domingo, 15 de octubre de 2023

Doctrinas y prácticas evangélicas en el ojo del escrutinio. 55° Parte

Doctrinas y prácticas evangélicas en el ojo del escrutinio. 55° Parte

Continuación…

Lo que veo en la Palabra es que según la seriedad de algunos pecados por su gravedad, conllevan una mayor responsabilidad y de hecho una pena más fuerte en esta vida que otros menos serios. Pero en todos el fin es el mismo, la muerte.

Ahora bien, la biblia habla de un gran pecado cometido por Israel cuando hicieron un becerro de oro y se corrompieron adorándolo como su dios. Eso les provocó cargar con una enorme pena y murieron miles por ello.

La historia de Israel está llena de situaciones en que por la desobediencia y rebeldía en contra de su Dios, eso atrajo sobre ellos calamidad y muerte. Tanto hombres como mujeres que pecaron les sobrevino el mal y la muerte.

En realidad es lo que obtenemos cuando pecamos. Morimos. Y si morimos en nuestros pecados sin habernos arrepentido, nos perdemos por la eternidad.

Pero para eso apareció Cristo el Señor, para evitarlo. Dice la Palabra que permanecemos muertos en nuestro delitos y pecados mientras estamos en esta vida hasta que arrepentidos y convertidos a Dios, somos perdonados y justificados y evitamos la perdición eterna.

Más que pecados de ciertas dimensiones, podríamos pensar en pecados graduales, cuyo daño se hace mayor conforme pasa el tiempo. Algunos manifiestan su daño más pronto que otros y por cierto ofenden a Dios de manera más fuerte que otros (acá está no la dimensión sino la gravedad). Entonces así mismo el castigo que conllevan se presenta más pronto que otros.

Esto hace que la misericordia de Dios (su paciencia) esté siempre presente definitivamente, pero exige justicia más pronto que otras veces.

Continuará…