domingo, 20 de noviembre de 2016

El precio de vivir la verdad según la piedad. (6° parte)


El precio de vivir la verdad según la piedad. (6° parte)
Escrito autóctono

Continuación.


Cuando el joven rico vino al Señor, habiendo sido alguien que guardaba celosamente la ley, Jesús quiso probar la realidad del apego de su corazón el cual estaba totalmente comprometido con sus riquezas antes que con Dios. Le aseguro que si hubiese entendido cuál era la verdadera riqueza, no se hubiera ido triste pues Dios no pretendía quitarle nada material. Abraham fue probado de la misma manera, no con el dinero que de por sí era tremendamente rico, sino con el mayor tesoro terrenal que tenía el cual era su único hijo. Conocemos la historia. Dios no quiere competencias en el corazón. No podemos servir a dos señores. (Lucas 16: 13)

¡Qué diferente y revelador el caso de Zaqueo (también un hombre rico) y las palabras preciosas del Señor referentes a él conociendo la actitud de su corazón! (Lucas 19: 8 y 9)

Hay a quienes no les importó quedarse sin comer con tal de que otro comiera, o pensó en usar un calzado más económico para poder calzar a un hermano. Otro decidió repartir su mejor ropa entre quienes no tenían, pues en algún momento tendría la oportunidad de adquirir ropa nueva. Hay quien en vez de comprar un diario compra dos para llevar uno de ellos a la casa de la viuda, del enfermo o para el huérfano.

Hay quien en vez de lucir un vehículo lujoso del año, por sobriedad se abstiene y usa uno de menor rango para no alimentar su ego y derrochar el valioso recurso que reconoce debe compartir con hermanos necesitados.

Eso les resta placeres de este mundo con toda seguridad y por supuesto representa una negación personal, es cierto, pero aprenden a “saborear” los deleites celestiales.

Y las lágrimas de gratitud corren por las mejillas de aquellos que necesitados, ven literalmente al Señor acordarse de ellos y cuidarles.

Por cosas como estas es que recalco que a muchos no les parece que la vivencia en el reino sea así, pues toca sus intereses materiales más amados. Aquello a lo que está apegado su corazón, aunque pretenden amar a Dios igualmente. Porque según 1° Corintios 13, puedo darlo todo, hasta la vida misma, sin tener ni un ápice de amor.

Pero ¿existe la verdad sin la piedad o la piedad sin la verdad?, ¿son acaso opcionales como para que elijamos entre ambas?

De acuerdo a los que nos dicen los pasajes de Tito apuntados, no existe una sin la otra. No hay conocimiento de la verdad que no provenga de la piedad. No se puede vivir la piedad legítima ajena de la verdad genuina.

Si alguien pretende ver esta piedad como una conveniencia económica, no sabe de qué espíritu es. No lo es, ni se le parece.

Lamentablemente muchos usan la piedad para auto-beneficiarse (1° Timoteo 6: 5). Tal como lo dice allí, esas son personas corruptas en que no hay verdad. Mucho menos el ejercicio de la piedad es un trueque con Dios como lo plantean las doctrinas de engaño.

La verdad que se fundamenta en la piedad, más que llenar los bolsillos, trabaja para dar (“El que hurtaba, no hurte más, sino trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno, para que tenga qué compartir con el que padece necesidad.Efesios 4: 28). Y eso es un sacrificio agradable al Señor. (Hebreos 13: 16)


Continuará…