La deserción cristiana (9° y última parte)
Escrito
autóctono
Continuación…
Así que no he tenido que discutir con nadie ni pelear
nada, ni tengo que, ni debo hacerlo; no busco convencer, ni mucho menos halar a
nadie a nada. Dios es el que hace la obra. Recordemos “Él es el que añade a la
iglesia”, no nosotros.
¿Se da cuenta cómo en su ministerio el Señor no andaba
buscando entrabarse en discusiones con nadie? Por el contrario, los que lo
cuestionaban y querían llevarlo a ese plano, eran quienes todo el tiempo
quedaban ridiculizados.
Dios no nos envió a ganarle a nadie la partida de una
discusión. Finalmente eso jamás llevó a nada ni trajo nada bueno. El apóstol Pedro
nos dice que lo que debemos presentar es defensa con mansedumbre y reverencia acerca de
nuestra esperanza lo que en ninguna forma quiere decir discutir con nadie.
Quienes acostumbraban a discutir vehementemente eran los judíos y a Pablo le
tocó enfrentarles en muchas sinagogas. Curiosamente tuvo que lidiar con algunos
griegos también pero que eran alentados por los judíos, fíjese.
Noto en muchos de los que se van de las iglesias
tradicionales por las razones como las comentadas, que en realidad prefieren
conscientemente desobedecer la orden del Señor de congregarse (porque para
ellos ir a la iglesia es congregarse) que humillarse al Señor y conocer la
verdad genuina.
Es decir, se salieron de la religión, pero la religión
no se salió de ellos.
Entonces no me complicaré con personas como esas.
Y es así porque aunque se salieron de esos lugares e
inclusive creyeron llegar a alguna iglesia en casa, la verdad es que llegaron
con expectativas por lo que conocían y creyeron que esto sería igual. Cuando no
fue así, prefirieron no ir más a nada. Tristemente pensaron que seguirían
dependiendo de hombres.
La verdad, no me preocupa el concepto que se hayan
formado de la iglesia en casa, Dios no se las iba a mostrar así como así
tampoco, se lo aseguro. Lo que es muy probable es que llegaran a un cultito en
la sala de alguna casa y esto (iglesia en casa) no es eso.
Pero otros de entre tantos ven la luz, y ella los guía
a Cristo su fuente, oyen la voz del Maestro y lo siguen, y encuentran a las
ovejas del Pastor pues hallaron al Pastor y se congregan maravillados de ver
que al redil realmente nunca lo habían conocido porque no estaba en ningún
sistema, siempre estuvo libre de él.