domingo, 6 de febrero de 2022

Las “tres partes” del hombre 20° Parte

Las “tres partes” del hombre  20° Parte

Continuación…

Hay dos razones básicas por lo que eso no es así: primero, la expresión “cuerpo espiritual” en términos de lo que conocemos, más bien parece una contradicción en sí misma pues todo cuerpo en esta dimensión es material, atómico, visible y muy seguramente palpable en la mayoría de los casos, más lo espiritual no lo es, es invisible, total y plenamente invisible, no hay ni la más ínfima partícula material en ello.

Segundo, el pasaje no está hablando de un espíritu con forma de cuerpo por ninguna parte que de nuevo sería espíritu corporal, algo inexistente; sino de un cuerpo espiritual, es decir, no un cuerpo con espíritu como el terrenal sino un cuerpo como lo que conocemos que se puede ver y palpar pero con las características y atributos del espíritu.

Evidentemente no se trata de aquel cuerpo destinado a ser polvo como Dios decretó, pero interesantemente aquel servirá de imagen para este.

El espíritu que una vez dio vida al cuerpo terrenal y que había ido con Dios cuando morimos, ya no necesitará darnos vida pues este cuerpo nuevo la tiene en sí mismo y es de carácter eterna. Los impíos también resucitarán con un cuerpo similar de condiciones indestructibles, resistente a la eternidad, y con una especie de vida en el que el alma condenada sufrirá la eterna separación de Dios y su eterna aflicción, pero carente de características del espíritu porque jamás el espíritu que tuvieron en su existencia terrenal fue vivificado para conectarse con Dios ni las cosas y riquezas espirituales. Su condena eterna ya es un hecho.

Por ello al comprender que una de las funciones del espíritu en nosotros nos permitió conocer, tratar y deleitaros en Dios y por supuesto experimentar el  ámbito espiritual, entonces resucitar en un cuerpo espiritual significa poseer las cualidades del espíritu en conjunto con las características del cuerpo como lo conocemos y ahora disfrutar de toda la riqueza que atesoramos en nuestra existencia terrenal. Se trata de un cuerpo físico, una forma material (carne pero no la terrenal) con capacidad de relacionarse con la dimensión espiritual tal como el espíritu vivificado en nosotros nos permitía acceder espiritualmente a ese plano.

El primer cuerpo de carne no podía acceder a lo espiritual ni relacionarse con Dios. Este nuevo cuerpo sí lo podrá hacer.

¿Podemos equiparar esta conclusión con algún otro pasaje? ¡Claro que sí!

Continuará…