domingo, 2 de septiembre de 2018

La deserción cristiana (6° parte)


La deserción cristiana (6° parte)
Escrito autóctono

Continuación…

Si he parecido duro en esto, no quiero parecerlo, ¡lo soy!, pero por un coraje que siento de ver cómo se atreven a tomar la casa del Señor como un taller de reparación. El resurgir de la iglesia sencilla de la Palabra, no será jamás para constituirse en clínica de atención de cristianos heridos que salen de sus iglesias por mil y una razones, muchas de las cuales no tienen ni pizca de justificación conforme las bases que les hicieron tragar por supuesto.

Nadie debería pensar ni siquiera en que somos una alternativa para esos cristianos. Si alguien siente responsabilidad de restaurar a una persona así, la reunión de los santos no es el sitio. Que lo haga fuera. Para eso hay otros espacios si se quiere.

Le diré que ni el mismo Señor se enfrascaba con gente así. Nunca anduvo tras nadie solo porque sí. Su interés siempre fueron los humildes. Y ¡cómo había liderazgo religioso que maltrataba al pueblo en su tiempo también!

Tampoco nunca se fue tras los religiosos para intentar cambiarlos con tal que quizá algún día vieran. Ellos eran los que andaban detrás de Él pero solo para cuestionarlo y probarlo todo el tiempo. Dice la Palabra que Él les dijo las verdades, y en ellos estaba arrepentirse o seguir en sus vidas.

No vemos al Señor ir tras los ricos como intentando asegurarse el futuro  sostenimiento de su ministerio ni su posterior iglesia. Les dijo la verdad, y en ellos estaba arrepentirse o seguir confiando en sus riquezas.

No se fue tras los maestros, ellos creían saberlo todo.

No se fue tras los que se creían sanos, ellos consideraban estar muy bien y no necesitarlo.

Y aunque su objetivo eran los pecadores, tampoco “acariciaba la cabeza” a los altivos entre ellos. De hecho más bien los sabía poner en su lugar. Así que el Señor no perdía su tiempo.

Porque de Él hay que saberse necesitado, de lo contrario seguimos perdidos.

Yo creo que todos tienen que ser expuestos a la verdad, pero no debemos ir tras nadie a insistirle. Todos han de saberse consientes que necesitan al Señor, esto es primordial, pero el Señor no es plato de segunda mesa. Tampoco su casa lo es. ¿Recuerdas la actitud arrogante de uno de los ladrones en la cruz?

El Señor dijo claramente: “a todos los sedientos, vengan y compren sin dinero…” Isaías 55: 1. No es para orgullosos o soberbios que menosprecian, ni para el que se siente digno; es para el que se sabe desprovisto.

Yo con gusto atiendo al que quiere al Señor, no al que busca argumentos para armarse y disentir con la gente de su pasado y ganarles una discusión. Con gusto visito al necesitado y sin ningún interés de por medio de mi parte en quien sea o haya sido, o lo que tenga o no, nada de eso me importa ni me mueve, solo que haya allí un corazón sencillo, no el que cree que merece ser visitado. Estoy con los humildes de espíritu y dedico tiempo y hasta dinero si fuera el caso. Con esos me deleito en hablarles y compartirles porque son corazones que aunque llenos de inquietudes, saben escuchar y meditar y ser tratados por el Espíritu del Señor.

Igual no los meto a la reunión de los santos, comparto fuera, en otros espacios, y veo al Señor comenzar a formarse en ellos por obra del Espíritu. Es una maravilla.

Continuará…