El
precio de vivir la verdad según la piedad. (5° parte)
Escrito autóctono
Continuación.
¡¡¡Qué mentira más santificada!!! Si no
hubiesen llegado a la iglesia, esos líderes posiblemente no tendrían ni a dónde
caer muertos. Su dinero perezca con ellos.
En definitiva las divisas en el reino de
Dios no son la premisa; la vida y ejemplo de nuestro Maestro el Señor Jesús así
lo muestra, la vida y ejemplo de quienes llegaron a ser sus apóstoles así lo manifestó,
y la vida y ejemplo de todos los que formaron parte de la iglesia, la casa del
Señor, quedó claramente descrita en las Escrituras.
Esto evidentemente no quería decir que
si algún rico se convertía, no podría pasar ni de la puerta; eso no es la
interpretación de lo que dice la biblia. Claramente leemos en la Palabra que aquellos
que siendo llamados por el Señor y teniendo muchos bienes, no recibían en
ninguna manera un trato preferencial ni excluyente entre los creyentes (el
apóstol Pablo es enfático en ello), sino que con un corazón sencillo eran un
rostro más en la casa del Señor. La recomendación tanto del Señor como la
apostólica era que apartaran su confianza de las riquezas. Eso hacía que fuesen
parte participante y activa en proveer a las necesidades de todos, de la misma
manera que todos lo hacían sin excepción. Un trato igualitario basado
principalmente en el amor, les conducía en el camino del mutuo cuido y solidaridad.
El voto de pobreza tan loable que toman
algunos, no está definido como tal en la Palabra ni se gana más el cielo con
ello. Eso es falso. Dios no está interesado en que su familia ni usted pase
hambre, o no tengan qué vestir, tampoco en que le deba a medio mundo.
Vemos que en la enseñanza del Señor al
pedirnos dejar familia y posesiones por seguirle y como recompensa recibir más
de cien veces lo dejado (Marcos 10: 29 y
30), no estaba poniéndonos una calculadora en las manos para lo cual hasta
el más torpe hubiera comprendido como un gran negocio dejar todo botado. Ninguno
de los discípulos malentendió eso pues no se les ve abandonando a sus familias,
ni echando por la borda aquello poco o mucho que podrían tener por seguir al
Señor. Lo que sí debían deshacerse era
de su confianza en esas cosas.
Al creer, ganarían una familia muchísimo
más grande que la que tenían, y ello conllevaba un cuido e interés por su
bienestar de parte de todos al igual que para con todos de manera que nada le
faltase a nadie. Eso se ve cumplido como una realidad en Hechos y en toda la
vida de la iglesia como está expresado en el Nuevo Testamento.
Continuará…