Las “tres partes” del hombre 48° Parte
Continuación…
Por el
conocimiento que nos da la Palabra de Dios es que sabemos ya cómo opera cada
cosa. El cuerpo puede estar biológicamente completo y apto para la vida, pero
sin espíritu que le aporta la vida está muerto y por supuesto sin alma que lo
manipule no puede hacer nada. Ezequiel 37 es muestra de ello. Allí
tenemos cuerpos, pero sin vida (espíritu). Cuando entró el espíritu de vida en
ellos inmediatamente sus almas que venían “envueltas” en esos espíritus les poseyeron
y fueron individuos. Digo “envueltas” encerradas entre comillas, porque es la
forma más sencilla de explicar cómo tanto espíritu como alma son puestas por
Dios en el mismo instante en el cuerpo y salen de él de la misma forma. Dios no
traerá espíritu de vida a un cuerpo que dejará sin alma, así como no traerá un
alma a un cuerpo al que no otorgó espíritu de vida, no tiene sentido. Ni el
uno, ni el otro de forma individual, podrán hacer nada en ese cuerpo.
Pasemos a otra pregunta.
¿Cómo podemos evitar creer que nos convertiremos en espíritus como muchos creen, con la doctrina de la Palabra de que seamos espirituales?
Excelente pregunta que nos permite aportar algo más en un punto que ya abordamos en el estudio y que es tan mal comprendido por millones de cristianos. Como ya hemos dicho, no se ve en la Palabra de Dios por ninguna parte, que seamos o lleguemos a ser espíritus. Debemos dejar como fundamento desde ya que, tratándose de los hombres, Dios se relaciona con seres en los cuales puso espíritu y no que los hizo espíritus. Su llamado es que vivamos de manera espiritual en el Espíritu de Dios, en ninguna forma a que anhelemos ser espíritus. Es un llamado interesante desde el punto de vista de que, siendo almas colocadas en un cuerpo, nuestras acciones no se rijan por las cosas de este mundo o esta dimensión sino por las espirituales. Es decir, que cambiemos de influencia. No por lo que vemos o percibimos con nuestros sentidos físicos, sino que entremos a la dimensión del Espíritu Santo de Dios y nos mantengamos allí una vez que hayamos sido vivificados por Cristo. Eso es ser espirituales.
Hasta que somos redimidos, nos es posible y además necesario empezar una nueva dinámica de vida en nosotros.
La recomendación ahora es que vivamos en el Espíritu de Dios por la regeneración hecha por Cristo que ha vivificado nuestro espíritu y proveído las condiciones idóneas para que se funda con el Espíritu de Dios. (“…el que se une a Cristo un espíritu es con Él” 1° Corintios 6: 17).
Continuará…