domingo, 10 de abril de 2016

Se busca iglesia (10º y última parte)

Se busca iglesia (10º y última parte)
Escrito autóctono

Continuación…


Cuando sucede porque Dios lo hace suceder, cambia nuestro panorama porque Dios cambia nuestra forma de pensar. Pero es Dios haciéndolo en nosotros. Debemos dar el primer paso (Romanos 12: 2). Por eso no es posible cambiar a otros por nuestros propios medios, de hecho es muy factible que se lo tomen a uno como un extraño. Esa obra poderosa y maravillosa solo la puede hacer el Señor.

Cuando es Dios haciéndolo, le puedo asegurar que se sumirá en una vida de iglesia que le parecerá cambiada diametralmente 180 grados respecto a lo que usted pensaba que era. No bregará nunca más con las mismas situaciones que experimentaba anteriormente y que sinceramente representaban hasta una carga inmanejable, desgastante y decepcionante. 

Sucederá así porque participar de una comunidad de hermanos que genuinamente conocen a su Señor y han sido formados a sus pies, produce indiscutiblemente una experiencia madura y enriquecedora a niveles nunca antes vividos. Un manjar del cielo, se puede decir. 

¡Que Dios en su bondad nos permita disfrutar de su casa en toda su expresión!

Si después de haber leído todo esto usted continúa buscando una iglesia, le digo de todo corazón que no le juzgo. No podría ni debería. Tampoco pienso que por eso usted no está en nada… ¡jamás!, usted es mi hermano si ha creído de todo corazón en el Señor.

Más bien creo que Dios tiene un tiempo para cada quien y para los suyos el tiene el trato que mejor les corresponde y conviene. No tema, al final recibirá la Salvación que Dios le prometió por haber creído en el Señor. A su tiempo Dios le mostrará lo que deba mostrarle si lo quiere Él.

Claro…, por otra parte puede que algún lector esté buscando iglesia, no una cualquiera sino una buena…

Pero también puede que no, porque quizá es de los que finalmente se cansó de todo y todos y solo quiso continuar sin relacionarse con nadie, ni que nadie le diga nada; no quiere más responsabilidades ni compromisos. Quizá cree que ya vio y escuchó demasiado o todo lo que debía escuchar y piensa que solo con amar al Señor es suficiente.

Pero le pregunto ¿a quién cree que encontrará en el cielo? ¿Está convencido de que llegará allí sin tener nada que ver con su cuerpo (los creyentes)? Entonces de seguro no le agradará tampoco el cielo, porque es a los hermanos a los que se encontrará allí.

La voluntad perfecta del Señor es que empecemos a experimentar el Reino y la Gloria de Cristo desde aquí y para eso nos puso en medio de su congregación, a experimentar vida de iglesia en comunidad con otros. Él quiso que el cielo lo comenzáramos a experimentar desde ya, desde esta nuestra experiencia terrenal.

Fin


Próxima serie: Adán y Jesús