domingo, 14 de agosto de 2022

Las “tres partes” del hombre 47° Parte

Las “tres partes” del hombre 47° Parte

Continuación…

Un cuerpo con un espíritu pero sin alma en este mundo nada puede hacer, porque el espíritu lo que hace es darle vida a ese cuerpo, pero el espíritu no es la persona. Dios coloca un individuo que es el alma en aquel cuerpo vivo porque de otra forma tampoco el alma puede manifestarse por sí misma en esta dimensión, necesita un cuerpo con vida, no uno muerto (sin espíritu). Pero estos procesos no son nuestros, son de Dios. Nadie puede manipular o tomar el espíritu o el alma y llevarlos aquí o ponerlos allá a criterio propio.

En un estudio anterior mencioné que un cuerpo sin alma está muerto. ¡Definitivamente! El alma hace lucir toda la vida que posee ese cuerpo, no se la aporta pues es el espíritu que Dios da el que se la brinda. El hombre en sí, es un ser viviente en este mundo gracias a la presencia de ese espíritu (Génesis 2: 7) pero debemos tener claro que la vida del espíritu no hace vivir al alma, ella posee una cuota de vida en sí misma para existir la cual es eterna pues Dios la hizo inmortal, pero esa vida es de ella solamente, no la puede compartir al cuerpo en que habita.

Recordemos que cuando el hombre muere, desaparece la vida de su cuerpo, pero no de su alma la cual continúa viva después de ese hecho. Así que la vida del alma (el hombre) no depende de la vida del espíritu que Dios le dio. Tan solo ingresa al cuerpo “envuelta” en ese espíritu que impartirá vida a ese cuerpo para que el alma lo manipule o maneje.

Si a un ser viviente se le retira su espíritu, el cuerpo ya no puede mostrar vida. Cuando sale del cuerpo, ese espíritu lleva consigo al alma. Y ya fuera del cuerpo, tanto el espíritu como el alma tomarán un solo rumbo o serán separadas. El alma que es la persona continúa consciente, pero no se queda en este mundo, es llevada a experimentar lo que le toque a partir de ese momento, sea ir “envuelta” en el espíritu a la presencia de Dios o ser separada de ese espíritu para ser trasladada al tormento que se acarreó. El espíritu que no era la persona, regresará a Dios como está establecido en la Palabra.

Así que el alma no puede darle vida al cuerpo, pero sin alma un cuerpo no puede moverse, ni pensar, ni hablar, ni nada porque le falta ser poseído (manejado) por un individuo que es el alma. Reitero que esto no sucede en este mundo porque toda alma viene “envuelta” en el espíritu de vida que Dios coloca en cada cuerpo. 

Continuará…