Las “tres partes” del hombre 6° Parte
Continuación…
Hay una tercera
razón por la que Dios puso en nosotros espíritu y es para que pudiéramos
ocuparnos de él. De ello hablaremos y ampliaremos luego.
Recordemos que el hombre muestra en este mundo toda la vida que hay en él conforme a la funcionalidad de sus miembros, misma que es provista por el espíritu (vida) que Dios puso en él.
Es en el alma en donde está todo cuanto es y significa el hombre. Allí está contenida la voluntad que le fue dada por Dios haciendo de él un ser con libre albedrío; así mismo en el alma está el intelecto o inteligencia que generan el raciocinio y la capacidad que tiene el hombre de aprender y tomar decisiones, sin olvidar la mente o pensamientos. También nuestra consciencia es parte de nuestra alma. Ella (la conciencia) es la que nos permite discernir entre lo bueno y lo malo.
¿Y el corazón? ¿Dónde se ubica? El corazón habla de algo espiritual. (de él mana la vida dice la Palabra) pero no por ubicarse en el espíritu, sino que se ubica en el alma. Él es el que se relaciona con el espíritu pues está apegado al lugar en que se guardan todas las cosas que el hombre quiere atesorar según dijo Cristo (el espíritu). El corazón “recoge valores” del hombre que al convertirse en riquezas serán depositadas en el espíritu. Recordemos como la Palabra dice en variados lugares que el hombre pone en su corazón esto o aquello. Sin embargo, lo que ya es su riqueza, la deposita en el espíritu. Esto resulta muy interesante.
Continuemos.
Somos seres emotivos (la alegría, la tristeza, el enojo), todo eso nos caracteriza. Todos elementos intangibles y existentes en esa esencia igualmente intangible llamada alma (nosotros). Lo que somos, lo que meditamos y nos emociona de una u otra manera, todo ello se reúne en el alma que somos nosotros. Es el ser de quienes somos. Nuestro cerebro material, masa gris, no piensa por sí mismo, ni actúa solo, no puede. Es la parte de nuestro cuerpo que Dios habilitó físicamente como el centro de procesamiento de todo lo que pensamos una vez que habitamos este cuerpo, más una vez que salimos de él seguimos conscientes y pensantes porque son características innatas del alma que se reflejan en el cerebro, pero no son de él.
Una vez fuera del cuerpo seguimos razonando y procesando experiencias en nuestro ser, solo que ahora de otra vida. Es lo que le pasó a Cristo el Señor cuando murió. Terminó su obra en este mundo, pero dio seguimiento al plan por el cual también fue ahora al ámbito de los muertos y de forma totalmente consciente. Así lo expresa la Palabra.
Continuará…