Las “tres partes” del hombre 44° Parte
Continuación…
Aún el mismo
Espíritu de Dios, cuando vino en Pentecostés se manifestó visiblemente como
lenguas de fuego sobre las cabezas de los creyentes, pero en el bautismo de
Jesús tomo forma corporal revoloteante similar a una paloma. No dice por
ninguna parte que era una paloma, sino que se asemejaba a una por la forma en
que se le vio movilizarse. Por eso tal comparación. Así que decir que el
Espíritu de Dios es una paloma literalmente hablando, no está en la
biblia. La religión es la responsable de dibujarlo así.
Tampoco el Espíritu Santo es el aliento de Dios. Eso no lo dice por ninguna parte en la Palabra. El espíritu del hombre es el que es su aliento. El que hace del hombre un ser viviente.
Creer que el espíritu que le ha sido dado al hombre sea literalmente un soplo se refiere a una terminología griega, pero es estar confundido con comparaciones erróneas una vez más.
Aunque el Señor sopló el Espíritu Santo a sus discípulos cuando les dijo: “Recibid el Espíritu Santo” (Juan 20: 22), sabemos que era una especie de adelanto de Vida y Fortaleza (aliento) que les acompañaría para lo que les iba sobrevenir hasta que viniera a ellos con toda su plenitud tiempo después en Pentecostés.
Así mismo, el Espíritu Santo nada tiene que ver con ser una fuerza energizadora o activa de Dios -como lo definen los testigos de Jehová- ni nada que se le parezca, poniéndolo en el plano de un ente inanimado, pues la Palabra lo presenta como un ser que tiene conocimiento (conoce lo profundo de Dios), tiene sentimientos, habla, se entristece, enseña, guía, consuela, reparte, capacita, reprende, alerta, etc, todo muestras y características de un ser vivo e inteligente capaz de potenciar al hombre más allá de sus capacidades normales y naturales.
Continuará…