domingo, 19 de julio de 2020

El daño nefando que asesta la mala percepción de la autoridad (Parte 3)


El daño nefando que asesta la mala percepción de la autoridad (Parte 3)

Continuación…

Sabemos por lo que nos dice la Palabra que en el cielo funciona un gobierno perfecto en que la autoridad (potestad) máxima está contenida y representada totalmente en Dios. Él la posee.

Cristo el Señor le dijo a Pilatos: “...Ninguna autoridad tendrías contra mí, si no te fuese dada de arriba;”  Juan 19: 11

Eso no ha dejado de ser así. Dios ha tenido y continúa teniendo toda autoridad sobre toda su creación. Sólo la entregó a otro que tuviese el derecho de poseerla y utilizarla a criterio propio como Él y ese es Cristo El Señor. Nadie más. El dijo: “toda potestad (autoridad) me es dada en el cielo y en la tierraMateo 28: 18. Así mismo la Palabra resalta que aún su Nombre es colocado en el sitio de honor más alto. Filipenses 2: 9

De nuevo, la autoridad es una investidura que proporciona poder para hacer y deshacer a criterio propio y solo está contenida en Dios quien la otorgó únicamente a Cristo y a nadie más.

Las autoridades que conocemos en este mundo, solo han recibido una cuota de dicho poder para funcionar, pero se suponía debía ser a criterio de su fuente y  dueño que es Dios y Cristo que la recibió de Él en condiciones iguales. ¿Qué ocurrió entonces para que eso se convirtiera en lo que es y vemos hoy como un asunto de manipulación e imposición forzosa inclusive? ¿Dónde se originó la autoridad de tipo piramidal (jerarquías) que se basa en muchos obedeciendo o sirviendo a algunos que nos es tan corriente en todas las esferas incluyendo lamentablemente la iglesia como la conocemos y cualquier religión en realidad? ¿Un sistema de poderes y mandos que controlan y dominan?

Debemos saberlo para comprenderlo.

La biblia dice que Luzbel, un querubín sumamente especial creado por Dios para que le adorara y gobernara (pues Dios le concedió un trono) mucho antes de la creación de la humanidad, es el responsable de tal desvío. Recordemos que  “se halló en él maldad”. Ezequiel 28: 12-18

Continuará…