domingo, 8 de mayo de 2016

Adán y Jesús (4° Parte)




Adán y Jesús  (4° Parte)
Escrito autóctono

…Continuación:

Si nos preguntáramos ¿cuáles eran los valores de vida y el carácter de Adán antes de pecar? -cosa que Génesis no describe-, el Cristo terrenal sería una interesante referencia. ¿Cómo hubiese sido la descendencia de Adán si no hubiese pecado? La iglesia redimida sin mancha y sin arruga en su condición terrenal sería también un ejemplo digno a considerar.

Adán es el primer ser humano creado que existe sobre la tierra. Pero es una creación muy singular, Dios lo hace a su imagen y con sus propias manos. Además sopla en su nariz la vida. Dios no crea ninguna otra forma de vida de la misma manera. Al resto los crea por su Palabra que infunde también aliento de vida por supuesto, pero los crea de forma general así como un día creó a los ángeles (Salmo 33: 6)

Cuando Dios hace al hombre, se toma su tiempo para detallarlo, toma del polvo del planeta y una vez moldeado sopla en su nariz aliento de vida y desde ese momento el hombre es un ser (alma) viviente (Génesis 2: 7, 1° Corintios 15: 45). Ese hecho transmite a Adán no solo la vida sino también la esencia de Dios, su semilla. Esto es así porque Adán lleva el título de hijo de Dios con todos los honores (Lucas 3: 38). En otras palabras, Adán es engendrado por Dios, biológicamente de Dios, pues la vida que recibe la obtiene de Él. Adán no es adoptado, es hijo directo con todas las de ley.

Es interesante que de la acción de la Divinidad sobre la tierra se produjera al hombre, así como de la acción del Espíritu Santo sobre María -que como todos los seres humanos es tierra-, se produjera a Cristo.

Pero que Adán sea hijo de Dios, no lo convertía en un dios, ni siquiera en un semi-dios. ¡Qué importante entenderlo!

El Padre Eterno le compartió al hombre su naturaleza como ser inteligente y racional entre otros aspectos que lo hacían similar a Él, pero no su Divinidad. Por dicha naturaleza, el hombre no era un dios pero era una especie de dios en miniatura (el Salmo 82 versos 1 y 6 lo describe y también Cristo en Juan 10: 34), pues mostraba rasgos de justicia, santidad, pureza, sabiduría de Dios por haberle engendrado, pero Dios no creó a otro Dios.

Tal como cualquier hijo se parece a sus padres, pero nadie los confundiría cual mellizos idénticos o clonados iguales. No era Divino como Dios, ni Todopoderoso como Él. Se podía relacionar con el ámbito eterno y celestial de forma plena por su espíritu pero estaba limitado en su parte física. Al hacerlo del polvo de la tierra, lo hace propio y perteneciente a este mundo; es decir le da materia de esta dimensión.

Pero sumamente importante, no podía ser hombre-Dios porque ambos seres no son compatibles (“Dios no es hombre, para que mienta, Ni hijo de hombre para que se arrepienta” Números 23: 19). La Palabra nos da suficiente información como ésta la cual compartiré luego para mayor claridad, con el fin de que entendamos cómo estructuralmente hablando estaría conformado Cristo. Esto nos impide caer en una interpretación errada acá, posteriormente, ni de ninguna fuente. 

Dios hace al hombre tripartido, tal como Él lo es. Y llama la atención que así como Dios se tomó tiempo para diseñarlo en cada una de sus características, la Palabra dice que a Cristo también se le preparó un cuerpo (Hebreos 10: 5);  es decir, recibe un cuerpo prediseñado -como le ocurrió a Adán- para poder habitar en este mundo.

El rey David plantea que Dios tiene tanto cuidado respecto a nosotros los humanos en ese apartado, que elaboró un libro de diseños con cada detalle de cómo somos. Saberlo es sorprendente (Salmo 139: 16) y maravilla nuestro corazón. No se dice eso de ningún otro ser viviente aunque la complejidad de los demás seres vivos maravilla.

Siendo materia inanimada antes de tener vida, el hombre vino a ser alma viviente. Note que la Palabra no dice que fuera carne viviente. La carne como tal nunca podrá tener vida por sí misma; quien la hace lucir con vida es el alma. Dios no tiene relación ni se mezcla con algo inanimado como la carne; por eso la carne y la sangre no tiene relación con su ámbito. (1° Corintios 15: 50).

Resumiré enseguida de forma precisa, qué recibe el hombre cuando Dios sopla en su nariz.


Continuará…