Lo que Dios bendice y lo que nosotros
bendecimos (5º parte)
Escrito
autóctono
Continuación…
Usted
debe bendecir a todos sin excepción; verbalmente pero en forma material muchísimas más veces. Aunque cualquiera es digno de su dádiva, debe tomar en cuenta primordial
y principalmente a los de la familia de la fe (Gálatas 6: 10) obedeciendo la recomendación de la Palabra. Pero
debe de tener el cuidado de que esa generosidad que el Señor le capacita para
brindar, sea entregada a las personas idóneas puesto que también hay quienes se
podrían aprovechar recibiéndola sin necesariamente requerirla dejando a los que
verdaderamente la necesitan desprotegidos. Para ello es importante averiguar
previamente con hermanos de confianza que ya pueden tener casos identificados.
Pero
¿qué respecto a bendecir cosas o posesiones materiales como muchos que lo
practican?
No
quisiera dejar una puerta abierta. Creo que debe ser más como una forma
de agradecimiento y compromiso consigo mismo y en fidelidad para con el Señor en
su uso, pues a la verdad todo lo material que poseemos lo hemos recibido de su mano. No le dé un misticismo a esa
acción como queriendo convertirla en algo sagrado. No lo haga. No piense en santificar
sus cosas como quien quiere investirles características particulares y
especiales o que queden impregnadas de algún poder como muchos creen que
sucede. ¡No es así!; si va a santificar, santifique a las personas, porque
para ellas está dirigida la santificación. Si va a bendecir, bendiga a las personas
pues es lo que Dios quiere que hagamos. Debe comprenderlo y actuar con toda
madurez; la línea que podría confundir a cualquiera es muy delgada. La doctrina
Neotestamentaria no registra mandamientos para nosotros al respecto como ya lo
comentamos ni tampoco se pronuncia en contra. Esto no nos da licencia en
ninguna manera como para andar bendiciendo cosas a diestra y siniestra o usarlo
como un juguete de tacto cual si fuésemos el Rey Midas. Muchos se aprovechan
del asunto y terminan en engaño. No vemos ni siquiera al Señor en ninguna parte
de la Escritura teniendo una práctica de andar bendiciendo objetos inanimados en
el relato de su vida. Aquello material que usted quisiera poner en las manos
del Señor como su casa, vehículo o posesiones, mientras sean suyos muy
seguramente los usará para lo bueno como parte de ese compromiso muy personal
que tomó, pero en cualquier momento, usados por otra(s) persona(s), podrían utilizarlos
para lo malo. El problema no está en el objeto en sí, sino en la persona, debemos
entenderlo. No crea fantasiosamente que “se le quemarán las manos” a alguien que
use sus cosas para hacer lo indebido.
En
nuestros tiempos, toda práctica que administra poderes a objetos para que tengan
influencia de cualquier índole o algún tipo de poder milagroso, es producto más
de la ignorancia y parte de prácticas ocultas y malignas como el vudú, la
hechicería o la brujería que nada tienen que ver con la sana doctrina que nos
dicta la Palabra de Dios. No tenga absolutamente nada que ver con esas cosas, ni
tenga en su casa nada que proceda de esas fuentes, ni las lleve con usted, pues Dios
mismo las aborrece por todo el trasfondo diabólico de quienes están metidos en
eso. Lea lo maravilloso de lo que se produjo en Efeso entre los que creyeron al Evangelio (Hechos 19: 18 y 19).
Tampoco
utilice pociones ni aceites raros (aunque las elaboren cristianos) para -según
ellos- ungir las cosas y bendecirlas. Nada de eso sale de la doctrina Neotestamentaria.
No crea que aunque vengan de la llamada "Tierra Santa" (como
agua del río Jordán, tierra tomada de esa zona o aceite de olivo entre otras
cosas) van a ser más benditas que de otros sitios o a producir algo
"espiritual" en quienes las posean. No se engañe.
Si
usted insiste en bendecir algún objeto, quizá necesite ser tratado por Dios en
esa parte. Ni se atreva a traer a
otro creyente a que ore por sus cosas como si eso fuese a hacer la diferencia.
Si
Dios le da una casa, un vehículo o un trabajo nuevo, compartir una comidita con
sus hermanos en el Señor por el regocijo de lo recibido no está de más. Una
acción de gracias así va más de la mano con el espíritu de la Palabra que
echarle aceite y hacerle oraciones o como dicen algunos "pactarlas" con Dios. No raye en lo religioso y profano; le
aseguro que no está el Señor en ello.
Continuará…