Arrepentidos
pero… ¿convertidos? (5° y última parte)
Escrito autóctono
Continuación:
Si acudimos de nuevo a lo dicho por Pedro: “arrepentíos y convertíos para que sean
borrados vuestros pecados” y “Arrepentíos y bautícese cada uno de vosotros en
el nombre de Jesús para perdón de los pecados…”, sumado a otros pasajes que
también hablan acerca de salvación, tendremos
entonces todos los factores que forman parte de la predicación esencial del
evangelio: (En el caso del segundo y tercer punto que presento a continuación,
no aparecen así como siguiendo un orden específico, pues podrían darse de
manera inversa igualmente).
1-ARREPENTIMIENTO: Significa hacer un alto en la vida
tal cual se lleva, un reconocer la condición
pecaminosa en que se está por lo que se es peligrosamente reo de muerte
eterna, que significa la eterna separación de Dios. Tener tal conciencia puede
traer una honda preocupación y tristeza por haber pecado y ofendido a Dios.
2-BAUTISMO EN AGUA: Implica un hecho físico de
sumergimiento total en agua. Contiene 2 confesiones: Una a los hombres
en que se declara y reconoce el Señorío de Cristo sobre la vida propia y otra
a Dios en que se le confiesan los pecados invocando el nombre de Jesús para
ser lavado de ellos (Romanos 10: 9 y 10, Hechos
22:16). Así como creemos que Jesús murió en nuestro lugar y por nuestras
iniquidades, hemos de creer de corazón que
Dios le levantó de entre los muertos, de lo contrario lo que hacemos no
tiene valor, la fe sería vana y sin sentido si Él no hubiese resucitado. (Romanos 4:25, 1° Corintios 15:14 y 17)
3-CONVERSIÓN: significa volverse a Dios, cambiar
de forma de pensar para comenzar una nueva vida en definitiva, misma que es
producida por el Espíritu Santo quien viene a morar dentro de nosotros porque
hemos creído. Ahora ya es posible y comienzan a aparecer los frutos dignos del
arrepentimiento que se ha experimentado.
Este es el
creer integral que plantea el Señor Jesús en su mandamiento “El que creyere y fuere bautizado será
salvo” Marcos 16:16; y el “…que si confesares con tu boca que Jesús es
el Señor y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos serás
salvo. Porque con el corazón se cree para justicia pero con la boca se confiesa
para salvación”, escrito por Pablo en Romanos
10: 9 y 10.
Creer de esta forma nos dará el beneficio más
importante de todos; la salvación, pero además nos trae sanidad
si estamos enfermos (Isaías 53:4-5, 1°
Pedro 2:24), cambia por paz nuestro interior y entorno (Isaías 53:5), nos da libertad de
todo cuanto nos aprisiona (Gálatas 5:1,
Lucas 4:18) y nos asegura la vida eterna (Juan 3:16).
Entonces soy unido por Dios a su familia que
son personas que igualmente invocan al Señor con un corazón limpio (2° Timoteo 2:22b).
Hemos de saber que la vida del Señor en este
mundo hace 2000 años, nos trajo el ejemplo mismo de cómo habríamos de vivir. Por
eso es primordial que la conozcamos. (Juan
5:39 y 40).
Su muerte hizo posible esa vida en nosotros. (Juan 5:40, Juan 10:10b, Juan 20:31).
Su resurrección fue el sello por el cual todo
el que cree recibiría esa Vida en él. (Romanos
4:25, 1° Corintios 15:14 y 17).
El sacrificio de Cristo nos proveyó redención,
que es pagar por nuestro pecado y de esta forma dejó nula la condenación que
pesaba sobre nosotros. (Hechos 10:43,
Hechos 26:18; Efesios 1:7).
Para terminar, es importante que sepamos que aún
con el hecho de no haber pecado toda su vida, el Señor no nos podía proveer
la salvación automáticamente. Su solo
sacrificio tampoco, solo habría quitado el pecado del mundo (el legado de Adán
y Eva). Pero su resurrección, hizo efectiva la purificación de los
pecados que cada uno de nosotros había cometido y de los cuales necesitábamos
ser limpios. Pablo lo dice elocuentemente: sin su resurrección estaríamos aún
en nuestros pecados: 1° Corintios 15:14 y 17. De nada valdría
predicar; la fe y la esperanza hubiesen quedado sin valor. Ni siquiera
hubiésemos podido levantarnos de nuestras tumbas nunca. De hecho nadie podría
haber sido justificado (Rom 4:25), si
Él no hubiese resucitado.
La obra completa de Cristo en nuestro favor,
hacía necesario su padecimiento y muerte en la cruz derramando su sangre y que
resucitara al tercer día tal como lo había anunciado. Lucas 24:46, Hechos 26:23
Este es el mensaje central de toda la Biblia y que todos deben
conocer: la muerte expiatoria de Cristo y su victoria total al resucitar de
entre los muertos para redimirnos a nosotros.