domingo, 10 de abril de 2022

Las “tres partes” del hombre 29° Parte

Las “tres partes” del hombre  29° Parte

Continuación…

Si leemos la intención dentro del pasaje, es que aquel inmoral del cual se viene hablando sea sacado del compañerismo de los creyentes y entregado a Satanás para que su cuerpo quede disponible para ser escarmentado por el enemigo hasta la muerte de su carne si fuera necesario a fin de que se arrepienta, no que se pierda. Eso salvaguardará su espíritu que es el propósito final de la penitencia aplicada y el deseo de Dios no solo para con aquel sino para con cada creyente en realidad.  

¿Se ha preguntado por qué el apóstol Pablo se interesa en el espíritu del corrupto y no en su alma? Evidentemente porque no lo estaba desechando para que excomulgado quedara expuesto a condenación como hacen los católicos.

De ninguna manera hay esta intención ni visión del pasaje. Debía ser tratado duramente hasta el punto de ser destruido por el enemigo si a ese punto se debía llegar no para que su salvación estuviera en juego sino para impulsarlo al arrepentimiento que es el deseo final de Dios en definitiva que no quiere bajo ninguna circunstancia que nadie se pierda (2° Pedro 3: 9).

Algo más, el término griego sozo utilizado para “salvar” en este pasaje, se refiere a rescatar, poner a salvo, resguardar, y hasta sanar o curar entre otros términos inclusive ligados a la redención humana porque se parecen o aplican a ello también.

La luz que nos permite un buen entender depende entonces del contexto inmediato como ya lo analizamos y además también de todo el planteamiento doctrinal de la Palabra a lo largo y ancho de ella. Esto nos evita adjudicarle un significado que no tiene que en este caso no se refiere a redención para salvación que por supuesto no cabe aquí.

Al espíritu debemos cuidarlo no para que se salve en términos de redención porque no aplica redención para espíritus dados a los hombres en ninguna parte de la Palabra, pero debemos hacerlo como cualquier otra cosa que Dios nos haya encomendado comprendiendo que no es de nuestra pertenencia ni es nuestra esencia y debemos de guardarlas (salvarlas) fielmente como corresponde a todo lo que se nos ha confiado para que lo hagamos con responsabilidad.

Continuemos.

Nuestra esencia es nuestra alma. Ella es usted. Mire por favor los siguientes pasajes:

Leemos Lucas 12: 19-20: “muchos bienes he acumulado… mañana vienen por tu alma”; y además Jesús dijo: “temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno” Mateo 10:28.

¡¿Qué?! ¿Pero el cuerpo no era que se convertía en polvo? ¿Y el espíritu? ¿Dónde quedó? ¿Por qué no lo mencionó aquí?

Continuará…