domingo, 4 de septiembre de 2022

Las “tres partes” del hombre 50° Parte

Las “tres partes” del hombre 50° Parte

Continuación…

Ahora, libre, el hombre posee total capacidad para decidir. Su voluntad es restaurada. Cada creyente tiene libertad y es llamado a vivir de manera diferente a cuando estaba en el pecado. La diferencia es que ahora cuenta con la ayuda y el Poder del Espíritu de Dios en él para poder vivir una nueva vida.

Es el milagro de la nueva vida recibida de Dios. Ha dejado lo pasado atrás y recibe una nueva forma de vida, pero ha de adiestrarse (ejercitarse) en ella. Hebreos 5: 14

Hacerlo le produce riquezas espirituales que son por supuesto las riquezas de Cristo que comienza a conocer y a atesorar en su corazón para responder en esta vida terrenal pero que le serán de gran provecho para su vida eterna.

Y por cierto… no existe “vivir en el espíritu”, (“espíritu” con minúscula), porque no se trata de que nos enfoquemos en el espíritu de vida que Dios dio a nuestro cuerpo que ya tiene sus funciones definidas. El espíritu que Dios nos proveyó no nos puede dar nada de Dios, eso lo hace el Santo Espíritu que nos toma.


¿Pueden fundirse dos almas en una?

Puede haber una especie de fusión de almas en alguna forma, pero no es literal sino emocional.  La Palabra lo establece dentro de los lazos de la amistad como en el caso de la relación de amistad entrañable entre David y Jonathan y muy acorde a esto también en el plano matrimonial cuando dice que dos serán uno por aspectos de amor, pero se recalca claramente una sola carne, no una sola alma. Dentro de ese plano, un hombre y una mujer llegan a conocerse y tratarse sentimental y emocionalmente hablando de tal forma, que se hacen como una, apegándose entre ellas, compartiendo sus vidas el resto de su existencia terrenal. Más en lo concerniente a la redención, esa unión no altera el que se es individual y particular.

Aun así, tampoco vemos literalmente que dos carnes se mezclen haciéndose una, o dos almas se fundan textualmente. 

Tampoco pueden fundirse el espíritu de un individuo común con el de otro común porque nadie puede manipular su espíritu y mezclarlo con otro pues este no le pertenece ni es él. Es de Dios. Cuando la Palabra habla de ser de un solo espíritu refiriéndose a un grupo de personas, no plantea fusiones de espíritus como tal, sino que todas esas personas tienen la misma intención y sentir.

Continuará…