domingo, 11 de octubre de 2015

Conversaciones de iglesia (5º Parte)



Conversaciones de iglesia (5º Parte)
Escrito autóctono

Continuación…


Alguien aquí podría decir: “Pero es que la sociedad ha cambiado y hoy se necesita por disposición de las leyes que cada iglesia sean organizaciones debidamente conformadas para ser reconocidas”. Le digo que usted está en lo correcto. Y eso es así porque quienes abren una iglesia, por defecto creen necesitar de un local propio para reunir allí a la mayor cantidad de personas que puedan, entonces es un requerimiento tenerla suscrita y cumplir con la ley. Pero, ¿cuándo fue necesario ser reconocidos por el Estado o la ley? No se ve a la iglesia en la Palabra teniendo tal necesidad ni lo buscó porque nunca se consideró a sí misma una sociedad de tipo legal que ocupara dicho aval.

Si usted está en o tiene una iglesia como cualquiera de hoy en día, no debe funcionar fuera de la ley, ni debe buscar liberarse de sus responsabilidades para con el Estado, porque usted forma parte de una agrupación que tiene bienes materiales, maneja finanzas y un local con un nombre que debe ser registrado debidamente pues ocupa un espacio que demanda ser atendido y plantea responsabilidades varias. ¡Así que debe cumplir con las leyes humanas como Dios manda si desea funcionar así!

Pero si un grupo de creyentes simple y sencillamente se reúnen como familias en cualquier lugar, sin ningún nombre, ni están adquiriendo bienes comunes, ni requieren de terreno alguno porque no piensan en construir ningún edificio, ni alquilar local permanente de ningún tipo, solo se ven y se edifican mutuamente donde quieran; entonces no ocupan conformar ninguna figura legal de ninguna clase. La ley no les impide verse como lo sería cualquier reunión familiar o de amigos.

¿Acaso para hacer una reunión en una casa o una fiesta familiar se debe pedir permiso o inscribir la tal familia como una sociedad legal para poderlo hacer? Obviamente que no. Aún cuando fuere en un sitio público, mientras que no se altere el orden y la decencia, nadie solicita ningún permiso ni tampoco se lo piden. Al menos eso es así en los países libres. 

En países en que se reprime la libertad de culto, el crecimiento de la iglesia genuina del Señor se ha dado en mayores proporciones que en países libres, porque de todas formas no hay manera de que se pueda controlar lo que se hace en cada casa de cada ciudadano del país.

La iglesia de la biblia, nunca requirió pagar ningún impuesto de nada como agrupación eclesial, ni hacer gastos de representación de ningún tipo, porque no estuvo en ellos nada de eso, ni pretendieron darse a conocer como un movimiento determinado, ni tampoco exigir derechos de nada. No requirieron afiliarse a ninguna otra organización ni gobierno alguno. La razón, no eran un movimiento eclesial.

Más bien como le ocurrió al mismo Señor, cuando les tocó ser maltratados injustamente, recibieron el daño sin protestar ni manifestarse con pancartas por las injusticias que les hacían. A muchos inclusive les tocó igual que al Señor ofrendar sus propias vidas y morir injustificadamente en el circo romano como si fuesen malhechores o delincuentes.  Cuando abrieron sus bocas, solo lo hicieron para morir cantando. ¡Qué valentía y grandeza de hermanos de los cuales este mundo no era digno!

Pero de acuerdo a su vida normal y en tiempos de quietud, cada hermano pagaba sus impuestos y cumplía fielmente con la ley como ciudadanos comunes y ejemplares como lo podría hacer cualquier otro habitante, más la iglesia como tal nunca fue una sociedad inscrita que perteneciera a nadie. Históricamente no hay nada de eso. Le aseguro que de haber tenido que anotarse ante el Estado para fines de reconocimiento, tenían medios legales para poderlo hacer como cualquier otra agrupación en aquella época. Impresionantemente en ningún documento histórico ni arqueológico se habla nunca de iglesias anotadas como entidades legales por ninguna parte durante sus primeros 300 años de existencia y de haberlo, tendríamos documentos registrales que lo comprobaran. 

Por mucho que nos sorprenda, el imperio romano estaba más organizado de lo que pudiésemos pensar 2000 años después. De hecho mucho del funcionamiento de los sistemas modernos, nacen de la forma en que Grecia y Roma funcionaron, siendo Roma en muchísimos aspectos un Imperio innovador, duradero y exitoso. Y a la iglesia del Señor le tocó manifestarse en su seno y lo hizo y triunfó. 

No nos consideremos los privilegiados de la historia humana solo por estar tecnológicamente más avanzados ni lo demos por excusa para hacer todo lo que se nos ocurra con la iglesia del Señor en estos tiempos.

Hay una forma que nos brinda la misma Palabra de Dios que nos permite comprender el verdadero sentido de cómo interpretar la iglesia. Pasemos a verlo.

Continuará…