como vasallos. Lo mismo sucede en el caso de Pablo y Timoteo o Tito inclusive, en donde estos últimos son colaboradores apostólicos pero jamás empleados o subalternos de Pablo. Más bien Pablo se refiere a ellos como hijos en una relación paternal más que como jefe o “cobertura”. La relación que resalta entre los hermanos y los dirigentes en todo aspecto en el Nuevo Testamento es la del servicio y consideración mutuos, es decir el sometimiento unos a otros. Ef. 5: 21; 1° Pedro 5: 5.

Entonces, la autoridad en la casa de Dios no opera en forma de jerarquías, jefaturas, gobernaciones, gerencias, señoríos, oficialidades, dominios, presidencias, controladores o mandatarios, sino como funcionarios, colaboradores y embajadores para el servicio y la edificación, colocando a aquellos que recibieron esa autoridad de forma delegada, en una “posición” de servidores. 

¿Dónde queda entonces la cobertura de hombres si nadie más que Cristo está por encima?

...Continuará