La deserción cristiana (6° parte)
Escrito
autóctono
Continuación…
Si he parecido duro en esto, no quiero parecerlo, ¡lo
soy!, pero por un coraje que siento de ver cómo se atreven a tomar la casa del
Señor como un taller de reparación. El resurgir de la iglesia sencilla de la
Palabra, no será jamás para constituirse en clínica de atención de cristianos heridos
que salen de sus iglesias por mil y una razones, muchas de las cuales no tienen
ni pizca de justificación conforme las bases que les hicieron tragar por
supuesto.
Nadie debería pensar ni siquiera en que somos una alternativa
para esos cristianos. Si alguien siente responsabilidad de restaurar a una
persona así, la reunión de los santos no es el sitio. Que lo haga fuera. Para
eso hay otros espacios si se quiere.
Le diré que ni el mismo Señor se enfrascaba con gente
así. Nunca anduvo tras nadie solo porque sí. Su interés siempre fueron los
humildes. Y ¡cómo había liderazgo religioso que maltrataba al pueblo en su
tiempo también!
Tampoco nunca se fue tras los religiosos para intentar
cambiarlos con tal que quizá algún día vieran. Ellos eran los que andaban
detrás de Él pero solo para cuestionarlo y probarlo todo el tiempo. Dice la
Palabra que Él les dijo las verdades, y en ellos estaba arrepentirse o seguir
en sus vidas.
No vemos al Señor ir tras los ricos como intentando
asegurarse el futuro sostenimiento de su
ministerio ni su posterior iglesia. Les dijo la verdad, y en ellos estaba
arrepentirse o seguir confiando en sus riquezas.
No se fue tras los maestros, ellos creían saberlo
todo.
No se fue tras los que se creían sanos, ellos consideraban
estar muy bien y no necesitarlo.
Y aunque su objetivo eran los pecadores, tampoco “acariciaba
la cabeza” a los altivos entre ellos. De hecho más bien los sabía poner en su
lugar. Así que el Señor no perdía su tiempo.
Porque de Él hay que saberse necesitado, de lo contrario seguimos perdidos.
Yo creo que todos tienen que ser expuestos a la
verdad, pero no debemos ir tras nadie a insistirle. Todos han de saberse
consientes que necesitan al Señor, esto es primordial, pero el Señor no es
plato de segunda mesa. Tampoco su casa lo es. ¿Recuerdas la actitud arrogante
de uno de los ladrones en la cruz?
El Señor dijo claramente: “a todos los sedientos, vengan y compren sin dinero…” Isaías 55: 1. No es para orgullosos
o soberbios que menosprecian, ni para el que se siente digno; es para el que se
sabe desprovisto.
Yo con gusto atiendo al que quiere al Señor, no al que
busca argumentos para armarse y disentir con la gente de su pasado y ganarles
una discusión. Con gusto visito al necesitado y sin ningún interés de por medio
de mi parte en quien sea o haya sido, o lo que tenga o no, nada de eso me importa
ni me mueve, solo que haya allí un corazón sencillo, no el que cree que merece
ser visitado. Estoy con los humildes de espíritu y dedico tiempo y hasta dinero
si fuera el caso. Con esos me deleito en hablarles y compartirles porque son
corazones que aunque llenos de inquietudes, saben escuchar y meditar y ser
tratados por el Espíritu del Señor.
Igual no los meto a la reunión de los santos, comparto
fuera, en otros espacios, y veo al Señor comenzar a formarse en ellos por obra
del Espíritu. Es una maravilla.
Continuará…