domingo, 27 de septiembre de 2015

Conversaciones de iglesia (3º Parte)



Conversaciones de iglesia (3º Parte)
Escrito autóctono

Continuación…


Cuando leemos la expresión “las iglesias” (en plural) en tantos pasajes del Nuevo Testamento ¿Nos da a pensar que los escritores tienen en mente exactamente lo que nosotros 2000 años después? 

No tenemos a Lucas, Pablo o Juan que la utilizan, vivos como para consultarles.

En otras palabras, ¿Será que pluralizan la iglesia como diciéndonos que hay una aquí y otra allá y otra por aquel otro lugar, constituidas en entes independientes o grupos denominacionales que se conformaron con todo y sus locales físicos a los que llamaban iglesias? ¿Iglesias bajo el nombre de Cristo pero institucionalmente individuales?

Hoy, 2000 años después, nadie lo cuestiona y se asimila de tal manera sin más ni más.

Pero si es cierto que la iglesia es una sola y no existe división de ningún tipo en ella aunque quienes la conforman pertenecen a diferentes regiones, poblados y comunidades humanas tan diferentes unas de otras, creo que aquí hay un argumento suficientemente importante como para ponernos a pensar que verdaderamente hubo muchas iglesias; aunque doctrinalmente comprendamos que hay una sola que está dispersa por todo lugar. (En eso todos estamos de acuerdo)

Pero aclaremos la necesidad del análisis. Todos comprendemos sin error que efectivamente había muchas iglesias en los diferentes lugares como se registra en las Escrituras, eso no tiene discusión. Pero al decirlo… 1- ¿Vemos instituciones estructuradas y constituidas autónomas, oficializadas, con sendos locales propios (alquilados, comprados o construidos) en las diferentes zonas de cada una de esas grandes regiones? o 2- ¿Visualizamos pequeños grupos de hermanos reuniéndose juntos (principalmente en casas) en las diferentes zonas de una gran región?

¿Con cuál interpretación de las dos me quedo? Usted dirá lo que ve pero la verdad es que no podemos sostener ambas.

Por ejemplo, ¿por qué Pablo no dice a los hermanos de Roma solo: “os saluda toda la iglesia de Cristo” -en singular-?  (Romanos 16: 16). La expresión que usa es: “os saludan todas las iglesias de Cristo” -en plural-; lo que deja la impresión según la óptica moderna, de que se refiere a muchas iglesias de Cristo autónomas e independientes de las demás aunque bajo un solo nombre. Entonces la idea de muchas denominaciones diferentes que reúnen al grosor del pueblo de Dios tal como sucede hoy, tendría validez por esas expresiones. ¿Será eso lo que nos quiere comunicar la Palabra?

¿Cómo lo demostramos o lo desmentimos certeramente?

Valga decir que el término “iglesias” (forma plural), es utilizado por Lucas 3 veces, por Pablo unas 20 veces y por Juan 8. En total la tenemos unas 31 veces en el Nuevo Testamento.

Por su parte “iglesia” (en singular), lo utiliza Lucas 17 veces, Pablo 42 y Juan 10 veces. En total 69 veces sin tomar en cuenta otros escritores que también la usan como Mateo, Santiago o el mismo Pedro. Así, que si por la diferencia de más del doble tuviésemos que decidir, hay una línea bien demarcada en ese sentido.

Pero no podemos obviar ninguna de esas 31 ocasiones, de las cuales hasta podría existir uno que otro error de copistas a lo largo de los siglos probablemente. Pero pensemos que la expresión plural es válida aunque tuviésemos solo una. Esto requeriría el análisis para despejar toda duda, porque esa sola expresión nos sugeriría la variedad de grupos independientes o denominacionales como sucede en nuestros tiempos prácticamente como una norma.


Piénselo: Si en su mente no existiera la figura institucional de denominaciones independientes y/o grupos eclesiales que conforman asociaciones cristianas individuales, al leer "iglesia" o "iglesias" en el Nuevo Testamento no tendría ningún problema en entenderlo sin ambigüedades de ninguna especie.  Así ocurre con entidades tan conocidas como  la Cruz roja o el cuerpo de Bomberos. Usted sabe que cada una de ellas son una única e indivisible entidad aunque haya tantas estaciones de bomberos como ciudades y países. De igual forma con las Cruz roja. Por diferentes una Estación a otra no compiten por ser mejor una a otra ni se asimilas a sí mismas como independientes.

Más le digo algo; la expresión en forma plural no es determinante para definirnos una pluralización de la iglesia porque a la verdad el restante de información que nos aportan dichos escritores y principalmente Pablo, nos ayuda a disipar cualquier concepto al respecto.  

Por ejemplo el léxico usado por Pablo para referirse a la iglesia en varias de sus cartas es tan preciso, que puntualiza si se quiere referir a un pequeño grupo de hermanos en un sitio o denota otra manera para referirse a un grupo mayor en una región.  Pero no lo hace como nosotros hoy. Note cuando dice: “saluden a tal y a la iglesia que está en su casa” (Rom. 16: 5; 1º Cor. 16: 19; Col. 4: 15; Filemón 1: 2). Aquí plantea la figura elemental. Pero no pase por alto la maravillosa forma de expresarlo; no dice: “saluden a la iglesia del hermano tal o de los hermanos tales” ni  “a la iglesia llamada tal (llamándola con un nombre distintivo acuñado)”. Esa forma sí justificaría las formas modernas, personalizando e individualizando dicho pequeño grupo y por ende dejándolos como una entidad independiente cuyo concepto lleva necesariamente a otro asunto: debía tener uno o varios encargados principales, lo que sabemos nunca pasó porque la Palabra de Dios no lo muestra de esa forma en ninguna parte. La iglesia nunca fue ni de pertenencia de ninguno de los hermanos, ni le acuñaron jamás ningún nombre a ninguna como para distinguirla de las demás.

Pero acaso ¿debíamos hilar hasta ese punto?

¿Podríamos todavía argumentar más sobre esa manera bíblica de referirse a la iglesia, comparado a alguna figura de la época que, en condiciones de índole religioso, también congregara personas a la cual si personalizaban con nombres de fantasía? Dichosamente la respuesta es ¡Sí!

Continuará…

domingo, 20 de septiembre de 2015

Conversaciones de iglesia (2º Parte)



Conversaciones de iglesia (2º Parte)
Escrito autóctono

Continuación…


Todos y cada uno de estos argumentos que muchos consideran “Santa Palabra” y que parecieran ser razones suficientes para demostrar que existen al menos dos formas en que podemos interpretar la iglesia, realmente tienen fiel y correcta explicación que los deja sin base, gracias a todo el contexto que aporta la misma Palabra de Dios y también lo que a la postre vinieron a confirmar las diferentes investigaciones arqueológicas y de otras disciplinas calificadas con las que se cuentan hoy en día, pero que la religiosidad y la tradición de los diferentes sectores no han querido brindarles la importancia que tienen o se han encargado de desprestigiarlas intentando acallar lo que consideran va en perjuicio suyo. 

Gracias a los Estudios teológicos serios y a toda la información compilada, es que podemos saber hoy que el aposento alto no es el nombre de una iglesia del primer siglo sino simple y sencillamente el segundo piso de una casa común, sitio fresco y ventilado que se usaba como lugar de estancia de las familias; y que el “templo la hermosa” no existió jamás ni fue la iglesia principal de reunión de los hermanos de Jerusalén, sino tan solo una puerta exquisitamente decorada del muro este del templo de Herodes (puerta principal del atrio de la mujeres a la que le habían dado el nombre de La hermosa). Tanto la puerta como el atrio mencionados, pertenecían al templo judío en que resaltaba el santuario, pero que en ninguna de sus secciones interiores, la iglesia como tal no podría nunca haber celebrado un “culto” pues era para los ritos y liturgias del judaísmo. Si los creyentes eran convocados multitudinariamente, se reunían en las afueras del muro que rodeaba ese templo, en una plazoleta o explanada bastante grande al aire libre y alrededor llamado atrio o patio de los gentiles y en él, más propiamente en el Pórtico de Salomón. En otras palabras, nunca hubo un templo construido cristiano, ni ninguna edificación con un rótulo que la identificara como iglesia cristiana en Jerusalén.

Nunca la biblia muestra una iglesia tipo construcción con una torre y una cruz en su punta. Esa clásica y tan reverenciada figura de “iglesia” que agregó campanarios y otros elementos externos e internos con el pasar de los siglos, nos guste o no, no sale de la biblia. ¿Entonces de dónde?

Pero regresemos a la letra como tal de las Escrituras, sobre todo a modismos que expresan algunos de sus escritores que son importantes estudiarlas.

Es interesante analizar el por qué ciertas expresiones escritas principalmente por Pablo en el Nuevo Testamento, nos podrían generar alguna inquietud a la hora de  interpretarlas, teniendo en cuenta lo que conocemos hoy de cómo es la iglesia según hemos vivido y se nos ha enseñado por 17 siglos.

No tengo la menor duda que Pablo ni ninguno de los otros escritores que viven en su misma época, escribían adrede pensando en que en el futuro sus escritos llegaran a necesitarse para una correcta interpretación de cómo debía ser y funcionar la iglesia porque la miraban surgir de manera natural; simple y llanamente escribían de lo que vivían y les inspiraba el Espíritu para bien de sus hermanos. No podían imaginar en su tiempo, el alcance futuro que llegarían a tener sus escritos, ni mucho menos en lo que se convertiría la iglesia pero por sobre todo, a lo que llamarían “iglesia” las futuras generaciones.

Claro, Dios sí lo sabía. Él conocía que su Palabra iba a ser un manual vital a través de los siglos para que pudieran consultarla aquellos que, libres de la tradición y las imposiciones humanas quisieran conocer la realidad de las cosas, siendo de gran provecho para nosotros en el presente.

Cuando leemos la expresión “las iglesias” (en plural) en tantos pasajes del Nuevo Testamento ¿Nos da a pensar que los escritores tienen en mente exactamente lo que nosotros 2000 años después? 

Continuará…

sábado, 12 de septiembre de 2015

Conversaciones de iglesia (1º Parte)



Conversaciones de iglesia (1º Parte)
Escrito autóctono


¿Qué diferencia puede haber en que se crea en una forma de iglesia tipo edificio o local físico como lo asumen millones de personas y que entendamos conscientemente que somos iglesia?

La pregunta parecería no ser tan importante como para dedicarle muchas líneas al análisis porque hoy en día, es normal que casi la totalidad del mundo cristianizado admite sin problema que hay iglesias físicas materialmente hablando (y así le llaman al local en donde se reúnen para realizar sus cultos o rituales de tipo religioso) como igualmente también sin problema aceptan que ellos mismos forman parte de la iglesia mística invisible que es el cuerpo de Cristo, es decir, que ellos son iglesia.

La tradición se encargó de hacer lo propio por medio de cantidades casi innumerables de edificios dedicados al culto a Dios o a la divinidad con Catedrales, Basílicas, Templos, Parroquias, a los que les llaman “iglesia”. De igual manera dentro del cristianismo no estatal, también hay multitud de Templos, Catedrales, Centros de reunión, Mega construcciones, Auditorios y demás que de la misma forma son llamados “iglesia” o identificados y hasta rotulados como tal. Tanto para un sector como para el otro,  lugares consagrados a la adoración y el servicio a Dios que son considerados como su casa.

Así que no hay que convencer a nadie de ver la iglesia de una forma o de la otra.

El caso es cuando se  lee “iglesia” en las Escrituras. Según la mayoría, hacen la separación mental automática que permite entender cuando la Palabra habla de la iglesia como un edificio físico o bien de la iglesia como el cuerpo de Cristo, con solo leer el contexto. Con eso resuelven y explican el asunto.

Así por ejemplo asumen que cuando se nombra “la iglesia que está en Jerusalén”  o “las iglesias de Asia”, entre muchos otros pasajes, habla de la iglesia local que habían construido o el local que alquilaban los hermanos de esos lugares para reunirse. Inclusive, -aseveran muchos-, les ponían hasta nombre: por ejemplo "Iglesia de Dios", "Iglesia de Cristo", “El aposento alto” o “Templo la Hermosa”. Sobre esta última designación, muchos insisten en que cuando se nombra “el templo” en Hechos de los apóstoles, se refiere a la iglesia-edificio local físico en que Pedro era el pastor principal y en el cual los creyentes miembros de la primera iglesia se reunían a celebrar sus cultos.

Por otro lado cuando en Hechos dice que la iglesia era perseguida o asolada, se trata del cuerpo místico de Cristo conformado por todos los hermanos que padecían la persecución -dicen- pues como es lógico, no perseguirían un edificio material; por mencionar solo uno de los ejemplos.

Ahora, llama la atención que ¿no era que debían llamar esos edificios edificados “Casa de oración” como dijo Cristo o al menos acuñarlo al nombre que les pondrían? ¡Algo pasó! O entendieron mal las Palabras del Señor o las olvidaron; quizá a la hora de la hora no lo consideraron tan importante, o desobedecieron deliberadamente…(¿?). ¿Cómo una expresión-ordenanza del Señor terminó siendo  ignorada en las supuestas casas del Señor edificadas para congregarse? Le aseguro que nada de eso ocurrió. Evidentemente hay una interpretación errada al querer insistir en locales físicos llamados iglesias en el Nuevo Testamento.

Aún así, muchos cristianos creen que cuando en el Antiguo Testamento y sobre todo en los Salmos se nombra la casa de Dios, de inmediato la imagen mental que viene a ellos es de una iglesia con bancas, púlpitos y altares tipo escenario y equipos de alabanza con todo y ministros. Nada más absurdo, pues lo que los judíos llamaban casa de Dios, ni se parece a lo que hoy las religiones llaman así.

Estos planteamientos que podrían parecer risibles, son la seria forma en que millones interpretan los registros históricos bíblicos porque se los han enseñado así o es -reitero-, la figura que tienen en mente al leer los diferentes pasajes.

Otros más “atrevidos” a sabiendas que no todo debía ser así de acuerdo a como lo asimilaron un tiempo, dicen que los creyentes del Nuevo Testamento se reunían en catacumbas o grutas subterráneas para poder sobrevivir a las persecuciones que se desataban, pero ya fuera en esas condiciones o en tiempos de paz, la iglesia funcionaba bajo la misma estructura jerárquica y organizacional con todo y sus programas, como la iglesia que conocemos hoy en día. Esto no me lo contaron, lo escuché con mis propios oídos.

Pero analizado con objetividad, la verdad es que la biblia plantea solo una manera de iglesia, no dos, ni tres, ni más.

Continuará…
 




sábado, 5 de septiembre de 2015

Versículos… ¿controversiales? 16° y última parte



Versículos… ¿controversiales?  16° y última parte
Escrito autóctono

Continuación…

Llegamos al final de una serie más, esperando haber sido luz a pasajes bíblicos que se han manipulado para sostener doctrinas y formas de iglesia que nos parecen más sacadas de un libro de cuentos que de la bendita Palabra de Dios. Creo que la Verdad está más a la vista de lo que parece o muchos creen.

Si pudiésemos pedirle a una persona que nunca se haya involucrado en ninguna denominación o iglesia cristiana, ni tampoco en ninguna religión que se diga fundamentarse en la Palabra, ni haya tenido la mínima enseñanza ni referencia de Dios en ninguna forma; que leyera la Biblia y luego nos comente lo que entendió, estoy seguro que nos sorprendería el nivel de respuestas más exactas que nos daría que muchos que la han estudiado toda su vida, porque de alguna forma, tener ya algún tipo de formación bíblica, no permite en muchísimos casos leerla sin prejuicios y preconceptos.

Por ello es necesario ser “reseteado” por el Espíritu de Dios antes de adentrarse a la Palabra. Comenzar de cero literalmente para leer lo que la Biblia nos dice y no lo que cualquier pensamiento previo quiera leer y ver allí, porque como lo comenté en alguna oportunidad, nuestra costumbre carnal de justificar todo cuanto hacemos y creemos, es nuestra peor enemiga a la hora de querer alcanzar la Verdad.


Pensamiento final

Comenzando desde la pésima forma de interpretar la sujeción y la sumisión además de todo el contexto mundanal de cómo operan las cosas en la iglesia, nos pareció bien a los hombres inclusive hallarle explicación a nuestros actos en la Palabra de Dios lo que a todas luces es un asunto carnal antes que lo espiritual que debían de ser las cosas.

A tanta insistencia de querer hacer las cosas a nuestro antojo, era de esperar casi por lógica que la iglesia se sintiera bien caminando paralelamente al mundo; aparte de que en nuestra carnalidad, creímos complicarnos menos teniendo nosotros el control de las cosas y dejar al Señor fuera del mando. Nos ocurrió lo de las iglesias del Apocalipsis. Llegamos a preferir eso que ser dependientes de la fe, la que es vital para dejar al Señor señorear sobre su iglesia como una realidad práctica y no como un mero decir tipo cliché religioso.  En otras palabras, convertimos al Señor en el dueño “Ad honorem” de la iglesia y no en su Dueño real.

Terminamos sintiéndonos cómodos así y eso acabó con la sencillez y funcionalidad de la iglesia genuina. A la verdad, creyendo que era mejor teniendo nosotros el control, fue nuestra ruina según los resultados tan patentes hoy en cuanto a la humanización de la iglesia y su inefectividad para ganar al mundo. Nos mezclamos con él en vez de continuar siendo la manifestación de los hijos de Dios que tanto anhela hoy la misma creación como lo dice Romanos 8: 19.

Debíamos ser como Cristo, no diferentes a Él.

Y mientras la historia humana sigue su marcha, de nuevo comienza a renacer por obra del Espíritu y no de ningún hombre, la manada pequeña, aquella que no se alía al mundo pero lo ama y se da por él tal como lo hizo el mismo Dios. Aquella que muestra al Cristo resucitado pues ella también fue resucitada juntamente con Cristo; aquella que está luciendo la belleza de Él porque es como Él ya que salió de Él.

Aquella, diferente al mundo, la cual es perfeccionada por el Espíritu pues la está preparando para el encuentro con su amado pronto.

¿Estás en una iglesia o te sabes iglesia? Solo hay una respuesta a la pregunta. No respondas prefabricadamente. La respuesta honesta y sin prejuicios, definitivamente debe cambiar tu panorama y revolucionarte desde tus mismas entrañas.

Fin 


Próxima serie:  CONVERSACIONES DE IGLESIA