domingo, 4 de diciembre de 2022

Doctrinas y prácticas evangélicas en el ojo del escrutinio. 10° Parte

Doctrinas y prácticas evangélicas en el ojo del escrutinio. 10° Parte

Continuación…

Solo escuche: si revisa de dónde salió la tal expresión que se ha usado como muletilla para los incrédulos toda la vida, viene de Apocalipsis 3: 20, pero ¡sorpresa!..., ese no es un pasaje evangelístico. Es la petición que el Señor le hace a la iglesia, no a los incrédulos. La iglesia de Laodicea lo sacó de su seno, igual como la iglesia moderna. Así que la receta de el “ábrale la puerta de su corazón al Señor porque está tocando desde afuera”, no tiene asidero bíblico. No es el Señor el que anda buscando casa como quien no la tiene. Como si le hiciera falta abrigo y sustento, casi buscando que alguien se apiade de Él. La imagen que le hemos encajado es como si fuese un indigente.

¡¡Pero somos nosotros los indigentes y necesitados!!

¿Comprende entonces el error que deja en el subconsciente del oyente esa fórmula y las ínfulas que le da?

Analícelo y comprenderá. No es eso de ninguna manera lo que nos muestra la Palabra que debíamos hacer.

Nadie es llevado a la posición real así. Nadie es confrontado con su realidad ni su propio pecado como para llegar al punto de la compunción o preocupación de su situación.

Vuelva a leerlo en Hechos en el primer gran mensaje de Pedro. La gente antes de ese mensaje creían estar bien incluso hasta con Dios (venían a celebrar religiosamente una de sus fiestas). Pero el mensaje quitó la venda de sus ojos y se vieron expuestos y caóticamente responsables de sus actos, lo que les llevó a expresarlo claramente: “varones hermanos, ¿Qué haremos?”. Ese sentirse necesitados por la verdad que un verdadero y bien planteado evangelio les hace ver. Es exactamente lo que no logra el tal “reciban a Cristo o acéptenle” sumado al “ábranle la puerta de su corazón”, como si el urgido de que lo recibieran fuera el Señor.

El creer en la Palabra, no está planteado como un “por favor” al incrédulo, haciéndole sentirse arrogante de dignarse a tomar lo que se le presenta, sino más bien una llamada de atención porque despierte y comprenda su verdadera situación de peligro y clame por misericordia. 

Sí!, es un ruego de Dios..., pero porque use su inteligencia. 

Continuará…