domingo, 3 de abril de 2016

Se busca iglesia (9º parte)



Se busca iglesia (9º parte)
Escrito autóctono

Continuación…


Algunos se asustan con eso de estar pasivos respecto a ir a predicarle a los que se exponen a perderse. Pero si por alguna razón nadie en este mundo les presentara el mensaje del evangelio… No se altere, Dios ya cuenta con un ejército de piedras para que lo hagan (Lucas 19: 40). ¡Sí, piedras vivas!

Por favor, de nuevo le pido no me malentienda; la verdad prefiero que lo hagan las piedras y no cristianos malformados o peor aún, enviciados.

Si Dios le va a utilizar para que muchos crean, no intente usted cargarlos antes de tiempo. De hecho no intente cargarlos nunca. Usted no es su Salvador.

Es imprescindible que tengamos tiempo para estar a los pies del Señor, sin ninguna presión, sin ningún cargo, sin ninguna responsabilidad más que en silencio escuchándolo solo a Él. Únicamente eso. Sin reloj a la mano, sin tiempos preestablecidos; solo para Él. Podrá usted trabajar en sus cosas, atender a su familia, continuar con su vida “normal” pero en lo concerniente al Señor, estar en reposo absoluto. Luego de eso no volverá a ser el mismo. Se lo puedo asegurar.  De nuevo, lo digo a alguien a quien Dios se le esté revelando. Esto no es para cualquiera que lea.

Después de ese tiempo de “su silencio”, sabrá cuál es su lugar en la casa del Señor, verá más claramente, conocerá la voluntad del Señor. Pero por sobre todo conocerá a su Señor.

Esto no es de correr. A algunos les llevará más tiempo que a otros, pero si es lo que usted necesita, es ineludible. Le ocurrió al Señor, les pasó a los discípulos, así mismo a los hermanos de la iglesia del primer siglo, le ocurrió a Pablo. Todos tuvieron que experimentar al comienzo ese período de solo sentarse a escuchar al Señor inclusive por varios años. Después, sirvieron bien, intensa y poderosamente. Y estoy seguro que servir efectivamente es lo que usted quiere ¿no es cierto?

En cuanto a dónde se congregará, el Señor se lo hará saber. Créame que si Dios le unió a su iglesia, eso no sucedió ahora, ya usted estaba unido a ella desde la eternidad. ¿Qué hará una vez esté listo? Quizá y solo deba ser luz para los suyos más cercanos por un período de tiempo. Quizá y Dios le pida su casa y Él añadirá allí a los que deban estar. Quizá y lo envíe lejos, a otros lugares u otras naciones. Quizá y lo añada a usted a otros hermanos que igualmente ya han tenido su proceso con Dios. No sé. Quizá y Dios le permita ser luz para otras personas que al igual que usted estaban buscando una iglesia. Quizá y Dios hará algo nuevo con usted como no lo había hecho con nadie. Tanto y tan maravilloso planea Dios, que su obra en cada uno de nosotros supera todo cuanto pudiéramos pensar o hayamos visto.

Una cosa es segura, usted comprenderá que es iglesia. No en su mente, ni en su intelecto; no religiosamente; concebido dentro suyo; de la profundidad de Dios se llenará su profundidad. Conocerá entonces que no se trataba de tener que buscar una iglesia donde ir, usted ha quedado expuesto en esta dimensión a la iglesia, ese ser místico, espiritual, vivo y eterno invisible a nuestros ojos, preciosa prometida del Señor. Percibirá la realidad de haber sido  hecho uno con ella por Él desde la eternidad. 

Ahora usted verá a otros creyentes como parte de usted mismo y los amará aunque nunca los haya conocido antes. Por fin comprenderá lo que es la armonía con los hermanos como lo expresa la Palabra. Ahora buscará servirles y se preocupará realmente por ellos. Se sabrá parte de una familia de proporciones impensables que tiene 2000 años de estar en este mundo pero que es eterna y solo espera el momento en que su Señor regrese por ella como lo prometió diciéndole: “sí, ven Señor Jesús” (Apocalipsis 22: 20).

Ahora podrá convivir con todos sus hermanos sin importar de dónde sean porque de verdad serán sus hermanos. Así que desaparecerán para siempre de su vida las barreras, porque ya no habrá denominaciones, ni grupos eclesiales de ninguna clase allí. El Señor será verdaderamente el Señor sobre su casa la cual casa es usted junto con los millones de creyentes genuinos de todos los tiempos (Hebreos 3: 6).

Continuará…