El conocimiento nos debe
llevar necesariamente al amor
(Las 7 cosas que Dios pide).
6° y última parte
Escrito autóctono
Continuación…
Conocer
de Él significa mirarle tal como es por todo lo que ha dicho, pero es imperioso
entenderlo. Eso es algo que
inclusive hasta eruditos estudiosos de la Palabra olvidan“¿Eres tú maestro de Israel y no sabes esto?” Juan 3: 10
Porque
conocer de Él no es expresamente saberse de memoria todo cuanto ha dicho; es
que la vida que hay en sus Palabras pueda comunicarse plenamente con nuestra
vida. De lo contrario nos significan muerte (la
letra mata…)2° Corintios 3: 6. Por eso existen grandes teólogos y
estudiosos de las Escrituras que terminaron negando lo básico y hasta cuestionando
a Dios, porque las abordaron con una mente embotada de conocimiento, de manera
altiva y no con la sencillez de un niño. El apóstol Pablo lo decía: “Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he
estimado como pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente, aun estimo todas las
cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi
Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar
a Cristo,” Filipenses
3: 7 y 8.
Esto
de tener la condición de niño para ser elegible a la revelación de Dios es algo
que el Señor mismo dijo: “…te alabo,
oh Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los
sabios y entendidos, y las has revelado a los niños. Sí, Padre, porque así te
agradó. Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre; y nadie conoce
quién es el Hijo sino el Padre; ni quién es el Padre, sino el Hijo, y aquel a
quien el Hijo lo quiera revelar.” Juan 10: 21 y 22
A
la Palabra de Dios no puedo acercarme apoyado en conocimientos o sabiduría humanas,
ni por atestados humanos, pues trasciende totalmente todo cuanto yo pueda saber
o dar por sentado. Ella no depende de lo que nuestra conciencia logre captar ni
demostrar; pero todo, absolutamente todo, entendible o inentendible, visible o
invisible, se sostiene y es por ella.
La
Palabra de Dios no está en función de mí, soy yo quien debo adaptarme a ella
porque Él es el Señor y es algo que
debo tener claro. “…que yo soy el
Señor,” Jeremías 9: 24
No
reconocerlo o ignorarlo, da al traste con cualquier cosa que yo quisiera saber o
comprender de Él. Estamos acostumbrados a ser nosotros los señores sobre
nuestra propia vida y no admitimos que nadie quiera tomar el control. Pero esta
también definido que realmente somos esclavos de nosotros mismos y que la
maldad reina en nuestros miembros.
Dios
no quiere controlarnos por el mero hecho de hacerlo, o demostrar con ello que
Él es Dios; su intención es liberarnos.
Esto
hace que el reconocer que Él es Señor sea clave, tanto, como los otros seis
elementos que Él pide. Rey de reyes hay
muchos, de hecho la biblia menciona varios, pero Señor solo lo es Él.
Acaso
nosotros, acostumbrados a pedirle a Dios de todo… ¿no atenderemos a lo que Él
pide de nosotros?
Todas estas cosas son resultado
natural de la libertad y se vinculan en un solo factor: el amor. Porque el
amor no hace daño al prójimo.
El conocimiento puede producir en
nosotros una de dos cosas: el envanecimiento y por ende el menosprecio de los
demás, o el amor hacia los demás. La diferencia radica en la condición
personal. Si sé reconocer que recibí misericordia para obtener conocimiento,
entonces considero a los demás. Si no, entonces me envanezco y los miro por
encima del hombro.
Por ello no se justifica que alguien
que tenga conocimiento genuino menosprecie a su prójimo ni mucho menos a su
hermano como lo vemos tantas veces ejemplificado. Lo que muchos realmente demuestran,
es que tienen información no conocimiento.
La falta del conocimiento verdadero desemboca
en desamor.